De caretas y clandestinas palaciegas, sin gestos de empatía del Gobierno
"En el último año y medio, mientras muchos perdían días de clases, trabajos y vidas, mientras crece la desesperanza y parece no haber salida, nos enteramos que el Presidente festejaba el cumpleaños de su pareja".
Muchos se sorprendieron, otros no tanto. Después de todo, no es la primera foto del Presidente rompiendo la cuarentena y los protocolos. El caso de la clandestina en Olivos, a la que el Presidente aparentemente entró porque vio luz, es la gota que rebalsa el vaso para una sociedad que ya viene soportando mucho sobre sus espaldas.
Compararía la sensación que a muchos nos dio esa foto, con un día de esos en los que te pasa de todo, te sale todo mal y no ves la hora de que se termine, ¿viste?.
En el último año y medio, mientras muchos perdían días de clases, trabajos y vidas, mientras crece la desesperanza y parece no haber salida, nos enteramos que el Presidente festejaba el cumpleaños de su pareja en plena cuarentena, en la época de mayores restricciones.
¿Se acuerdan cuando podías ir en cana si ibas a ver a tu abuela? Bueno, en ese momento. Hablame de subestimación.
Ahora, el problema de fondo con esta foto, con estos episodios, ¿es que el Presidente haya roto la cuarentena o que nos haya subestimado a todos y se haya perdido la credibilidad? Me inclino más por este último punto.
Muchos dirán que perdieron la confianza en el gobierno hace tiempo. Claro, vacunatorio VIP, reuniones y abrazos con Moyano, actos político-partidarios masivos como el de Ensenada mientras a los "mortales" nos multaban si incumplíamos con la norma.
En fin, podemos seguir enumerando situaciones pero no vamos a llegar a ningún lado más que seguir indignados porque en definitiva queda a la luz que el presidente y parte de su gobierno, dicen una cosa y hacen otra, son caretas.
Lo cierto es que hay una sociedad, o al menos una gran parte de ella, que espera disculpas sinceras (confieso que me volví a sorprender cuando escuché que la culpa la tenía Fabiola), que espera un gesto de empatía de parte del gobierno de Alberto Fernández.
Lo único que hemos visto cada vez que salió a intentar explicar una situación como ésta, es a un señor enojado, con cierto resentimiento, que nos reta como un padre a sus hijos, queriendo explicar lo inexplicable, que encuentra siempre la culpa afuera. Sí, a los runners y los jóvenes, se suma Fabiola.
Es que el Presidente que vino a ponerle fin al patriarcado, según sus palabras, no tuvo mejor idea que salir a pedir disculpas a la sociedad, echándole la culpa de la foto del cumple en Olivos, a Fabiola, su pareja.
No sólo fue una actitud cobarde y machista, sino de falta de compañerismo y habla de él como persona y como político el no hacerse cargo de sus decisiones. Creo que ahora nos debe una disculpa a los argentinos y también a Fabiola.
Volviendo al tema de la confianza y la credibilidad, me parece que debería ser la principal preocupación de quienes gobiernan: ¿cómo recuperar la confianza de la sociedad argentina para que las medidas que se tomen de aquí en más tengan la suficiente legitimidad como para que funcionen?
Porque es cierto que hace tiempo hay algo roto entre la sociedad y la política, pero si además te encargas de no gobernar desde la ejemplaridad, eso se rompe cada día más.
Es como un papá o una mamá que te dice que no hagas tal cosa mientras él o ella la está haciendo.
Y a no confundirse, un Presidente débil, sin autoridad moral, con poca o nula credibilidad, no le sirve a nadie, mucho menos a la oposición.
Necesitamos un Presidente fuerte, con capacidad en la toma de decisiones, dando el ejemplo, pidiendo disculpas cuando sea el caso y hablándonos con empatía.
Necesitamos un Presidente pensando en el futuro de la Argentina, pensando soluciones concretas, pensando la pospandemia, convocando a grandes acuerdos.
No necesitamos un Presidente que salga a contestar cada tuit en su contra, en reportajes periodísticos.
Mientras tanto, como la democracia siempre nos da oportunidades, creo que en estas elecciones el mensaje de aquellos que se sintieron subestimados, de aquellos que no creen, de aquellos padres a los que se les fueron sus hijos, de los que no se pudieron ir, va a ser contundente.
¿En contra de?
No estoy segura de eso, sí estoy segura que la sociedad argentina aprendió, hace tiempo, que los mensajes se dan en las urnas y eso hay que celebrarlo.
Por eso, tome nota Sr. Presidente.
(*) Josefina Mendoza es diputada nacional por la provincia de Buenos Aires de la Unión Cívica Radical (UCR).