El presidente Alberto Fernández se reunirá mañana en Roma con la directora ejecutiva del Fondo Monetario Internacional, Kristalina Georgieva, donde intentarán avanzar en el camino hacia un acuerdo entre la Argentina y el FMI por la renegociación de la deuda contraída durante la gestión del ex mandatario Mauricio Macri. Se tratará del primer encuentro presencial entre Fernández y Georgieva, quienes ya se reunieron en numerosas ocasiones pero siempre bajo el formato de videoconferencia.

El primer mandatario intentará destrabar el diálogo con el FMI, que tras un comienzo en el que el diálogo parecía avanzar se estancaron por una falta de convergencia entre la hoja de ruta que diagrama el organismo y la que está llevando a cabo el Gobierno, a la que se le suma el conflicto interno que vive el ministro Martín Guzmán a la hora de imponer su política económica, que genera grandes resistencias en el espacio.

Desde ambos lados se plantea avanzar en una reducción del déficit sin ejecutar un plan de ajuste que profundice la crisis social y económica del país, pero hay varias diferencias en cómo se puede cumplir dicho objetivo.

En el Gobierno argentino plantean la necesidad de, tras haber renegociado la deuda con acreedores privados, conseguir un aplazo de los pagos con el organismo de Georgieva y el Club de París para intentar poner a la economía a crecer nuevamente.

El problema principal es en el período de gracia que pide la Argentina que es imposible de cumplir por el organismo, ya que se habla de la búsqueda de diferir algunos pagos hasta 20 años.

Alberto Fernández no quiere pagar un sólo centavo de dólar al FMI durante 2021 pero quiere evitar a toda costa que el país caiga en un doble default con el Fondo y el Club de París, que en las próximas semanas deberían cobrar de la Argentina varios miles de millones de dólares.

En este contexto, la reunión de Alberto Fernández con Georgieva es fundamental para encontrar consensos que permitan esquivar el default, satisfacer las expectativas de los estados que presentaron 44.000 millones de dólares y diseñar un plan que establezca nuevas reglas de juego entre el FMI y los países deudores.