Volver a una cuarentena estricta es necesario. Pero con el nivel de contagio y las camas de terapia al límite, 9 días en los que 6 son feriados, sin un cierre real ni un plan integral, no se resuelve nada.

Son medidas a destiempo e insuficientes. No se va a contener la segunda ola si no vamos a una Fase 1 real como venimos reclamando y se acompaña con un masivo plan de vacunación y garantías salariales y sociales para trabajadores y el pueblo.

Priorizar la vida no puede ser un slogan, debe traducirse en un plan concreto.

Algo imposible sin tocar las jugosas ganancias e intereses de los "dueños de la provincia" y el país.

Desde que comenzó la pandemia, venimos proponiendo desde la izquierda planes radicales que permitan afrontar la situación.

El gobierno responde que “no se puede” y se ha negado a aplicar esas medidas desde el principio. Como cuando exigimos testeos masivos, algo aún insuficiente.

De esta salimos con vacunas, no es novedad. Así se salió de la viruela o el sarampión. Pero, aunque nos lo negaron por mucho tiempo, Argentina tiene capacidad de hacer toda la fabricación de vacunas.

De hecho las producimos, pero no las tenemos porque prima el lucro de la industria farmacéutica mientras la gente se contagia y muere.

Sobra pandemia y faltan vacunas. Por eso se administran a un promedio de 74 mil al día. A ese ritmo, las 3.960.000 dosis que supuestamente llegarían, tardarían 54 días en aplicarlas. Pero el gobierno sigue esperando que manden las vacunas que ya pagamos y además fabricamos acá, en Garín, provincia de Buenos Aires.

Se produjeron 70 millones de vacunas, pagamos el 60% de las 22.400.000 de vacunas compradas, pero no recibimos ni una. Se fueron todas a países centrales para beneficio de empresarios como Sigman, dueño del laboratorio mAbxience que produce la de AstraZeneca y aporta a las campañas del gobierno y la derecha.

Desde la izquierda presentamos un proyecto de ley al Congreso y se lo llevamos a la ministra de Salud, Carla Vizzotti, para declarar de utilidad pública, sujeto a expropiación, ese laboratorio para producir estatalmente la vacuna. Hubiésemos vacunado ya a la población y sobraría para Latinoamérica.

Alberto Fernández y el gobernador Axel Kicillof dicen estar por que se liberen las patentes, pero no pasan de las declaraciones.
Podrían apelar a la resolución de la OMC de 1994 que contemplaba que se podrían licenciar o eliminar patentes en situaciones excepcionales.

¿Qué esperan para priorizar en serio la vida de bonaerenses y argentinos?

Para peor, el hambre se propaga al ritmo del virus: el 45% es pobre. Según el INDEC, en el conurbano bonaerense ésta afecta al 72,7% de los pibes, siendo la región con la mayor pobreza infantil del país.

Pero las medidas del gobierno solo alientan la pobreza, al disponer apenas la continuidad de la asistencia a las empresas, el aumento de salarios complementarios y de la tarjeta alimentaria.

¿Cómo van a subsistir los 3.2 millones de bonaerenses que el año pasado recibieron un paupérrimo IFE de 10.000 pesos?

Con la canasta de pobreza en $ 62.958, no implementar un IFE de 40 a 60 mil pesos, obliga a millones a salir por un plato de comida.

Hay que garantizar también salarios y jubilaciones que igualen la canasta familiar y prohibir por ley los despidos y suspensiones, además de alimentos a los comedores.

Es la agenda básica, junto a las vacunas. Fondos sobran, si se afectan las fortunas de los "dueños de la Provincia", del 1% del país.

No con un "aporte" por única vez, sino con un impuesto permanente a la riqueza. Además de cesar todo pago de la deuda a los bonistas y el FMI para asegurar recursos y mejores condiciones laborales a la primera línea y un sistema de salud que debe ser único, estatal y gratuito.

En plena #SemanaDeMayo, hoy independencia y soberanía es que la plata y las vacunas sean para nuestro pueblo. Si se pudo hace 211 años, estoy segura que se puede hoy.

(*) - Vilma Ripoll es dirigente del MST.