El último peinado y el descanso ¿definitivo? de Evita
Hace 45 años y tras un periplo marcado por el odio, los restos de la abanderada de los humildes fue depositado en la bóveda de la familia Duarte en el Cementerio de la Recoleta. El capítulo final de un cuerpo en disputa permanente.
La historia post mortem de Evita es uno de los pasajes más apasionantes de la Argentina, pero su último capítulo es más bien casi desconocido. Tras su secuestro y posterior entierro con nombre falso en un cementerio de Milán, el cadáver embalsamado de la abanderada de los humildes regresó al país en 1974 luego de estar casi tres años en Puerta de Hierro, en las afueras de Madrid. Su primer descanso tras la repatriación fue en una cripta en la Quinta de Olivos, junto a los restos del recién fallecido Juan Domingo Perón. Dos años después, un 22 de octubre de 1976, en plena dictadura militar el cuerpo de Evita fue entregado a su familia y depositado en el panteón de los Duarte en el Cementerio de la Recoleta.
Un día como hoy pero hace 45 años María Eva Duarte de Perón ingresó a la bóveda del reconocido camposanto porteño y a partir de esa fecha el lugar se convirtió en sitio de peregrinación tanto para militantes del movimiento peronista, como para turistas de todas partes del mundo.
Su muerte, el 26 de julio de 1952; su posterior velatorio multitudinario; su embalsamamiento por parte del español Pedro Ara; su breve descanso en el edificio de la CGT; su secuestro y desaparición durante décadas, enterrada en Il Cimitero maggiore di Milano bajo una lápida con el nombre de María Maggi de Magistris; y su entrega a Perón en septiembre de 1971. Esa parte de la historia es harto conocida, pero la parte final del trayecto de Evita no suele estar presente en el recuerdo.
Antes de reunirse con sus familiares depositados en la Recoleta, el cuerpo de Evita había sido restaurado en 1974 por el entonces jefe del laboratorio de Restauración del Museo de la Policía Federal Argentina y fundador del Instituto Técnico de Restauración, Domingo Tellechea.
Los trabajos de construcción de la cripta de Evita en el panteón de los Duarte estuvieron a cargo del arquitecto Horacio Oscar Chamorro. Foto: marianobayona.com
Luego del golpe militar de 1976, el dictador Jorge Rafael Videla ordenó que tanto el cuerpo de Perón como el de Evita fueran entregados a sus familias: el General fue trasladado al Cementerio de la Chacarita y la abanderada de los humildes, a la Recoleta.
Escasos días antes de entrar a la bóveda de los Duarte tuvo su último retoque estético. Esa tarea estuvo en manos de ni más ni menos que el reconocido estilista Miguel Romano: "Le hice un peinado todo para atrás, estaba rubia, rubia y con dos tirabuzones a los costados. Estaba maquillada, perfecta", relató hace algunos años el peluquero de los famosos. "El último peinado de Evita se lo hice yo", subrayó Romano, quien llegó a realizar el arreglo porque entre sus clientas estaba Norma López Rega, esposa de Raúl Lastiri, quien había sido presidente interino tras la renuncia de Cámpora en julio de 1973.
La bóveda familiar de los Duarte es la más visitada del Cementerio de la Recoleta. Foto Cementerio de la Recoleta.
Una vez que el cadáver de la ex primera dama estuvo listo, el 22 de octubre de 1976 fue depositado en la bóveda familiar ante la atenta mirada de dos hermanas: Blanca Amelia Duarte de Álvarez Rodríguez y Erminda Luján Duarte de Bertoldi. La inhumación fue hecha "sin documentación alguna" y el acta rubricada por las hermanas y dos funcionarios (el director general de Cementerios, Alberto Julián Alderete, y la directora de la Recoleta, María Teresa Sabaté de Roca) tenía como finalidad "reemplazar la documentación que hubiese correspondido si el cadáver estuviera en estado natural".
Algunos viejos dirigentes del PJ nunca ocultaron sus intenciones de reunificar a Perón y a Evita para que puedan descansar juntos en la Quinta "17 de Octubre", en San Vicente. Sin embargo, la decisión familiar de los Duarte -al menos la de la rama más antigua- es que sus restos sigan en la bóveda de la Recoleta, indicaron a NA parientes de la ex primera dama. Por ahora, el camposanto porteño seguirá siendo el punto de peregrinación de miles por año: el futuro dirá si el descanso allí es definitivo o tendrá un nuevo traslado, uno más en su derrotero post mortem.