La figura del Padre Mugica está estrechamente vinculada a la Villa 31, el barrio popular más famoso del país y cuya población lo hizo regresar allí en una multitudinaria movilización 25 años después de su asesinato.

Después de que las balas de la ametralladora le quitaran la vida, el 11 de mayo de 1974, el cuerpo -lastimado por los numerosos disparos- del destacado párroco fue velado durante extensas horas en la Capilla Cristo Obrero, de la que había estado al frente y desde la que había motorizado numerosas iniciativas sociales.

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A 50 años del crimen del Padre Mugica, el niño bien que es símbolo de una Iglesia cercana a los pobres y con militancia política

El día 13 de ese mes finalmente el féretro que contenía en su interior los restos de aquel hombre rubio y alto llegaron al Cementerio de la Recoleta, en medio de una enorme marea humana 
integrada en su mayoría por vecinos del histórico asentamiento del barrio de Retiro.

Aquel cajón, que había acumulado lágrimas villeras en su tapa, permaneció en ese camposanto durante 25 años, período en el que la supervivencia de la Villa 31 estuvo en peligro en varias 
oportunidades.

Por sus terrenos ubicados en una zona de alto valor inmobiliario, la zona donde se levanta el barrio popular siempre fue codiciada: las topadoras estuvieron al acecho constante para 
avanzar con la erradicación de la villa -y los villeros-.

En ese contexto, y con el fuerte lazo que tenía la comunidad de la 31 con la figura de Mugica, una idea se pergeño desde abajo para tener de regreso al Padre Carlos en la Capilla Cristo Obrero.

El retorno de los restos "surgió de la iniciativa popular y del equipo de curas de las villas", recordó el padre Guillermo "Willy" Torre.

El párroco, quien estaba al frente de la entonces Capilla Cristo Obrero cuando se realizó esta suerte de repatriación del cuerpo de Mugica, señaló que la 31 "es un barrio muy vapuleado y siempre estuvo en la mira" por el gran valor inmobiliario de los terrenos, por lo que para la población "era muy importante tener de regreso los restos del Padre": en un sentido espiritual, pero también político y social.

Foto: Archivo NA/José Luis Perrino.

En diálogo con NA, Torre rememoró lo que costó concretar aquella iniciativa, ya que indicó que debieron enfrentarse a "una resistencia muy fuerte: no de la familia, ni de la gente, sino de las autoridades del Gobierno de la Ciudad", en ese momento conducido por el radical Fernando de la Rúa.

"Estuvo muy complicado, costó mucho. Los restos del Padre iban a ser una piedra importante si algún día querían avanzar con una erradicación" del mítico barrio popular, subrayó.

Pese a esas dificultades, hubo una persona que tuvo un rol destacado para que se finalmente se concretara la iniciativa: el entonces arzobispo porteño, Jorge Bergoglio, actual papa 
Francisco. "Él ayudó mucho, intercedió y destrabó la cosa en los últimos días, para que el 9 de octubre del 99 se concretara el regreso", destacó el Padre Willy.

Así como 25 años antes de ese día la compungida caravana había finalizado su recorrido en el Cementerio de la Recoleta, ese camposanto fue el punto de inicio de una nueva movilización, pero con un rostro totalmente distinto.

"Ése día fue muy emotivo, porque la gente lo sentía como propio al Padre. Se lo llevó a pulso por la Ciudad. Una vez que se entró al barrio, hubo paradas en muchas casas, para rezarle, como a un santo", comentó Torre a Noticias Argentinas.

Finalmente, el féretro con los restos de Mugica terminó su recorrido en la Cristo Obrero, donde aún permanecen, y luego se brindó una misa, que fue encabezada por Bergoglio.

El entonces arzobispo porteño pidió perdón por los silencios cómplices de gran parte de la sociedad ante el asesinato del Padre Carlos.

Consultado sobre el vínculo de la Villa 31 con la figura del Padre Mugica en la actualidad, con pocos vecinos sobrevivientes de aquellos días de militancia barrial, el párroco afirmó: "Hay 
hechos milagrosos de los que hablan los vecinos. Aunque no tenga la categoría oficial, para la gente es santo, por su vida, por su testimonio y su compromiso".

"Es un mártir, porque derramó su sangre y dio la vida por los demás. Él eligió quedarse, aunque tuvo la propuesta de la familia para irse a Europa, y dar la vida por la gente", concluyó.