Desde hace 24 años el Partido Justicialista (PJ) gobierna la Provincia de Córdoba. Se trata del cuarto territorio en términos de aporte al Producto Bruto Interno (PBI) y el segundo en porcentajes de electores del padrón electoral nacional (8,69 por ciento). Sin embargo, más allá de los números, es la tierra de la Reforma Universitaria, el Viborazo y el Cordobazo. 

Todos los hechos nombrados tuvieron consecuencias a nivel nacional. Hace dos semanas, la poderosa provincia mediterránea logró apoderarse, como en los sucesos mencionados, de la agenda capitalina. Si bien estas acciones no tienen tal trascendencia histórica, pusieron de manifiesto el poder fuego que conserva Córdoba en el tablero electoral.

Desde 1999, con la victoria del pejotista Juan Manuel de la Sota, los cordobeses le abrieron la puerta a una nueva lógica de votar en el cuarto oscuro: optar por los cuadros políticos que ofrece el PJ en las elecciones provinciales; mientras que, en las presidenciales, optar por la oposición al peronismo. 

Este nuevo método contó dos excepciones en el medio: las elecciones presidenciales del 2003, en las que se inclinaron por Carlos Ménem (PJ en alianza con la UCEDE), como en 1995, luego del desmoronamiento por la crisis del 2001 de las figuras de la Unión Cívica Radical (UCR). El partido centenario absorbió durante años la mayoría de los sufragios en la Provincia, que luego heredó el PRO

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La otra fue en 2011, la elección plebiscitaria de la actual vicepresidenta con el 54 por ciento. La fórmula Hermes Binner-Norma Morandini, por el Frente Amplio Progresista, cosechó 412.351 votos contra 689.271 de Cristina-Amado Boudou. El resto de los votos opositores se repartió entre los binomios Raúl Alfonsín-Javier González Fraga (392.760) y Elisa Carrió-Adrián Pérez (29.588). 

Quitando estas dos fechas, los cordobeses replicaron la fórmula adoptada en el ‘99 hasta la actualidad (peronismo para la provincia, oposición al peronismo en la Nación). Por lo tanto, cada aspirante opositor al peronismo-kirchnerismo no puede aspirar a competir por la Casa Rosada sin hacer una gran elección en Córdoba.

El último gobernador radical que tuvo Córdoba, antes del desembarco hegemónico del peronismo, fue Ramón Mestre, que gobernó desde 1995 a 1999. Su predecesor fue nada más y nada menos que Eduardo Angeloz. El histórico líder radical cordobés estuvo al frente de su provincia entre 1983 y 1995.