El homenaje a las víctimas del terrorismo fue obviamente una iniciativa de Victoria Villarruel, que desde hace mucho tiempo, diría que desde siempre, levanta esta bandera.

Bandera trémula de llanto y desesperación, bandera de paz, de amor y de perdón.

Yo solo tuve el honor de acompañarla en este gesto maravilloso. Gesto humano, sensible y patriótico. Un gesto absolutamente revolucionario.

La evaluación que hago del evento es totalmente favorable, pues a pesar de los insultos, amenazas y la violencia dentro y fuera de la Legislatura, el Salón Dorado estuvo colmado de familiares y amigos de las víctimas.

Víctimas en su totalidad inocentes que decididamente merecen ser homenajeadas... como todas las víctimas.

Víctimas que merecen ser honradas y lloradas por sus seres queridos y sus amigos, sin esconder sus lágrimas y sin disimular su dolor.

Víctimas de un terrorismo criminal, víctimas que en muchos casos eran niños o niñas, víctimas de un odio sin comienzo y sin final.

La violencia de los negacionistas de la izquierda es un sin sentido y un absurdo. Una afrenta a la verdad y a la democracia.

Ser negacionista de esa realidad es absurdo, ridículo y fatal. Ser negacionista de algo tan próximo, tan palpable y tan real tira por tierra las columnas que sostienen el templo de la racionalidad.

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¿Por qué ese intento de silenciar el dolor de esas familias que le fueron arrebatados sus seres queridos? ¿Por qué tratar de impedirle llorar a sus víctimas de cara al sol? ¿Por qué tratar de tapar con las manos el candente sol de ese dolor?

No hubo una sola palabra de reivindicación al golpe militar y mucho menos a favor de las atrocidades que se denuncian. Hecho que nuestro espacio repudia y condena en forma clara y sin reticencias.

Tampoco hubo mención electoral alguna ni política propia de campaña. Esas argucias propias de la CASTA no tienen lugar en nuestro ideario liberal y popular.

Fue un grito de dolor que derrumbó las tenebrosas murallas de silencio impuestas por décadas de traición. Un grito que escuchará la eternidad.

Para concluir destaco y agradezco la presencia en el evento de los diputados Nahuel Sotelo, Constanza Morales de la provincia de Buenos Aires, Leonardo Saifert de la Ciudad de Buenos Aires, y del diputado Nacional mandato cumplido Alfredo Olmedo de la provincia de Salta.

A las personas que viajaron desde la provincia de Tucumán (que no pudieron entrar por la violencia patoteril de los militantes de izquierda que reivindican al Ejército Revolucionario del Pueblo -ERP- y a los Montoneros, asesinos estos de las víctimas en cuestión, y que les impidieron ingresar), nuestra solidaridad y agradecimiento. Así también a la diputada nacional Carolina Piparo, que sufrió las mismas incomodidades que no le permitieron entrar a la Legislatura.

Y a nuestra querida amiga Lilia Lemoine, que fue rociada con querosene con obvias intenciones de incendiarla, o sea de matarla, nuestro afecto junto al repudio al salvaje intento que pudo terminar con su vida.

(* - Legisladora porteña de La Libertad Avanza).