Lo que se ha producido no solo en la Argentina sino en el mundo entero es un secuestro de la verdad fáctica. El discurso de odio es ni más ni menos que el reemplazo de una certeza fáctica por una paralela. Es crear otro mundo. Otra realidad de espalda a los hechos de la vida cotidiana de los ciudadanos.

La escalada hoy por hoy esta llegando a límites poco concebibles, pero cuando anticipé el fin de semana anterior al ataque que lo que iban a buscar era matar a Cristina era porque todas las señales que daban a la calle, la instrumentación de la seguridad por parte de la Ciudad y el ataque del Poder Judicial con este alegato del fiscal Luciani, que no es más que la institucionalización del odio y suma otro capítulo más en la deshumanización de la vicepresidenta: llamándola “puta”, “yegua”, “chorra”. Es esta deshumanización la que provoca que cualquiera pueda llegar a atacar.

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No creo que al fiscal se le haya pasado por la cabeza, pero cuando uno pide 12 años de cárcel y pide la supresión política de una persona, no es ni más ni menos que la legalización de la temporada de cacería. Por lo tanto lo que faltaba era que alguien portara un arma.

No me llama la atención que esta escalada no se limite a esta situación concreta, sino que puede llegar a haber muchísimas más. Sobre todo porque la oposición ha decidido negar la realidad por la que estamos atravesando los argentinos, convalidada día a día por los medios concentrados. Lo que hacemos es suprimir la verdad y reemplazarla por una verdad paralela, por lo tanto no creo que esto se agote en este atentado.

*Juan Manuel Ubeira, abogado que representó a Cristina Kirchner en varias causas.