Ante el desembarco argentino los británicos apelaron a apagar el faro y rezar para que hubiera mal clima
A comienzos de abril de 1982 se iba a producir el recambio de marines del Reino Unido en el archipiélago del Atlántico Sur. Los comandos británicos se vieron sobrepasados por las tropas argentinas.
Antes del desembarco argentino en las Islas Malvinas el 2 de abril de 1982, un escaso número de soldados británicos se encontraba en el archipiélago del Atlántico Sur y poco pudieron hacer ante el arribo de las tropas continentales.
Días antes de que se concretara la Operación Rosario, un grupo de integrantes de los Royal Marines había llegado hasta Port Stanley (Puerto Argentino). Al mando del escuadrón se encontraba el comandante Mike Norman.
El comandante Mike Norman.
El objetivo era hacer el relevo de las tropas que estaban asentadas en el archipiélago y que tenían a Gary Noott al frente del grupo militar: unos se iban y otros llegaban.
En medio de ese recambio se produjo el desembarco de los soldados argentinos en las primeras horas del viernes 2 de abril de 1982.
Tropas argentinas durante el desembarco en las Islas Malvinas. Foto: Armada Argentina.
Los marines británicos, apenas 66, poco podían hacer para enfrentar a los argentinos y centraron sus esfuerzos en proteger al gobernador isleño, Rex Hunt.
Ante esa clara desventaja, el comandante Norman, al frente del Escuadrón Naval 8901 (NP8901) por su antigüedad, intentó complicar la logística del desembarco anfibio argentino.
"Nuestro último acto de resistencia fue apagar la luz del faro... y rezar para que hubiera mal clima", contó años después del conflicto bélico el Royal Marine, que fue capturado y enviado a Montevideo junto con el gobernador Hunt, su familia y el resto de los militares británicos que se encontraban en las Islas Malvinas al momento de la recuperación argentina del archipiélago del Atlántico Sur.
Desde Londres, el entonces ministro de Relaciones Exteriores, Peter Carrington, había aconsejado a Rex Hunt que hiciera explotar la pista de aterrizaje del Aeropuerto isleño para evitar el arribo de aviones argentinos. Sin embargo, el telegrama del Foreign Office nunca llegó a Port Stanley (Puerto Argentino).