La influencia del líder de La Cámpora, Máximo Kirchner, como virtual jefe del PJ bonaerense, se hizo valer en el rediseño del Gabinete de Axel Kicillof, quien se había juramentado no "lotear su gobierno" cuando asumió el poder en 2019 y ocupó todos los casilleros de la gestión con gente de su estrecha confianza y de formación más técnica que política.

Como favorito de Cristina Kirchner, Kicillof tuvo espalda suficiente para hacerlo después de la paliza electoral que le propinó a la ex gobernadora María Eugenia Vidal, pero la sonora derrota del oficialismo en las PASO del 12 de septiembre último pateó el tablero en el peronismo. En ese contexto, los jefes comunales le reprochan al gobernador no haberlos tenido más en cuenta para dotar de "músculo territorial" a la gestión.

En tres reuniones consecutivas que mantuvo con los intendentes de la primera y la tercera sección electoral y los del interior, el gobernador tomó nota de los reclamos, pero bastó un viaje relámpago a El Calafate para llevarse de boca de Cristina Kirchner las instrucciones de lo que debía hacer.

El nuevo jefe de Gabinete provincial, Martín Insaurralde, referente de los populosos distritos del sur bonaerense, fue premiado por ser el interlocutor privilegiado tanto de Máximo Kirchner como de la vicepresidenta, con quienes construyó desde 2017 una relación de recíproca confianza y complementariedad política.

La unción de Insaurralde como jefe de Gabinete en la Provincia imita idénticamente el movimiento que se dio con Manzur en ese cargo del Gobierno nacional: el mensaje en ambos casos es de mayor apertura a los dirigentes con "territorio" que se sentían excluido de las decisiones.

El nombramiento del intendente de Malvinas Argentinas, Leonardo Nardini, como ministro bonaerense de Infraestructura y Servicios Públicos tiene una lógica similar a la de Insaurralde: premiar a uno de los pocos intendentes del PJ que ganaron en las PASO, pero además a uno de los que goza del mayor reconocimiento de la cúpula kirchnerista.

Nardini se convirtió en intendente en 2015 destronando nada menos que a un "barón del conurbano" histórico como Jesús Cariglino, el único jefe comunal que hasta ese momento había tenido Malvinas Argentinas.

El regreso de Cristina Álvarez Rodríguez al Ministerio de Gobierno -cargo que ya había ejercido bajo la gestión de Daniel Scioli- en lugar de Teresa García no tiene tanto simbolismo político, ya que responde más a la necesidad de cubrir una vacancia anunciada a partir del retorno de la segunda a la Legislatura provincial.

Sin embargo, la reingeniería del Gabinete dejó en evidencia el retroceso de lo que podría denominarse "kicillofismo", con la degradación de Carlos "Carli" Bianco, de jefe de Gabinete a jefe de asesores, y de Javier Simone, de ministro de Infraestructura a titular del Instituto de la Vivienda provincial.

El gobernador entendió, a partir de la bajada de línea cristinista para que todos los ministros pusieran la renuncia a disposición, que habían llegado nuevos tiempos y que ya no podría gozar en adelante del monopolio de su propio Gobierno, como hasta entonces.

De llenar cada uno de los cargos con funcionarios de su riñón, con una formación y recorrido académico aines al suyo, deberá conformarse con repartir el poder y darle juego a los intendentes que se sentían desdeñados en el esquema anterior.

Kicillof seguirá siendo el conductor de la provincia pero ahora compartirá el destino -inclusive posibles costos de reveses electorales- con actores políticos de distinto pelaje. En La Plata señalan con este nuevo empoderamiento, los intendentes ya no tienen excusas y se espera que salgan a la cancha a recuperar los votos que se perdieron en las PASO para revertir o al menos achicar el margen de derrota.