Siempre lo supimos, pero esta semana se vio en plenitud el desastre moral en el que se encuentra una parte importante de la política argentina. Si Milei llegó al gobierno es porque la Argentina había naturalizado la delincuencia política. El patético intento fracasado de votar la Ficha Limpia mostró cómo una parte de la política argentina defiende la delincuencia como metodología habitual de la política. 

No pueden votar en contra de sí mismos, porque para ellos delinquir es la parte fundamental de su vocación política. 

El resto estuvo bien, pero uno puede ver a simple vista cómo muchos diputados hicieron maniobras para que no saliera. El oficialismo de La Libertad Avanza no mostró ningún entusiasmo por la ley. Cumplieron, pero ningún ministro habló del tema, y la reticencia del presidente de la Cámara (Martín Menem) a dar una prórroga de tiempo habla a las claras del poco interés. Solo en un país enfermo puede haber gente que no apoye Ficha Limpia. 

Este gobierno tiene un real y justificado interés en la economía y en la batalla cultural. También en la gran labor de reforma y desregulación del Estado. En esas cosas va muy bien. Sin embargo, la lucha estructural contra la corrupción y el aumento de la calidad institucional no parecen estar en sus prioridades: Lijo es el máximo exponente de la casta judicial y, por eso, es muy simbólica su nominación. 

. A mí también me gustaría que Milei no fuera mal hablado y se pareciera a un líder escandinavo, pero gobierna Argentina, un país en el que asesinaron a un fiscal que iba a denunciar a CFK. 

El kirchnerismo destrozó cualquier noción republicana. Los periodistas que ahora lloran porque los insultan en redes deberían recordar que, en la época de CFK, gente como Magdalena Ruiz Guiñazú era juzgada en Plaza de Mayo por unos mamarrachos kirchneristas. Los periodistas eran señalados en la TV pública y al que se oponía le mandaban la AFIP. A los empresarios que se oponían, también. 

En Argentina, el funcionamiento republicano se perdió hace tiempo. Hay que construir con lo que hay. El paréntesis de Macri fue solo un paréntesis que culminó con una elección perdida contra una organización delictiva. No es un tema nuevo el deficiente funcionamiento institucional y republicano en la Argentina. 

Milei tiene un funcionamiento raro y por eso desconcierta. El ataque a su vicepresidente no tiene explicación alguna. Además, hace poco había hablado bien de ella y de su agenda. Funciona así el hombre y está claro que todo depende de su humor en cada momento. En un instante en el que debería sumar, decide dividir. Es cierto que así llegó a presidente, y todos los días hay que agradecer que Massa no haya llegado al gobierno a completar el desfalco.
 

Lo que le aconsejaría a Milei es que deje de usar la palabra casta. Decirle casta a Villarruel, teniendo en el gobierno a Scioli, Francos y una lista infinita de gente con el apellido Menem, parece un chiste. La palabra ha perdido su efectividad. 

Todo en la Argentina es patético. Se anuncia que el matón Pablo Moyano abandona la conducción de la CGT. El anuncio normal debería ser que Pablo Moyano vaya a prisión. Solo por tener ese apellido pudo hacer las cosas que hizo: bloquear empresas solo porque no querían aportar para el gremio de camioneros. Lo penoso es que los candidatos a sucederlo también tienen causas por bloqueo de empresas y pertenecen al gremio de camioneros. Scorsese podría hacer una película de mafiosos con los Moyano. 

Estos sindicalistas cuentan con la protección de jueces y legisladores que bloquean, desde hace años, los intentos de reforma sindical. La justicia, los políticos peronistas y los sindicalistas forman un entramado delictivo donde todos se protegen. Hace años que esto sucede. Meter mano ahí es siempre un problema. En el tratamiento de la ley Bases, hubo diputados cuya única función era limpiar los artículos que tocaban los privilegios sindicales. 

Para seguir con los hechos patéticos, CFK presentó un recurso para volver a cobrar sus jubilaciones de privilegio. La condenada CFK tiene, como todos los delincuentes, una obsesión con el dinero. Es una familia de multimillonarios que no podrían explicar ni el 1 por ciento de la plata que tienen. Heredaron el amor por el dinero sucio de Néstor, que tenía una debilidad por los billetes. CFK está fuera de sí por su jubilación y es agradable verla caer tan bajo. 

Hay que ser rotundos en el aviso: no ser claro en el apoyo y hacer maniobras con el quórum convertirá en cómplices de delincuentes a los diputados que incurran en esas conductas. La corporación política se defiende a sí misma y la justicia no se mete, casi nunca, con el poder. Por eso son necesarias estas leyes.

Las columnas de Dario Lopérfido en la Agencia Noticas Argentinas

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