Argentina es un país con muchos problemas. Uno de los más grandes es que hay mucha gente que no puede distinguir entre lo que está bien y lo que está mal. Lo más grave es cuando quienes no pueden hacer esta distinción son los políticos.

El senador Abdala, por ejemplo, ha declarado que sus empleados del Senado no están en el Senado porque están en su provincia trabajando para su campaña electoral. Lo enfermo de la situación es que lo dice como si fuera algo normal, como si le pareciera que está bien que los ciudadanos financien su campaña electoral. Lo dice sin ningún reparo. Más allá de considerarlo un idiota (La Libertad Avanza ha llenado el Congreso de idiotas), sorprende su profundo desconocimiento de las normas políticas. Ni siquiera se le ocurre ocultarlo.

Lo único positivo de este caso es que ha vuelto a poner en discusión la cantidad obscena de empleados que tienen algunos senadores. "Aguantadero" es una palabra suave para describir el Senado. Nito Artaza, cuando fue senador, dejó en planta permanente a una novia que tuvo y a su chofer del teatro. Hay varios senadores que tienen más de 30 empleados. Los ciudadanos pagan impuestos para que algunos senadores mantengan a familiares, amantes, paseadores de perros, y otras personas que deberían pagar ellos mismos. Todo  financiado con el IVA de los fideos de los pobres.

Una vez más: ellos creen que lo que hacen está bien. La política debe recuperar la decencia y la virtud. He estado alguna vez en el Bundestag (Parlamento alemán) reunido con diputados. Siempre había un solo empleado en sus oficinas. Cuando te ofrecían café, te lo servía el propio diputado. También estuve en el Congreso español en varias ocasiones. Cuando les conté a algunos legisladores cuántos empleados tenían sus colegas argentinos, no lo podían creer. Ellos tienen muy pocos empleados.

El problema es que nadie toma cartas en el asunto porque la presión funciona: el gobierno necesita leyes y los votos de los senadores se pueden bloquear si les quitan empleados. Es una extorsión clara.

CFK publicó varios tuits hablando de economía y criticando al presidente. El presidente le contestó con precisión sobre temas que CFK desconoce por completo. Milei es solvente cuando habla de economía, aunque a veces dice cosas absurdas, como que los jubilados están ganando en dólares.

Que CFK, una condenada, pretenda hablar de economía es una muestra más del pozo de indignidad en el que está el peronismo. Ella necesita cambiar la agenda para que el tsunami de mediocridad que representa Alberto Fernández no la arrastre consigo. No debemos permitírselo nunca. El kirchnerismo ha sido una calamidad desde el día uno. No existe un "kirchnerismo bueno". En lo económico, fueron patéticos, y solo sabían alterar las estadísticas. Hoy pagamos por ello, o por la barbaridad que hicieron con YPF. Pero lo que nunca debemos dejar que CFK haga es cambiar de tema. Alberto Fernández y Massa son producto de ella. Ella fue quien nombró a Alberto y ocupó muchas áreas del peor gobierno de la historia. Hay que mantenerla en ese lugar. Ella quiere debatir sobre economía para escapar de esa posición, pero no se lo permitamos.

En la política argentina, mucha gente finge. Esta semana reapareció el criminal Firmenich, y Victoria Villarruel dijo algunas cosas que comparto. El punto es decir la verdad, en este y en todos los casos. Firmenich tenía causas abiertas a partir de un decreto de Alfonsín (157/83), que ordenaba juzgar a las cúpulas terroristas. En otro decreto (158/83), se ordenaba juzgar a las cúpulas militares. Pero el proceso de Firmenich y otros terroristas se suspendió por un indulto firmado por el máximo héroe de los miembros de este gobierno: Carlos Menem. El gobierno que dice odiar a los terroristas adora al que los dejó libres. En cualquier caso, muy bien por la vicepresidenta al provocar con este tema. Y a los neo menemistas es bueno recordarles que la verdad histórica no se puede cambiar.

En otro orden, el presidente cargó contra los científicos. Es bueno reflexionar sobre el tema. La ciencia es importante para todos los países. Una vez aclarado el tema es bueno mostrar cómo funciona el nivel toxico del kirchnerismo. Como en muchos lugares el Conicet tuvo a conspicuos kirchneristas discriminando al que pensaba distinto y rindiéndose al gobierno de Alberto Fernández. Como olvidar a los que funcionaban como grupos de tareas defendiendo lo indefendible durante la infectadura. Esas actitudes generaron que hoy no los defienda nadie. Por supuesto pagan justos por pecadores ya que hay buenos científicos que trabajan mucho. Pero los que en lugar de hablar de lo suyo se convirtieron en brazo discriminador del kirchenrismo deberían reflexionar sobre el daño que le hicieron a su sector. 

Una vez más, miles de pasajeros de Aerolíneas Argentinas no pudieron viajar. Estos paros, provocados por empleados que ganan mucho más que el resto, perjudican a mucha gente: familias en vacaciones, personas en viajes de trabajo. Muchos pierden dinero en hoteles contratados o la oportunidad de ver a sus seres queridos. En este momento, en el que el gobierno ha solucionado cosas como el delirante corte de calles por parte de piqueteros corruptos durante años, es inadmisible que siga esta situación en Aerolíneas. Seguir un camino de progreso implica cerrar o privatizar esta empresa, que mantiene como rehenes a quienes viajan. No hay otra manera de defender a los ciudadanos.

Y de eso se trata el gobierno: defender a los ciudadanos contra las corporaciones corruptas.