Más de 12 mil kilómetros separan a Buenos Aires de Estambul, dos ciudades que poco parecen tener que ver entre sí. Sin embargo, una lujosa araña de cristal y las marcas del terrorismo unen ambos puntos.

La imponente mansión construida por el arquitecto Alejandro Virasoro en 1925 y decorada en 1949 por Vera Tsur, esposa del primer embajador israelí en la Argentina, Jacob Tsur, se destacaba por, entre otros detalles, una maravillosa araña de cristal que se alzaba en el salón principal de la edificación de Arroyo 910. Pesaba más de 300 kilos, tenía seis brazos y medio de bronce, 72 candelabros y 42 portalámparas.

El 17 de marzo de 1992 el atentado terrorista contra la sede diplomática de Israel en Buenos Aires destruyó casi por completo el petit hotel de estilo academicista francés y sólo se salvaron algunos objetos, entre ellos el destacado colgante de iluminación.

La preciada lámpara no volvió a ser utilizada en la Argentina, sino que poco más de una década después el Ministerio de Asuntos Exteriores de Israel decidió donarla a un lugar jaqueado por atentados extremistas: una sinagoga turca.

Se trata del templo Neve Shalom, la sinagoga más grande de Estambul, que tiene un lamentable historial de ataques terroristas en su contra: el 6 de septiembre de 1986, un extremista palestino abrió fuego contra los fieles judíos que se encontraban en uno de los servicios de Shabat y mató a 22 personas; el 1º de marzo de 1992 una bomba fue detonada cerca, pero no hubo víctimas fatales ni heridos; mientras que el 16 de noviembre de 2003 un cochebomba explotó, causando varios muertos en la calle, pero no así el interior del templo, cuya estructura había sido reforzada por las anteriores experiencias.

"Me asombró la noticia de que la araña de cristal subsistió íntegra (al atentado a la Embajada de Israel en Buenos Aires). Estando en Turquía supe que fue enviada a una sinagoga en Estambul. Siempre me pregunté cómo mi madre la adquirió para el Estado pionero de Israel. No podía entenderlo pero mi hermana me reveló algo que no sabía. Mi madre no la compró. El propietario anterior decidió ofrecerle un regalo al Estado de Israel: ese colgante inmenso de cristal", recordó Muki Tsur, hijo del primer embajador de Israel en Argentina.