El Papa que llegó del fin del mundo y produjo profundos cambios pastorales en el Vaticano con las consecuentes “grietas” abiertas entre los círculos de poder del mundo eclesiástico durante el transcurso de su pontificado ha hecho, de la lucha contra la corrupción, uno de sus motivos principales por lo que ha reaccionado de manera inmediata, ordenando una auditoría, cuando llegó a sus oídos que en el Arzobispado de Buenos Aires que condujo durante 15 años, desde el 28 de febrero de 1998 al 13 de marzo de 2013, las cuentas no cerraban como debían ante el fin de ciclo del cardenal Mario Poli que en noviembre deberá renunciar a la diócesis por haber alcanzado el límite de edad para dirigirla de 75 años.

La información que ha tomado estado público en las últimas horas indica que no se han respetado algunos protocolos económicos que rigen hacia el interior de la administración de la Iglesia que cuenta entre su patrimonio importantes inmuebles en la ciudad Autónoma de Buenos Aires que en muchos casos han sido donados, de manera testamentaria, por muchos fieles, como es el caso emblemático del mítico estadio Luna Park que pertenece, en partes iguales, a Cáritas, que depende del Arzobispado de Buenos Aires y a la Orden Salesiana de San Juan Bosco.

La lupa estaría puesta, entre otros casos, en la venta de un inmueble en el barrio de Palermo ubicada en Guatemala al 5600 conocida como la Casa del Catequista. Fuentes inmobiliarias consultadas por NA sugieren que se trata de una posible operación de mercado superior a los 500.000 dólares un monto que requiere que se conforme un Colegio de Consultores y un Consejo de Asuntos Económicos, organismos que podrían haber monitoreado la transacción y que nunca fue convocado por el cardenal Mario Poli.

La Casa del Catequista es una institución que surgió por la iniciativa del extinto cardenal y antecesor de Jorge Bergoglio en la diócesis porteña, Antonio Quarracino.

El padre Alejandro Puiggari recordó las gestiones realizadas a fines del siglo pasado para contar con una Casa del Catequista, en declaraciones al sitio especializado www.catequistabaires.org.ar señaló, “…salvo el pedido público de dos minutos en el plenario del EAC del 1994 de Clara Braun no hubo ninguna otra gestión, porque literalmente yo me oponía, me parecía una locura. Gracias a Dios, el Señor no me hizo caso, y la generosidad del Cardenal Quarracino y el apoyo de Mons. Raúl Rossi hicieron realidad la CASA que ha sido una gran bendición para los años en que fui director de la Junta. Recuerdo que el día de su inauguración, el Card. Quarracino plantó un árbol, haciendo propia aquella tradición de la Biblia en la que la que en torno a la sombra de un árbol se congregaba el rabino con sus discípulos para enseñar y cuidar la memoria e identidad del pueblo de Israel”.

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El solar de la calle Guatemala que tiene una rica historia, dejo de ser un proyecto, para convertirse en realidad cuando en 1994, “..el Cardenal Quarracino nos sorprendió con el otorgamiento de la Casa del Catequista de la calle Guatemala. Fue un tiempo de mucho trabajo, de mucha ilusión, de mucha providencia. Después, de una primera adaptación edilicia, llego el desafío de ir constituyendo “La Casa” en un lugar de referencia y pertenencia para los catequistas. Dificultades… muchas! Por un lado, el tema económico, como siempre.

Y, acaso, en las finanzas del Arzobispado de la Ciudad de Buenos Aires, se encuentre la génesis de la posible amonestación que pueda recibir el jueves 5 de abril en el Vaticano el Arzobispo Mario Poli de parte del Papa Francisco cuando lo reciba en una audiencia privada en la Residencia de Santa Marta, un edificio adyacente a la Basílica de San Pedro construido en 1996 por el Papa Juan Pablo II, que se ha convertido en el lugar de residencia de Francisco.

De hecho, una posible apología de Mario Poli ante las dificultades económicas podría ensayarse si tomamos en cuenta que la Iglesia argentina ha renunciado, de manera paulatina, al aporte estatal de 140 millones de pesos una cifra cercana al 7% del Presupuesto de la Curia que servía, entre otras cosas, para pagar salarios y que, por estos días, hacen falta. En marzo de 2020, cuando comenzaban las cuarentenas por coronavirus en nuestro país, la Conferencia Episcopal que conduce monseñor, Oscar Ojea, lanzó un sitio web para que fieles y laicos sostengan diferentes obras. Una manera de atraer donantes y equipos territoriales para captar fondos dinerarios.

Por este contexto es que ganó relevancia la oficina que dirigió hasta hace dos años, el obispo auxiliar Joaquín Mariano Sucunza, que administró el patrimonio inmobiliario en la diócesis porteña y fue cesanteado cuando alcanzó los 75 años de edad. A pesar de contar con una prórroga de dos años otorgada por el Papa Francisco para continuar en su puesto, Mario Poli reordenó su gabinete y todo indica que la relación con el Vaticano ya no fue igual.

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Si bien la figura de Mario Poli es un enigma y podrían equipararse sus silencios a los pensamientos ocultos de los jesuitas se trata de un Cardenal que, si bien fue el elegido por Bergoglio para reemplazarlo en el Arzobispado de Buenos Aires, ha realizado una gestión con sello propio desde el año 2013.

Poli es porteño de nacimiento de 74 años y con una formación sólida en teología y en historia ha sido capellán de los scouts católicos y fue cura en la popular parroquia de Liniers, San Cayetano. Es cardenal desde el año 2014 y su futuro se ubicaría en el Vaticano. Podría ser uno de los purpurados que a partir del año próximo este en las cercanías del Papa Francisco siempre y cuando estas supuestas irregularidades financieras no le corten la carrera eclesiástica sobre el fin de su mandato en la diócesis de la CABA.

Desde luego que, formalmente, el Arzobispado no reconoce estas internas vaticanas y ha informado a través de la agencia https://aica.org/ que la visita de Poli al Vaticano se debe a un encuentro que servirá para relatarle al Sumo  Pontífice acerca de “… la experiencia vivida en la Asamblea Sinodal con la que concluyó el primer Sínodo Arquidiocesano. Al tiempo que le entregará una publicación con los documentos finales votados por los más de 200 sinodales el pasado mes de noviembre”.

Acerca de las objeciones que se han filtrado, un comunicado reciente expresa que durante la visita de los miembros de la Congregación para el Clero, en los hechos los auditores económicos, “… la administración arquidiocesana puso a disposición toda la documentación contable, y en ningún caso se detectaron delitos o negociados. Al concluir, exhortaron a mejorar los procesos en la toma de decisiones en lo referente a la administración de los recursos económicos al servicio de la evangelización”, deslindó el cardenal en el comunicado que además explicó, “son muchas las obras solidarias que se realizan, en particular en este último tiempo a causa de la pandemia, que requieren de recursos para sostenerlas en el tiempo. Por tal motivo, desde hace años, la arquidiócesis de Buenos Aires recorre un camino para una mejor administración y uso de los bienes, puestos al servicio de la obra evangelizadora y caritativa de la Iglesia”.

Tanto el Papa Francisco como el Cardenal Poli comparten un rasgo en común. Su pobre disposición para dialogar con el periodismo. En particular con el periodismo independiente. Mientras que el Papa Francisco opina en una carta enviada al comunicador Gustavo Sylvestre que la prensa “suele caer en desinformación, calumnias, difamación y coprofilia”, el Cardenal Mario Poli huye de los periodistas, no tiene redes sociales ni voceros y suele quejarse con sus íntimos que los cronistas interpretan todos sus dichos en clave política.

Poli debiera entender que, los caminos del Señor son inescrutables pero las actividades contables son registrables. Al menos de este lado del paraíso.