Por Antonio D’Eramo

En tiempos de pandemia son preferibles los diálogos en las veredas de los bares porteños. En uno de ellos, Gustavo Marangoni, profesor de la carrera de ciencia política de la Universidad de Belgrano y ex presidente del Banco Provincia, analiza la actualidad política y económica radiografiando la compleja trama que une al oficialismo en el poder. Una enumeración de características que podrían reflejarse en la coalición opositora más importante y que juntas determinan la vida política nacional de los últimos veinte años.

Pero la Argentina es un país presidencialista. Con fuerte incidencia de las acciones que pueda desplegar, en este caso, Alberto Fernández. Acerca del primer mandatario, Marangoni, focaliza en el intenso año vivido que lo llevo a picos de aprobación de su administración en marzo-abril de 2020  para tener una caída de su imagen, un año después.

“Es un año muy intenso para el presidente” afirma Gustavo Marangoni, “en las últimas semanas perdió dos ministros de su extrema confianza.  Ginés González García en la cartera de Salud y Marcela Losardo en Justicia, si se compara su imagen con el año anterior, cuando había encontrado un sitio muy firme y delimitado en el centro de la escena. Se lo veía moderado, dialogando con Horacio Rodríguez Larreta y Axel kicillof, aportando una convergencia al centro político que fue bien ponderada  en la opinión pública. Ese era el modelo Alberto Fernández 2020. El modelo Alberto Fernández 2021 se lo observa descentrado. Es como en la película Los secretos de Harry de Woody Allen que incluye un personaje protagónico que esta fuera de foco. Es una analogía de lo que sucede con el Presidente que no logra ajustar el foco de su imagen. Parece haberse recostado en la base más firme y numerosa del Frente de Todos que es el kirchnerismo pero al apoyarse allí, no termina de encontrar el punto virtuoso, de equilibrio, para dirigir a una coalición que no puede dejar insatisfechos a los que ocupan el centro de la política.

En ese sentido parece haber un protagonismo más importante del titular de la Cámara de Diputados nacional, Sergio Massa.

Exacto, el centro lo posee Sergio Massa. Tanto Cristina como Massa están en foco. La imagen que transmite la Vicepresidenta está en foco, es nítida, uno sabe quién es, que quiere, cuáles son sus propósitos y, con Sergio Massa, ocurre lo mismo porque se ha quedado con el centro de la coalición, con el proyecto de ganancias que beneficia  a muchos asalariados de clase media, al tiempo que sostiene el diálogo con empresarios y genera acuerdos con Máximo Kirchner. El Presidente ha quedado entre esos dos mundos,  al principio más corrido hacia un lado, luego,  más hacia el otro y en esos movimientos pierde nitidez su imagen en la opinión pública. Me da la sensación que va a permanecer en ese dilema durante todo el período de gobierno. Porque es parte de la incomodidad con la que tiene que lidiar el Frente de Todos como coalición como le pasaba, en otros ejemplos, a Mauricio Macri que tenía que lidiar con los radicales, con Lilita Carrió, entre otros. A eso, le sumas el mensaje de la primera cadena nacional para hablar de coronavirus que dejó gusto a poco. Una cadena genera una expectativa muy grande  y su efecto se inscribe dentro de las dificultades que ha tenido a lo largo del mes de marzo.

Este es un año electoral, de pandemia y elecciones. ¿Dónde se encuentra el interés del electorado este año?

Tengo la impresión que la dinámica de la relación del Presidente con su Vice y  con el resto de la coalición va por un lado mientras que la performance electoral del Frente de Todos, va por otro. Me parece que buena parte de la opinión pública va a elegir su voto por otros motivos que la relación de Alberto y Cristina o su relación con la Justicia. Hay que prestar atención al voto pragmático. La gente dice vamos a ver cómo me va con el brazo y con el bolsillo y después te contesto a quien voto en Octubre. Por el tema electoral va a ser más importante el nivel de vacunación de la población y el pulso de la economía. Lo demás son cosas que nos importa a los que vivimos de hacer política y de analizarla mientras que al ciudadano de a pie, que busca una mejora de sus ingresos, que quiere recuperar el trabajo o proteger sus ingresos pondera estas cuestiones. Es muy difícil encontrar un gobierno que haya ganado una elección en un contexto económico muy adverso como sucedió en el año 1995 con Carlos Menem durante la crisis financiera del tequila y que se produjo porque la sociedad entendió que el que gobernaba daba más seguridades que el que no lo hacía. Y, el otro tema que preocupa a la gente es la inseguridad. Lo que sucedió en los últimos días es grave. El repudiable ataque a pedradas a la combi presidencial en la provincia de Chubut y las constantes peleas entre Sergio Berni y Sabina Frederic que estallaron del todo en el caso de la nena M.

En muchas redacciones suelen haber debates acerca de que es más importante si la política o la economía. Saber si la política determina a la economía o viceversa. ¿Qué tan atadas tiene las manos el político en la Argentina por las razones financieras?

La relación entre política y economía es el único espacio en la vida en el que yo no creo en el divorcio. En todas las demás relaciones, entre la gente, se puede producir un divorcio. Entre política y economía se produce un vínculo que está siempre activado y lo que van variando son las medidas. Ahora, en este punto hay algo que me llama la atención de la dinámica actual. La economía tiene dos caras, lo que está mal es la inflación, obviamente, pero, la recuperación de la actividad viene muy bien respecto del año pasado. El gobierno mucho no lo comunica, quizá estén aguardando la comparación de los meses de la cuarentena del 2020 con los del presente año. Pero, la recuperación viene firme y yo los veo detenidos con discusiones en otros temas, reforma judicial, peleas con los medios y la economía, por sectores no en su totalidad, se está recuperando más de lo que se esperaba, en particular, la industria y la construcción. Los servicios están más vinculados a los cuidados por la pandemia que cada uno puede tomar. Ya no hace falta que venga un gobernante y nos diga quédate en casa y cuídate. Eso lo vamos a hacer nosotros.

¿Cuál es el secreto del oficialismo para triunfar en las próximas elecciones?

El oficialismo electoral tiene dos ventajas. La primera se encuentra en la provincia de Buenos Aires. Y, la otra, está representada en que a nivel nacional el peronismo y el pan peronismo  tienen un piso electoral muy alto. El gran mérito de Cristina, al armar la coalición, fue atraer a Sergio Massa. Alberto fue la frutilla de ese postre pero la otra porción de la copa helada fue Sergio Massa. Si el oficialismo cuida esa unidad, la oposición de Juntos por el Cambio, tiene un problema porque no es fácil ganarle al peronismo y al pan peronismo unido.

Yendo específicamente a la provincia de Buenos Aires, es el lugar donde más recursos y esfuerzos se vuelcan porque representa el 38 % del padrón y la oposición, debería advertir, que la fórmula que pensó el Frente de Todos es casi matemática. Es compleja en su enunciación porque es: uno más tres más S más N. Traducida la fórmula significa: primera más tercera sección electoral bonaerense sumado a las provincias del norte y del sur de la Argentina. Allí radica la fortaleza del peronismo mientras que en las provincias del centro del país se encuentra la fortaleza de Juntos por el Cambio.

¿Es el kirchnerismo un fenómeno que tiende a desgastarse producto de las crisis?

El peronismo, que ha gobernado a la Argentina en reiteradas ocasiones desde su fundación, tiene en el kirchnerismo, una versión, que ya lleva 17 años, hegemonizando la vida política del partido peronista o del movimiento y la pregunta es ¿Por qué, después de la influencia de Juan Perón, el kirchnerismo es el tiempo político más largo que ha superado incluso al menemismo? Hay que indagar en ese punto para explicar la política argentina. Tratando de ser más desapasionado hay que analizar las herramientas que permiten entender  la hegemonía del kirchnerismo respecto de la vida interna del peronismo.

Tanto el kirchnerismo como el macrismo son expresiones post 2001, uno en clave progresista, el otro, en clave ortodoxa más de centro derecha y no surgen alternativas diferentes. Las limitaciones que tienen es que tanto, Cristina por un lado y Mauricio, por el otro, se arreglan con fragmentos en una Argentina que se ha convertido en una suerte de archipiélagos, políticos, sociales y económicos que quedan ejemplificados en que en el conurbano el country más cotizado linda con el barrio más empobrecido. O, en la Ciudad Autónoma, cuando un viernes peticionan en la 9 de Julio los movimientos sociales y los sábados se manifiestan las clases medias por otros motivos. Gobernar argentina no es nada fácil.

Y, existe un punto del análisis que no se puede obviar, y es la ausencia de dogmatismo de parte de Cristina Fernández de Kirchner. Muchos analistas piensan que Cristina es dogmática pero propuso de candidato al Presidente, una persona que se la paso criticándola y, ni que hablar, con Sergio Massa. Por ejemplo, Cristina no encuentra ninguna contradicción en reunir a una figura que se referencia en el progresismo como Axel Kicillof y juntarlo a trabajar con un ministro más cercano en algunas ideas a Patricia Bullrich, como es Sergio Berni. Y, no tienen, entre ellos, al menos que se sepa, ni un si ni un no.  Yo creo que esto se explica porque en la provincia de Buenos Aires, en materia de seguridad y en el  plano discursivo, a los garantistas  les fue peor que a los no garantistas. Del lado de los no garantistas tuviste a Alejandro Granados, a Luis Patti, a Aldo Rico, a Carlos Ruckauf y, ahora, a Sergio Berni. A veces, los analistas y periodistas no están entendiendo la lógica pragmática de Cristina.

Tanto el macrismo y el kirchnerismo han logrado escapar a una crisis social como el 2001. Da la sensación que la famosa grieta sirve para desalentar el grito de que se vayan todos.

La dirigencia política saco tres conclusiones importantes en el 2001. La primera, no se jode con los bancos. Pero no con las entidades financieras en sí. No se le pone la mano en el bolsillo a los ahorros de la gente porque  eso no te lo tolera.  La segunda, es necesario tener una base importante de contención social. Más IFE, más tarjetas Alimentar como ocurrió el año pasado. En 2020 la economía cayó tanto como en 2001 pero no  hubo saqueos o disturbios porque inmediatamente se ordenó que se apliquen los mecanismos de contención. Ahora bien, hay un aprendizaje que no pudo sacar adelante que es la tercera conclusión. Como hacer crecer la Argentina, como desarrollarla. Porque es como que hemos inventado el subdesarrollo sustentable. La Argentina no explota porque la dirigencia ha aprendido que no se puede joder con cosas que pueden hacer que todo vuele por los aires. Sin embargo, hay una materia, crecimiento económico, para alejarnos de todos los males del pasado, que la dirigencia no logra sacar adelante. Allí hay una falla.

En su consultora, MyR, que conduce junto a Fabio Rodríguez, ¿cuáles son los temas que preocupan  a los empresarios que integran la comunidad de negocios en la Argentina?

La Argentina se ha convertido en un país muy volátil con un problema mayúsculo que es la inflación. A nosotros nos parece normal algo que no lo es y, eso sucede, porque nos parece habitual. Hay mucha gente que vive en un contexto de violencia y a lo mejor le parece que es normal pero no lo es. En la Argentina, a excepción de algunos pocos años en los ’90 que no la padecimos, hace 60 años que la inflación es un tema grave. Es muy difícil que una economía con esa característica sea un lugar atractivo para la inversión privada. Y, estoy hablando del pequeño y mediano industrial o comerciante, no de las grandes inversiones empresarias. El precio, es antes que cualquier otra cosa, un mecanismo de información  y si ese mecanismo está alterado no podes hacer un correcto diagnóstico. Entonces, como sé yo si es razonable hacer tal o cual cosa en una empresa, si un costo tan básico como puede ser la tarifa de la electricidad, del gas o del agua, hay momentos donde no aumenta nada, hay otros donde te aumentan al mil por ciento y, de vuelta, se regresa a un congelamiento de tarifas. Es como un médico que tiene que analizar a un paciente que por momentos tiene un ritmo cardiaco perfecto, en otros, está absolutamente acelerado con taquicardia y, luego, pasa a tener un ritmo cardiaco muy débil y además le sube la presión en algunos días y, en otros, le baja. Entonces, ¿qué determinación debe tomar? Debe estabilizar al paciente que es lo que hacen los médicos de urgencia. En una guardia primero te estabilizan para luego actuar. Mientras que la Argentina siga teniendo estos niveles de inflación será muy difícil someterla a un proceso de crecimiento.

Se trata de un problema que no han sabido resolver ni el Frente de Todos ni Cambiemos

Lo que me hace ruido de todo esto es que cada una de las dos coaliciones se ha adueñado de una parte de una relación económica fundamental que es la oferta y la demanda. El Frente de Todos prioriza la demanda, la economía se reactiva por la demanda y Juntos por el Cambio sostiene la doctrina  Aranguren de fomentar la oferta, de recomponerla, política que exploto por los aires. En la oposición al gobierno te dicen la oferta es nuestra y uno dice miren que la oferta y la demanda van juntas no separadas, en este caso, tampoco se puede establecer un divorcio como decíamos antes entre la política y la economía.  Son diferencias económicas que el ministro Martín Guzmán comprende y trata de hacer un gran esfuerzo por armonizarlas.  Guzmán está alertando, en una administración heterodoxa en el pensamiento económico que trata de mirar más la demanda que la oferta, guarda con la inflación, cuidado con el déficit fiscal, pero es como un 9 de área que esta medio solo en campo ajeno y que no está bien acompañado como para que le lleguen las pelotas de gol. En las últimas  semanas hemos visto como Guzmán tienen una visión de aumentar las tarifas en un orden del 25 o 30% y los entes regulatorios, que pertenecen a su propio gobierno, le dicen que no hay que priorizar una mirada fiscal al respecto y que las tarifas tienen que aumentar mucho menos. Sin importarles que los recursos van a salir del fisco. Es un problema fiscal cuando todos los salarios que se negocian por paritarias están por arriba del 30%. Si las tarifas aumentan en promedio un 25%, las aumentas menos que los salarios,  pero das una solución a un congelamiento que viene del gobierno de Macri. Con el agravante que  el tema de subsidios a las tarifas es más complejo que el de subsidios al transporte. Nadie se toma seis colectivos en un día porque el transporte es barato pero si la energía se retrasa uno consume mucho más de lo que debiera. La campaña de Macri para que se cuide la luz era muy extrema pero hay que buscar un justo medio.  Martín Guzmán, en este tema, se planta de una manera interesante.