No se trata, tan sólo, de un eslabón más en una larga cadena de acuerdos entre Argentina y China que comenzó durante las presidencias de Néstor y Cristina Kirchner y continuó durante el gobierno de Mauricio Macri, quizá con menor intensidad, pero con igual interés por posicionar al país como un proveedor de materias primas, de soja y de carne para los habitantes del gigante asiático.

La invitación cursada por el gobierno de Xi Jinping para el Presidente Alberto Fernández, que le permitirá ser orador durante el acto principal de los festejos por los cien años del Partido Comunista Chino que se realizará el próximo 6 de Julio, posee una enorme dimensión simbólica.

La convocatoria había sido formulada de manera formal el 23 de abril cuando se dictó un seminario virtual, en la sede nacional del PJ, del cual participaron dirigentes del partido creado por Mao Zedong e integrantes de la dirigencia nacional de la agrupación que fundara Juan y Eva Perón.

Pero la invitación tiene sus bemoles. Un vocero bien informado de la agenda presidencial aseguró a NA que el Presidente hablará vía zoom en el encuentro del 6 de Julio, utilizando como excusa para no estar de cuerpo presente en el acto central, la pandemia de coronavirus y sus sucesivas olas.

De hecho, China prepara un gran jubileo por el siglo de vida del PCCh, una organización que posee cerca de 92 millones de afiliados (91.914.000 miembros al 2020) y que ha atravesado todo tipo de cambios en su documento constitutivo a lo largo de su historia, el último del 2017, habla del “socialismo con peculiaridades chinas”, considerada la ruta a seguir para materializar los planes a futuro.

Los festejos comenzarán el 1 de Julio cuando Xi Jinping, presidente del país y secretario general del partido centenario, ofrezca un discurso durante los actos centrales y condecore con la medalla “1 de Julio” a militantes de destacada trayectoria. Habrá tiempo para galas culturales en museos y una campaña educativa pensada desde el Estado, destinada a difundir entre los jóvenes, la historia, logros y desempeño del partido único en ese país que gobierna la nación más poblada del mundo, desde el año 1949, y donde las elecciones son inexistentes.

Si bien los funcionarios de Casa Rosada aseguran que Alberto Fernández participará de manera virtual hay algunos secretarios de Estado, más cercanos al Instituto Patria, que insisten en la conveniencia de viajar a Pekín luego de la visita que el Presidente realizará a París para participar, el 28 y 29 de junio, del foro internacional “Generación Igualdad” impulsado por la ONU y auspiciado  por los gobiernos de Francia y México.

Un verdadero dilema teniendo en cuenta el comienzo incipiente de una nueva “guerra fría” en el mundo, esta vez, entre China y EE.UU. La anterior enfrentó, por el predominio mundial, a la Unión Soviética y los EE.UU. Se trataba de dos sistemas de producción diferentes y dos estilos políticos y sociales distintos. En esta nueva guerra fría, que muchos analistas mundiales ya están anunciando, no hay un enfrentamiento de sistemas productivos pero si hay competencia por los mercados y la gobernanza mundial.

Y, es en ese sentido, donde la administración de Alberto Fernández intentará lograr un equilibrio entre las dos potencias teniendo en cuenta la necesidad de acuerdos  por la deuda con los países occidentales liderados por EE.UU; la necesidad de inversiones; y de importación de  vacunas efectivas contra el Covid-19.

La tentación del Presidente argentino por estar presente en China para el 6 de julio se nutre, además, por ser el único mandatario de la región en ser invitado a hacer uso de la  palabra poniendo, en blanco sobre negro, que la diplomacia China considera a la Argentina como una pieza estratégica para sus intereses futuros y punta de lanza para incrementar su presencia en Latinoamérica.

China se presenta ante los países sudamericanos necesitados de créditos, tecnología, el 5G se convertirá en la variable de conflicto con los EE.UU. en el futuro próximo, infraestructura y obras públicas, como lo viene haciendo desde que el “Arquitecto General de Reforma y Apertura” de China, Deng Xiaoping, abrazara el método de producción capitalista hace más de cuatro décadas, el 18 de diciembre de 1978. Planes de largo plazo que son presentados en términos de ganancia compartida y un futuro en común entre las naciones implicadas.

Además, existe un motivo de peso para que Fernández esté presente en Pekín o Beijing, como prefieren nombrarla los chinos, el 6 de julio próximo y se vea cara a cara con Xi Jinping.

Este año vence el plan quinquenal vigente con el que los chinos planifican su economía y comienza uno nuevo, el decimocuarto, que  se extenderá hasta el 2025 y por el cual existe cierta premura para conocer que obras se acordarán entre el gobierno chino y el argentino.

Según publicó la revista especializada DangDai, a través de su editor Néstor Restivo, desde febrero se ha confeccionado una lista de obras posibles que, además, deben ser negociadas con los estados provinciales argentinos.

Para tener una dimensión de los planes involucrados en el último listado se anotan obras en varias líneas ferroviarias, de pasajeros y de cargas, en aguas y saneamiento, puentes, corredores viales, obras de conectividad y fibra óptica.

Desde luego, también se inscriben las obras más faraónicas, como las represas Kirchner y Cepernic en Santa Cruz, el polo logístico en la ciudad de Ushuaia, tan cerca del continente blanco, la posibilidad de participar en la hidrovía a través de Shanghai Dredging ( del conglomerado empresarial CCCC), y, por último pero no menos importante, la creación de la cuarta central nuclear por la cual se están negociando pre contratos entre la CONEA y Nucleoeléctrica S.A. del lado argentino y la Corporación Nuclear China, por la utilización del combustible nuclear a utilizarse. Todo financiado por el banco ICBC, uno de los “Cuatro Grandes” bancos comerciales de propiedad estatal, y el Exim Bank de Pekin.

Esta obra tendría un costo total de 8500 millones de dólares y, en principio, China financiaría el 85% del proyecto que comenzaría a saldarse ocho años después cuando el reactor comience a generar fluido eléctrico. El ministro de economía Martín Guzmán, ya reservó recursos para esta central nuclear en el actual Presupuesto.

Las advertencias del gran país del norte           

Como se observa no faltan razones para la presencia del Presidente argentino en el convite del Partido Comunista  Chino pero quizá se utilice la pandemia para realizar una modesta aparición por zoom para resguardar un equilibrio que comienza a desbalancearse en detrimento de los Estados Unidos.

La administración de Joe Biden empieza a mirar con recelo los movimientos de China en Latinoamérica y, en particular, en la Argentina y muchos funcionarios  y legisladores de la administración demócrata le hicieron llegar su preocupación al titular de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, que estuvo de visita en los Estados Unidos hace diez días, y mantuvo  encuentros con Juan González (asesor especial de Joseph Biden para la región); Julie Chung (Departamento de Estado); Gregory Meeks (representante demócrata), Bob Menéndez (senador demócrata) y Richard Martínez del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

En todos los encuentros, incluida una cena con el ex presidente Bill Clinton, hubo un argumento que sirvió de común denominador, la preocupación por la injerencia de China en Sudamérica.

Los legisladores estadounidense le hicieron saber que Estados Unidos aprobará, más pronto que tarde, una ampliación de fondos del orden de 170.000 millones de dólares que servirán para capitalizar los bancos de fomento, BID y CAF (Banco de Desarrollo de América Latina, ex Corporación Andina de Fomento), institución que tiene al funcionario de la Secretaria de Asuntos Estratégicos de la Casa Rosada, Christian Asinelli, como uno de los principales candidatos a dirigirla tras la renuncia anticipada, producida en el mes de marzo, del peruano Luis Carranza.

El mensaje que transmitieron los funcionarios de Washington, vía Sergio Massa, a la coalición gobernante en Buenos Aires parece ser claro. Estados Unidos ya perdió la influencia en África, en algunas regiones del Pacífico, a manos de China. La administración Biden no permitirá que suceda lo mismo en América Latina y el primer examen se rendirá con el desarrollo de la tecnología de 5G en nuestra región.