Alejandro Perón recordó a su tío en el Día de la Militancia
El sobrino del expresidente recordó varias anécdotas y momentos que vivió junto al histórico líder político.
Pasan los años y siguen los recuerdos sobre la época de Juan Domingo Perón. Alejandro Perón es sobrino-nieto del expresidente argentino y en el programa 990 Sin Relato recordó anécdotas y grandes momentos que vivió junto a él: “Tengo muchos recuerdos de Juan Domingo, mi tío. Son recuerdos familiares como conversaciones con mi abuela”, señaló.
Una de las anécdotas que mas recuerda de su tío es en un asado que invitó Perón y que al haber tenido una reunión se había olvidado, pero minutos después los llama diciendo que la picada estaba lista y que los estaba esperando: “A López Rega lo trató muy mal por sacarnos y lo mandó a dormir atrás con la custodia”.
A su vez menciona que siempre trataron de manejar a Perón, pero que en vida y en muerte nunca pudieron: “Pensaron que al destrozar el cuerpo de Perón destrozaban lo que había hecho y, todo lo contrario, cada día está más fuerte”.
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“Lo que más extraño son las reuniones en Gaspar Campos, las charlas con mi abuela, los chistes. El tipo común, el tío haciendo el asado”, expresó Alejandro.
También señala que los dos últimos perros que Perón tuvo se los llevó a su casa de Acasusso y vivió con ellos hasta que murieron: “Uno de ellos murió en el pie de mi cama”, recordó.
La situación que se vivió en 1973 en Ezeiza, cuando el expresidente regresó al país después de haber estado casi 17 años exiliado, fue uno de los momentos más preocupantes para la familia Perón. Según señaló Alejandro la familia temió que mataran a Perón cuando llegó: “Mis viejos fueron al hotel en Ezeiza y lo tenían retenido y a mis viejos en el camino le tiraron un camión encima. Llegaron y los dejaron verlo. Mi tío les dijo, ‘vayan tranquilos que yo tengo todo arreglado’.
Con respecto a su relación con Isabel, última esposa de Perón antes de fallecer, Alejandro comenta que en esos momentos se llevaba muy bien hasta que cayó en prisión y por decisión propia decidió dejar de hablarle: “Fuimos a Azul, que estaba también Massera en otra casita preso, y se cruzaba a hablar con ella, tenían una amistad bastante grande. Massera la protegía. Le daba pesetas y cigarrillos”, mencionó.