Horas antes de que el avión que traía de regreso a Juan Domingo Perón aterrizara en Ezeiza, un grupo de miembros de la Armada protagonizó una sublevación en la ESMA que, por escasos minutos, no disparó una serie de levantamientos en todo el país.

El levantamiento fue encabezado por jóvenes de poco más de 20 años de diferentes orígenes, en su mayoría clase trabajadora, pero "desentonaba" Julio César Urien, criado en San Isidro y descendiente de José Domingo Urien, uno de los jefes del Regimiento de Patricios durante las Invasiones Inglesas de 1806 y 1807.

El grupo discrepaba con la dictadura de Alejandro Lanusse y consideraba que las Fuerzas Armadas debían estar al servicio del pueblo, no para reprimirlo.

Los uniformados eran entrenados en Alteraciones del Orden Público: un ejercicio era simular una toma de una fábrica por parte de los trabajadores, por lo que un día varios uniformados terminaron cantando la Marcha Peronista, aprovechando el acto ficticio. Para desmarcarse de esas Fuerzas Armadas, el grupo consideró que la única opción era acompañar a la Juventud Peronista.

Tras la Masacre de Trelew, en distintos predios de la Armadas hubo atentados de grupos extremistas, por lo que se decidió poner una unidad de combate operativa en la ESMA. Ese grupo de jóvenes que empezaron a simpatizar con el peronismo ensayaba en lo formal la defensa del predio, pero en realidad practicaban lo que sería la toma.

El grupo liderado por Urien contaba con el apoyo de los conscriptos, por lo que en total sumaban alrededor de 200 uniformados. Al momento de la sublevación, en la noche del 16 de noviembre, en el predio de la ESMA había cerca de cuatro mil personas: el grupo rebelde había visto por televisión que Perón ya había emprendido el vuelo desde Roma hacia la Argentina.

El recuerdo de la sublevación en la ESMA a la espera de Perón

Julio César Urien, líder del grupo de marinos que se sublevó horas antes del regreso de Juan Domingo Perón a la Argentina.

Barrionuevo, un oficial no complotado, sospechó algo y decidió acompañar a Urien hasta el dormitorio de los cabos, tras haberlo cruzado en el Casino de Oficiales: al abrir la puerta, Barrionuevo fue abordado. "Entréguese en nombre de la Revolución", le ordenaron.

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Luego, Urien se dirigió hacia la Guardia Principal de la ESMA para controlar la situación y allí fue apresado: después de ser trasladado hacia el Casino de Oficiales, otro grupo comando se dirigió hacia la entrada donde había sido captura el cabecilla.

Allí tomaron a los guardias que permanecían en el lugar y un grupo de detenidos, que comprendieron los movimientos, se identificó como peronistas y reclamaron su liberación, para poder acompañarlos hacia Ezeiza. En ese momento se produjo un tiroteo, en el que murió el cabo Juan Contreras.

Con Urien todavía detenido, los disparos alertaron al resto de los militares de la ESMA, quienes advirtieron a la cúpula militar del levantamiento. Varios móviles de la Policía Federal arribaron al lugar y los recibieron los sublevados, quienes los dejaron ingresar amablemente y luego los tomaron prisioneros. Otro grupo de conscriptos se sumó al movimiento y se plegó al grupo de oficiales, aunque algunos no pudieron salir de allí.

Algunos micros de la Armada fueron utilizados para trasladar a los sublevados y en los vehículos también iban como prisiones el 1er y 2do comandante del Batallón: emprendieron camino hacia la Plaza Grigera, en Lomas de Zamora.

El recuerdo de la sublevación en la ESMA a la espera de Perón

Vista de la antigua disposición de la Plaza Grigera, en Lomas de Zamora.

Los díscolos que se quedaron en la ESMA sufrieron la furia de los altos mandos, quienes al descubrir que había habido un muerto en el enfrentamiento intentaron fusilar a uno de los sublevados.

"El objetivo que nos habíamos propuesto se cumplió: era llegar a Lomas de Zamora, resistir ahí hasta que llegara Perón y ponernos a sus órdenes", subrayó Urien en el documental "Los Marinos del Pueblo", dirigida por Carlos Alberto Pico y Miguel Ángel Curci y presentada en 2009.

Los sublevados tenían los intercomunicadores de la Policía Federal y a través de ahí escuchaban que se estaba organizando el Ejército para ir a reprimir al grupo. Ahí esperaron el contacto, que nunca apareció, por lo que el grupo quedó desorientado y se vio rodeado por los militares.

Un pequeño grupo logró escabullirse instantes antes en una camioneta llena de armas y luego se cambiaron a un Torino y llegaron hasta Chaco, en donde acamparon frente al río.

En tanto, Urien fue trasladado al Comando en Jefe de la Armada y en el trayecto le dijeron: "¿Usted sabe que lo podemos fusilar, no? Pero no te queremos transformar en una bandera". Otros tres sublevados que habían quedado en la ESMA fueron heridos por un mismo disparo que los atravesó: a Julio César Albornoz la bala le ingresó por la frente desde su lado derecho, a Medero le destrozó la nariz y a Juan Galván último le impactó en el brazo.

El cabecilla del grupo comentó en "Marinos del Pueblo" que tiempo después miembros de otras unidades militares le manifestaron que de haberse extendido la resistencia en la Plaza Grigera, la noticia habría llegado a todo el país y ahí se habrían motorizado varios alzamientos más en apoyo a Perón.

Todos los involucrados en el levantamiento fueron detenidos y plantean que, de no haberse sublevado, habrían terminado siendo parte de los grupos de tareas que años más tarde cometieron una innumerable cantidad de delitos de lesa humanidad en la dictadura militar: en esa misma Promoción 100 de la Armada a la que pertenecían los que se levantaron en armas estaba Alfredo Astiz.

En mayo de 1973, cuando Héctor Cámpora asumió la Presidencia todos los oficiales, suboficiales y conscriptos que estaban detenidos por la sublevación fueron amnistiados y liberados. Sin embargo, en 1974, tras la muerte de Perón, fueron dados de baja.

Varios de los integrantes de aquella sublevación terminaron en las filas de Montoneros, como el caso del propio Urien.

El 17 de noviembre de 2005 el entonces presidente Néstor Kirchner reincorporó como tenientes de fragata a Julio Urien, Aníbal Acosta, Luis Hirsch y Mario Actis. Mientras que en marzo pasado, el mandatario Alberto Fernández reincorporó a diez marinos de aquel grupo.