Por Nelson Castro (*)

Estamos viviendo momentos que representan en lo judicial un capítulo muy importante de la política argentina. Del presente y con proyección al futuro.

Claramente uno de los objetivos de Cristina Fernández de Kirchner para llegar al poder era la búsqueda de la impunidad. Por eso buscó el Senado, para evitar ir presa.

Sin duda el kirchnerismo esperaba, en esa concepción que tienen de la justicia militante, que electos, y ya llegados al poder, la Justicia poco a poco hiciera caer las causas.

Fundamentalmente las que tienen que ver con los procesos de Cristina. Lo de Boudou, De Vido y demás es la cáscara, que les viene justo. Porque si las causas de Cristina hubieran caído ni el caso Boudou ni el caso De Vido ni el caso Jaime ni Milagro Sala hubieran movido un pelo de nadie. El razonamiento es a la inversa: Cristina dice si Boudou, De Vido, Milagro Sala y demás y yo seguimos en el curso de estas causas, a mí me pega. Con la incógnita que ha generado la causa de Lázaro Báez, que, aunque fuera absuelto, no la exime a Cristina de seguir procesada. Y eso la molesta. Le resulta una situación incómoda más allá de la protección que tiene.

Lo que vemos entonces es este crescendo, que ya lo pone al presidente de la República ante una disyuntiva política muy complicada: Alberto Fernández dijo permanentemente, y hasta el momento no cambio de opinión, que el no iba a indultar a nadie porque no creía en la institución del indulto, que es una atribución monárquica. Es decir, todo lo opuesto de lo republicano.

 Existe en todas partes del mundo. Trump antes de irse indultó a un montón de gente. Cuando viene el presidente nuevo, algunos de esos indultos se revisan.  El indulto es una herramienta poco revisable, pero obviamente el kirchnerismo ante las demoras de los tiempos y la persistencia de la Justicia en su actitud independiente del poder, ha salido con todo para decir que después del fallo de la Corte Suprema de Justicia, con un Tribunal que tiene relación mayoritaria con el kirchnerismo, algo que el kirchnerismo no dice. Los miembros de este tribunal no son enemigos políticos ni del kirchnerismo ni del peronismo.

Frente a esto, entonces, al kirchnerismo se le acabó la paciencia. Y sale a presionarlo a Alberto Fernández. Este es el valor político de lo que está ocurriendo. La interpretación al margen de la búsqueda de la impunidad hay que buscarla por este lado. Es una prueba de fuego para Alberto Fernández.

El kirchnerismo le va marcando el camino. Y lo va acorralando contra la pared. Cada vez más. Y lo va colocando en una situación que lo debilita. Y que afecta fuertemente su autoridad y su credibilidad.

Hay que escuchar a los personajes de esta trama para ver lo endeble de su postura. Es nuestro trabajo, uno critica basado en hechos. Uno no critica a Eugenio Zaffaroni porque le caiga bien o mal, uno analiza lo que dicen.  “Si la Justicia sigue así va a generar una reacción popular en las calles. Como lo generó el fallo por el 2 x 1”, dijo Zaffaroni.

Hay que mostrarle a Zaffaroni lo parcial de su mirada, decirle que hubo banderazos por los presos libres el 26 de abril del año pasado. El kirchnerismo no toma en cuenta la reacción popular contra la liberación de los “presos políticos” que intentó llevar adelante y que lo frenó efectivamente la gente en la calle para convalidarse en la reacción del 2 x 1. 

Lo que dice Zaffaroni es muy peligroso. Porque hay que decirle a Zaffaroni que puede salir gente de los dos lados. Para el kirchnerismo cuando salen a apoyarlos es gente buena, pero cuando la gente sale a criticarlos, son golpistas.

Un hombre que fue ministro de la Corte Suprema convalida a la movilización popular como un elemento de presión para la Justicia. Si esto se impone en la Argentina, se terminó la República. Y así entramos en el chavismo o en el modelo de Cuba o la Rusia de Putin.

Y aunque son temas que a la gente común les pasa muy de lejos, que tiene preocupaciones cotidianas como llegar a fin de mes o conseguir empleo, lo que hoy se acaba de escuchar es peligrosísimo. De los dos lados. El kirchnerismo cree que los jueces deben ser afines al Gobierno, que es lo peor que puede pasar en materia de independencia de poderes. Y es lo que vienen haciendo, porque uno evalúa las cosas de acuerdo con los hechos.

Hay una encuesta que dice que la Justicia funciona mal. Y me pregunto: ¿hace falta hacer una encuesta para entrar en la cuenta de lo mal que funciona la Justicia? Todo el mundo lo sabe, pero funciona mal para lo que le pasa al ciudadano de todos los días, cuando una chica en Rojas va a denunciar que la pueden llegar a matar y le cierran la puerta en la cara.

La Justicia funciona mal cuando se la habilita a Cristina de Kirchner a cobrar dos pensiones y no se ocupa del jubilado común. Por eso la Justicia debe fallarle todo a favor. Es el concepto monárquico de la impunidad.

Si presionar con la calle es la forma de concebir y condicionar al poder judicial se termina la República en la Argentina. Y esto lo sabe el Kirchnerismo, cuando están en el poder los jueces pueden favorecerlos, el día que no estén mas en el poder, se acaba.

Es muy delicado, que representa un desafío para las próximas elecciones. Si el kirchnerismo gana y obtiene las mayorías que todavía no tienen, vamos hacia Venezuela. Con las diferencias del caso porque es un gobierno cívico militar el de Nicolás Maduro, pero vamos hacia ese concepto.

La Justica es un pilar de la República. Cuando Raúl Alfonsín ganó las elecciones, al día siguiente se junto Ítalo Luder, a quien había vencido. Y veinte días después mandó un emisario para ofrecerle a Luder la presidencia de la Corte Suprema de Justicia. Y Luder, en un gran error histórico porque creía que aún tenía futuro político electoral, lo rechazó.

Vale el ejemplo para Alberto Fernández, quien dice ser un admirador de Raúl Alfonsín. Demuestre entonces que lo es. Aprenda esa lección. Y respete la independencia de la Corte Suprema, que es un valor que su usted lo mantiene, se lo reconocerá la historia.

(*) Nelson Castro es periodista en Radio Rivadavia, Todo Noticias y Diario Perfil.