Quedó definitivamente expuesta la fractura en el seno de la coalición de Gobierno en la discusión del acuerdo con el FMI en el Congreso, lo que supone para la Casa Rosada un contexto inmediato de máxima incertidumbre con relación a la continuidad de la gestión del presidente Alberto Fernández.

Tras la votación dividida del bloque del Frente de Todos (FdT) en la Cámara de Diputados, con el kirchnerismo duro dándole la espalda al proyecto sobre el pacto con el Fondo Monetario Internacional (FMI), el oficialismo ingresó decididamente al quirófano, mientras crece la expectativa sobre el rol que desempeñará Cristina Fernández de Kirchner cuando se discuta la semana que viene la iniciativa en el Senado.

Mediante un video divulgado en sus redes sociales -en esta ocasión, no se trató de una carta fulminante contra su propio Gobierno-, Cristina criticó al Fondo y coincidió con la postura disidente de su hijo Máximo, que luego de renunciar a la jefatura del bloque de diputados del FdT, votó en contra de la propuesta oficial, sin haber pronunciado palabra alguna en el recinto durante las deliberaciones.

Sí más tarde, después de que el proyecto fuera aprobado en el Cámara baja, su agrupación, La Cámpora, cuestionó en duros términos la iniciativa y lanzó munición gruesa especialmente contra el ministro de Economía, Martín Guzmán, a quien acusó de llevar adelante una estrategia de "secretismo, hermetismo, confusión y desinformación" en las negociaciones con el Fondo.

Las posturas encontradas en el seno de la coalición gobernante, con desavenencias profundas y cardinales, ya no sobre asuntos de menor calibre sino nada más ni nada menos que debido al mismísimo rumbo de la gestión de Fernández como jefe de Estado, quedaron públicamente en evidencia y por estas horas, solo los moderados dentro del FdT insisten en la importancia de preservar la "unidad" en lo que resta del mandato.

A propósito, en los últimos días el presidente volvió a la carga con la idea de instalarse como aspirante a la reelección el año que viene, en un acto que compartió con el intendente de José C. Paz, Mario Ishii, que por su parte arremetió contra los legisladores del FdT que se habían manifestado en contra del acuerdo con el FMI y les reclamó que "no sean traidores", con miras a la votación en el Congreso.

Las palabras de Ishii generaron ruido en filas del kirchnerismo, con dirigentes molestos al considerar que la estrategia de la Casa Rosada consistió en "mandar a agitar a la periferia" para dejar expuestos a quienes planeaban bajarle el pulgar a la propuesta oficial en el Parlamento.

En este sentido, el líder piquetero Luis D'Elía arremetió sin eufemismos contra la agrupación ultra-K La Cámpora y le apuntó también a Cristina: "Ella quiere el default", lanzó, apenas horas antes de que el proyecto sobre el trato con el Fondo empiece a discutirse en el Senado. En esa Cámara, incluso, un tercio de los legisladores del FdT podría rechazar la iniciativa al momento de manifestarse por sí o por no.

Es decir, el albertismo deberá propiciar en el recinto un nuevo "pacto de moderados" con representantes de Juntos por el Cambio (JxC), como sucedió en Diputados, para darle sanción a la propuesta de pago al FMI, organismo al que la Argentina le debe la friolera de 44.500 millones de dólares, tras un préstamo contraído por la gestión de Mauricio Macri.

Pero independientemente de que esto ocurra, de que el acuerdo sea aprobado en el Congreso la semana que viene, espesos nubarrones de incertidumbre continuarán sobrevolando la gestión de Fernández en el corto y mediano plazo. Numerosas interrogantes genera el actual contexto de ruptura y la principal gira en torno de la propia actividad presidencial: ¿podrá -o no- el jefe de Estado gobernar sin el kirchnerismo?

O bien, ¿el kirchnerismo le permitirá gobernar?, en momentos en los que el nucleo duro considera que el FdT se encamina hacia una derrota electoral en 2023 maniatado por consignas que no son propias del ala cristinista, a partir de un pacto con el Fondo que otorga vía libre a la intromisión de ese organismo en las políticas económicas de la Argentina.

Asimismo, resulta paradójico que en medio de un escenario inflacionario preocupante, que torna realmente difícil que los salarios le puedan ganar este año y el próximo al aumento del costo de vida en la Argentina, los kirchneristas temen perder votos por izquierda en los comicios presidenciales de 2023 y los albertistas, por derecha.

De cualquier modo, la fuga de respaldo electoral quedó de manifiesto para el FdT en la votación de 2021, con relación al masivo apoyo recibido en 2019, y el veredicto de las urnas podría replicarse el año que viene o incluso empeorar, habida cuenta de una notoria caída del Gobierno en mediciones sobre popularidad y ponderación de gestión.

Una reciente encuesta de la consultora Taquion mostró que el humor social de los argentinos se ubica en niveles mínimos históricos, con un 85 por ciento de los consultados que manifestó que desconfía de los políticos y apenas un 16% que expresó que mantiene "sentimientos positivos" sobre el futuro de la Argentina.

Un futuro que en las últimas semanas, a los problemas de larga data del país, como la inflación, la inestabilidad laboral o la falta de un plan que permita apuntalar un crecimiento sostenido de la economía, ha sumado como motivo de inquietud adicional las tensiones internacionales ocasionadas por el conflicto bélico que se desarrolla en Ucrania.

La invasión de Rusia a su vecino país el 24 de febrero pasado provocó un temblor en los mercados de la energía y de los alimentos prácticamente a nivel global, lo que supone para la Argentina -y para la gestión de Fernández- un desafío renovado con respecto a su relación comercial con el mundo, en momentos en los que se espera incluso un incremento del costo de vida en países centrales a causa de la guerra.

Se prevén subas en los precios de los combustibles -que ya están aumentando en Europa y en Estados Unidos- y de los productos agropecuarios. A propósito, aquí en la Argentina trascendió que el Gobierno podría retocar al alza los derechos a las exportaciones que le cobra al campo, lo que encendió de inmediato alarmas en el sector.

Productores rurales manifestaron su preocupación al respecto en la edición 2022 de ExpoAgro, donde fueron escuchados en especial por dirigentes de JxC que visitaron la muestra, con el ex mandatario y líder del PRO, Macri; la presidenta de ese partido, Patricia Bullrich, y el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, a la cabeza.

Allí, en la localidad bonaerense de San Nicolás, referentes de la alianza opositora buscaron coquetear con los productores rurales pensando en las elecciones del año próximo, mientras que en Buenos Aires, JxC se mostró en las últimas horas fortalecido tras haber forzado al Gobierno a enmendar el texto del proyecto sobre el acuerdo con el FMI antes de su votación en Diputados e incluso desafió a la Casa Rosada a presentar un nuevo Presupuesto 2022 para su debate legislativo.

Por cierto, quienes recorrieron ExpoAgro 2022 no fueron los únicos que se movieron en "clave electoral" en estos días. En Europa y en Oriente Medio, el gobernador chaqueño, Jorge Capitanich, se reunió con autoridades de Naciones Unidas y con representantes de fondos de inversión, procurando robustecer así su capital político.

Capitanich, que estuvo acompañado por su colega de Santiago del Estero, Gerardo Zamora, presidente pro tempore del Consejo Directivo del llamado Norte Grande, busca catapultarse desde Chaco de regreso a las "ligas nacionales" de la política doméstica en un futuro cercano.

Por último, rumbo a otra semana de intensa actividad parlamentaria se encaminan el FdT y JxC, con la expectativa enfocada especialmente en lo que ocurra en el Senado con Cristina y el núcleo duro kirchnerista, en medio de una incipiente sensación de que su relación con el ala albertista de la coalición gobernante alcanzó un punto de no retorno tras el "matrimonio electoral por conveniencia" sellado en 2019.