El ex policía Américo Alejandro Balbuena, acusado de haber simulado ser periodista para realizar espionaje ilegal a organizaciones sociales y políticas durante diez años como infiltrado en la agencia de noticias Rodolfo Walsh, fue condenado hoy a dos años de prisión en suspenso por “incumplimiento de los deberes de funcionario público”.

A la misma pena –la máxima que prevé el Código para ese tipo de delitos- fueron condenados sus superiores en la Federal, Alfonso Ustares y Alejandro Sánchez, jefes de la División Análisis, de la que dependía Balbuena.

El veredicto fue leído esta tarde por el juez federal Daniel Rafecas, quien intervino como tribunal unipersonal, con la actuación del fiscal Carlos Stornelli como acusación pública.

El fallo dispuso también remitir copias de la decisión condenatoria a los organismos de seguridad y a la Bicameral de Seguimiento de los organismos de inteligencia.

Los fundamentos del fallo serán dados a conocer el próximo miércoles 5 de abril a las 14.

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Balbuena llegó al juicio  acusado de haberse infiltrado como espía (“pluma”, en la jerga propia) en la Agencia Rodolfo Walsh fingiendo un rol de periodista.

La situación de Balbuena fue advertida por “Iosi”, el espía que reveló su infiltración en organizaciones judías a los periodistas Horacio Lutzky y Miriam Lewin y dio lugar a una exitosa serie en la plataforma Amazon.

Iosi contó a los periodistas que había “un infiltrado” en la Agencia Rodolfo Walsh y a partir de una investigación interna fue identificado y llevado a juicio diez años más tarde.

La condena fue celebrada por las querellas: representantes de la Agencia Walsh y de las organizaciones supuestamente espiadas, representadas por los abogados Myriam Bregman, Matías Aufieri, Liliana Mazea y Carlos Platkowski.

Las tareas de espionaje tuvieron como objetivo sobre organizaciones políticas, estudiantiles, de derechos humanos, conflictos de trabajadores, familiares de Cromañón y de víctimas de la trata.

Al declarar en indagatoria durante el juicio, Balbuena negó haber realizado tareas de espionaje y afirmó que lo suyo fue “una pasantía no rentada” como parte de su vocación frustrada de periodista.

En ese contexto, aseguró que había estudiado periodismo en el Instituto Santo Tomás de Aquino y justificó su rechazo a las acusaciones en que su simulada labor no causó consecuencias negativas para nadie.

“A ninguna persona de las que entrevisté le pasó nada, porque nunca le hice daño a nadie”,  proclamó.