Un tribunal oral condenó hoy a tres años y tres meses de prisión de cumplimiento efectivo al abogado Alejandro Sánchez Kalbermatten e inhabilitación especial por el doble de tiempo por un intento de “chantaje” a los empresarios  Sebastián y Matías  Eskenazi.

La condena fue dictada por el Tribunal Oral número tres, en una decisión unipersonal del juez Julio Báez.

Los hechos ocurrieron el 28 de diciembre de 2017 en las oficinas de Eskenazi, referente del Grupo Petersen, y también estuvieron acusados Pablo Brugo y Juan Manuel Ducler, hijo del fallecido financista Aldo Ducler.

Brugo y Ducler fueron beneficiados con sendas probation, pero en el caso de Sánchez Kalbermatten ya había recibido anteriormente esa concesión y debió afrontar el juicio.

El fiscal, Andrés Madrea, había pedido cuatro años de prisión e inhabilitación por ocho, en tanto que la querella, representada por el abogado Ignacio Zunino había reclamado cinco años por el delito de “extorsión en grado de tentativa”.

En su alegato, el fiscal Madrea destacó que “la extensión del daño ocasionado a las víctimas, las maniobras de desprestigio sumieron en una profunda depresión a la madre, quien falleció poco después”.

LEE: El Colegio de Abogados le pidió a la Corte el regreso completo de la presencialidad en Tribunales

El fiscal valoró también “la modalidad de la maniobra utilizando difusión periodística y los perjuicios económicos que para el grupo que las víctimas ni siquiera pudieron llegar a mensurar”.

Si bien la condena es de cumplimiento efectivo, el abogado no fue detenido puesto que el tribunal resolvió “mantener la libertad ambulatoria hasta tanto la sentencia adquiera firmeza”.

No obstante, Sánchez Kalbermatten deberá comparecer en tribunales “el primer lunes hábil de cada mes y no alejarse de la ciudad, sin la venia jurisdiccional, bajo apercibimiento, en caso de incumplimiento, de ordenarse su inmediata detención y derivación a una Unidad Penitenciaria”, establece el fallo.

La causa se inició por una denuncia del Grupo Petersen, que advirtió que Ducler y sus abogados exigían un pago ilegal de 20 millones de dólares para evitar imputaciones públicas contra los Eskenazi.

La secuencia, según se probó en el expediente, ocurrió en las oficinas de la empresa, en la calle Cerrito al 700, muy cerca del Obelisco.

Las detenciones se produjeron como consecuencia de una entrega controlada del pago ilegal que quedó registrada en cámaras de seguridad ordenadas por el juzgado que instruyó la causa.