Tocado por el escándalo de las vacunaciones de privilegio, el Gobierno se apresta a inaugurar un nuevo período de sesiones ordinarias en el Congreso de la Nación en un contexto que le demanda reacciones urgentes para volver a fijar una agenda propia.


En semanas recientes, una serie de polémicas de alcance nacional, como el revuelo en torno de los centros de aislamiento en Formosa por la pandemia de Covid-19 y la discusión por el comienzo del ciclo lectivo 2021 con clases presenciales, más la aplicación de vacunas contra el coronavirus en forma discrecional, forzaron al oficialismo a dar explicaciones de manera casi permanente.


Al mismo tiempo, la oposición logró absorber mayor atención de parte de la opinión pública en medio de estas controversias y en este marco, cuando aún no decanta la polvareda generada por el alboroto que le costó el cargo al ex ministro de Salud Ginés González García, el presidente Alberto Fernández se presentará el lunes frente a la Asamblea Legislativa.


Tras un nuevo conflicto que le explotó en las manos, el Gobierno, con Fernández a la cabeza, buscará retomar su propia agenda y plantear temas que le permitan recobrar el interés general en torno de su gestión, en momentos en los que la carrera electoral 2021 está cerca de comenzar.


En este sentido, cuando parecía que el oficialismo había logrado iniciar un camino de fortalecimiento de su vínculo con la clase media, a partir del proyecto que exime de pagar el impuesto a las ganancias a quienes cobren menos de 150.000 pesos (en bruto), el escándalo por la "vacunación VIP" volvió a magullar la relación.


La oposición rápidamente intentó capitalizar la situación y en efecto lo consiguió, en especial cuando empezaron a circular en redes sociales y en medios de comunicación imágenes de jóvenes militantes de la agrupación kirchnerista La Cámpora aplicándose la vacuna contra el coronavirus.


También recibieron el fármaco dirigentes políticos y allegados a la coalición gobernante que no integran grupo de riesgo alguno, relegando de "la fila" a quienes sí deberían tener prioridad, lo que generó indignación en sectores de la sociedad, tanto como las fallidas "explicaciones" de Fernández durante su gira por México y el derrape al hablar de "payasadas".


En un año electoral, en medio de una pandemia (por coronavirus) y con un economía nacional ciertamente debilitada, el Gobierno no puede permitirse que la oposición imponga la agenda sobre la que debaten los argentinos, si pretende llegar bien pertrechado a los próximos comicios de medio término.


Pero tampoco debería caer el jefe de Estado en la torpeza dialéctica de minimizar lo sucedido y referirse al escándalo de las vacunas de privilegio con términos despectivos, si el objetivo del Gobierno es, en efecto, tratar de reconciliarse con aquellos que aún se sienten decepcionados.

La "grieta", expuesta en las calles

Mientras tanto, la oposición volvía este sábado a salir a las calles para manifestarse contra los recientes barahúndas en las que se vio involucrado el Gobierno, al tiempo que sectores del oficialismo también organizaron para el próximo lunes una marcha de respaldo a la gestión de Fernández.


En cuestión de días, la "grieta" que divide a la sociedad argentina volverá a quedar expuesta en la vía pública, de igual manera que se observa reflejada en encuestas nacionales sobre ponderación de imagen.


Asimismo, la valoración positiva del jefe de Estado se redujo este mes en casi todo el territorio nacional, según un trabajo de la firma CB Consultora. De todos modos, aún está por verse el impacto que tendrá el revuelo en torno de la "vacunación VIP" en próximas mediciones.


Pero volviendo a la política del día a día, el Gobierno además de tener sus energías depositadas en la economía, en la campaña de vacunación y en la disputa electoral que se avecina, también mira de reojo lo que está sucediendo puertas adentro en la principal fuerza de oposición, Juntos por el Cambio (JxC).


Allí, aparte de discutirse el rol que debe ocupar el ex jefe de Estado Mauricio Macri en esa coalición, las próximas elecciones internas de la Unión Cívica Radical (UCR) generaron tensiones que han ido aumentando en los últimos días, tanto en la Ciudad como en la provincia de Buenos Aires.


En el distrito bonaerense, un sector más disruptivo liderado por el intendente de San Isidro, Gustavo Posse, enfrentará el 21 de marzo en las urnas al oficialismo, más conservador y que lleva como candidato a la presidencia del partido a Maximiliano Abad, diputado provincial.


El resultado de esos comicios podría ocasionar un golpe de timón en la relación entre el radicalismo y las demás fuerzas políticas que integran JxC en la Provincia, en especial con el PRO, sobre todo si el triunfador es Posse, que pretende imprimir a la UCR un rol más protagónico dentro de la coalición.


"Queremos ser socios plenos", dijo a NA el jefe comunal de San Isidro, que valoró como "combustible de avión" el respaldo que le viene brindando Martín Lousteau a su postulación. Incluso, en el sector de Posse se animan a fantasear con la posibilidad de que el actual senador nacional compita por la Jefatura de Gobierno porteña en 2023 o bien se erija como el candidato presidencial del radicalismo dentro de dos años.


En la ciudad de Buenos Aires, la normativa vigente impide al alcalde Horacio Rodríguez Larreta ir en busca de una segunda reelección una vez que concluya su actual mandato.


(*) - Director periodístico de la agencia Noticias Argentinas (NA); erodriguez@noticiasargetinas.com; TW: @efrodriguez012.