| Última actualización: 14 de Agosto de 2023 - 03:13

Autoridad de mesa: ¿cómo es cuidar el voto de los argentinos?

Este domingo 13 de agosto, el pueblo argentino volvió a las urnas y las autoridades de mesa volvieron a tener una jornada incansable en todos los puntos del país.

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Este domingo 13 de agosto, el pueblo argentino volvió a elegir a sus autoridades. Este domingo 13 de agosto, el pueblo argentino volvió a elegir a sus autoridades. NA/Juan Vargas

Este domingo 13 de agosto el pueblo argentino volvió a las urnas, como viene haciendo desde hace 40 años ininterrumpidos, para elegir dirigentes en las elecciones primarias a nivel nacional. Para la mayor parte de la población, es un simple proceso en un cuarto oscuro pero, para otros como las autoridades de mesa, es una labor civil que inicia entre las 7 y las 8 de la mañana y puede terminar en altas horas de la noche.

Uno elige cargar con la responsabilidad de ser autoridad de mesa a sabiendas de todo lo que conlleva: el cuidado de la elección de los argentinos que pueden definir unos comicios, el lidiar con los diferentes fiscales partidarios que defienden sus votos con el cuchillo entre los dientes, la paciencia para las diferentes personalidades de ciudadanos que puedan aparecer en el transcurso del largo y tendido domingo.

Las 8 de la mañana es la hora indicada para la apertura del acto eleccionario, con lo cual, el día inicia bien temprano para estar media hora antes de que los argentinos empiecen a elegir quienes los representarán durante los cuatro años venideros.

Es un rol para el cual hay que transmitir tranquilidad, tanto a los pares como al que se acerque a sufragar, y más en momentos álgidos como los que vive la Argentina ya que la gente tiene la urna para expresarse y, muy ocasionalmente, se expresa más allá de esa valiosa caja de cartón y busca el confrontar con todos.

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Muy esporádicamente suele darse la ausencia del presidente de mesa y esta elección no fue el caso ya que las máximas autoridades de cada mesa estaban en horario y listas para darle comienzo a la elección frente a una fila de 5 personas, aproximadamente, por mesa que eligen votar a primera hora para transformarse en la envidia sana de quienes cuidan el voto y tener el domingo libre.

La mañana es, quizás, el lapso donde más gente se suele presentar y donde más movimiento hay. Principalmente, las personas mayores abundan entre las 8 y las 12 pero, también, muchas familias que eligen votar en su totalidad para poder almorzar sin apuro como es tradición en las jornadas electorales.

Con el correr de los minutos, el trabajo se fue aceitando en el equipo de la mesa y ya sale de una manera automática y beneficiosa, tanto para propios como para el ciudadano que tarda menos de un minuto en cada cuarto oscuro salvo algún indeciso que se demore más de la cuenta. Desde ahí, la mañana se vuelve un buen horario, porque la labor marcha sobre ruedas y ya que nunca falta el cariño del votante que va a sufragar con una docena de facturas lo cual le cambia el color a las primeras horas del domingo.

En Capital Federal, uno de los principales obstáculos a sortear es el voto electrónico que demora el voto de cada ciudadano que tiene que pasar por dos cuartos oscuros para elegir autoridades nacionales en papel y jefe de gobierno en una computadora similar a un cajero o a las máquinas de carga SUBE.

El combo entre el descontento social y la mala organización entre voto papel y voto electrónico en la Ciudad, hizo que la gente se muestre agresiva y molesta para con las autoridades de mesa que son la cara visible, o la más cercana, a la que pueden quejarse.

Otro obstáculo que se presenta entre los integrantes de la mesa es el constante conflicto en la reposición de boletas. Posición, cantidad, cualquier cosa es motivo de debate en la que el presidente de mesa, la posición neutral, debe poner orden y decidir en base a lo que considere correcto para el normal funcionamiento.

Aún así, y a pesar de los diferentes sellos políticos que cada uno defiende, la cordialidad y el buen clima reina en las mesas entre varios termos de mate consumidos y, en los momentos de menos movimiento, charlas amenas pero totalmente ajenas al evento que los reúne.

No son robots las autoridades de mesa, por ello, al horario del almuerzo la mayoría de los fiscales son reemplazados para poder votar donde se les haya asignado, comer y reponer energías ya que el día no llegó ni a la mitad y falta el tramo más importante: las horas finales de la elección y el recuento de votos. De acuerdo a la decisión que cada partido tome, algunos tienen un fiscal para la mañana y para el cierre y otros solo tienen un reemplazo para entre las 12 del mediodía y las 2 de la tarde.

En el horario del almuerzo y pasado el mismo, aparecen los primeros momentos de poca concurrencia ya que toma protagonismo un habitué en la tradición argentina: la siesta que tiene lugar entre las 2 y las 4 de la tarde como mucho. En ese lapso se empiezan a generar las primeras charlas y uno puede aflojar un poco la mano, agotada de tanto sobre firmado.

Ese sagrado momento de tradición comienza a llegar a su fin a falta de dos horas para el final donde empiezan a acercarse a sufragar, principalmente, los más jóvenes y ese grupo polémico que deja todo para lo último. Es aquí cuando empieza el fastidio de los votantes en una fila que se agranda, empiezan a sentir que no van a poder cumplir con su deber cívico y algunos deciden resignarse y volver a sus hogares.

Tras la noticia de la extensión del horario de finalización y de que vote hasta el último de la fila, el presidente de mesa da por cerrado el acto eleccionario a las 18:50, casi una hora después del cierre de puertas en el colegio. Las mesas se felicitaron por la labor y el trabajo en equipo y tomaron unos minutos para relajarse y prepararse para empezar a contar voto por voto.

En primer lugar, el presidente de mesa y los fiscales corroboraron que los números de votos coincidieran. Luego de ello, se pasó a vaciar la urna de las boletas de papel para contabilizar y volver a chequear que los números den.

Finalizado el chequeo, comenzó lo bueno del acto electoral: el conteo final. Se decidió arrancar por el voto papel que era lo más complejo de contabilizar entre boletas completas, cortes y algún que otro voto en blanco o nulo por boletas rotas o billetes de 10 pesos en el sobre.

Luego de que, sorpresivamente, el conteo saliera redondo y en menos de media hora, se pasó a cerrar la urna de papel e ir por la novedad del conteo electrónico. En la máquina, el presidente de mesa dio inicio al conteo en el software y, apoyando los chips de cada votante en el lector, los votos se iban cargando con una gran rapidez lo cual generó un alivio en el equipo de la mesa tras una larga e intensa jornada que finalizó alrededor de las 11 de la noche.

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NA - Buenos Aires, Argentina