El presidente Alberto Fernández se reunió esta tarde con la ministra de Economía, Silvina Batakis, con el fin de analizar las medidas a tomar en medio de una difícil coyuntura afectada por la constante suba de precios y la escasez de divisas.

La segunda reunión entre el mandatario y la flamante ministra se inició en la Quinta Olivos a partir de las 18, mientras que la anterior se había desarrollado en la Casa Rosada.

El jueves 14, el INDEC dará a conocer el dato de la inflación de junio que, tal y como lo indican analistas privados, se espera en torno al 5%, y retomaría el camino del alza en una economía fuertemente afectada por la falta de divisas, la fluctuación de los mercados y la crisis política.

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Se especulaba con que uno de los temas en que iba a incurrir la reunión era el objetivo de "bajar el déficit paulatinamente". Se trata de un tema central que preocupa a todos los actores de la gestión y que, al momento, escapa del control estatal.

Además, en sus siete días de gestión tras la renuncia de su antecesor, Martín Guzmán, Batakis tuvo que hacer frente Batakis a un fuerte incremento del tipo de cambio paralelo, que llegó a rozar los 300 pesos, la incertidumbre sobre los precios de reposición y un incipiente desabastecimiento de productos importados y nacionales.

Lo que sucede es que la economía jamás estuvo escindida de la situación política. Es por eso que luego de constantes cruces internos que derivaron en la salida anticipada de funcionarios de la talla de Martín Guzmán, Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner se vieron obligados a retomar el diálogo que, desde marzo, estaba suspendido para hacer frente a la compleja situación del país.

Desde aquel sábado en el que el titular del Palacio de Hacienda hizo pública su renuncia a través de sus redes sociales, la fórmula presidencial mantuvo comunicación constante, en algunas de ellas, con Sergio Massa incluido, para delimitar los primeros pasos en la superación de la crisis que permitirá, además, aclarar el panorama de cara a 2023.

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Y es que tras el desbarate del equipo económico que respondía a Alberto Fernández, con las renuncias de Guzmán y de Kulfas en su haber, Cristina Kirchner observó, analizó, y optó por bajar la intensidad de sus reiteradas críticas al percibir, del otro lado, a un Presidente aislado, en soledad, y lastimado por los cruces de los propios.

"No voy a revolear a ningún ministro", se atajó la vicepresidenta el viernes desde El Calafate, en el acto de inauguración de un cine - teatro, en un discurso en el que centró sus críticas a la Ciudad de Buenos Aires, la oposición de Juntos por el Cambio y a la salida de Guzmán.

 La exmandataria eligió una curiosa arista para cuestionar la renuncia del exminsitro: "Creo que fue un acto de irresponsabilidad política y también un acto de desestabilización institucional. El mundo como está, el mundo como está, el dólar como está...Hacerlo enterar al Presidente por un tuit nada más que el ministro de Economía no me parece bien", afirmó.

En una especie de acercamiento con el jefe de Estado, agregó: "Me parece un acto de inmensa ingratitud al Presidente. Este presidente había bancado a ese ministro de Economía como a nadie, enfrentándose inclusive a las propias fuerzas de su coalición. ¿Se merecía esto? Debo decirlo porque creo que los argentinos tenemos que empezar a hablar claro entre nosotros".

El día después, dolido y a su forma, Alberto Fernández, rompió el silencio desde la renuncia de Guzmán y reafirmó las palabras de su vice: "Se fue y él sabe lo que yo pienso de cómo lo hizo. Hay cuestiones de responsabilidad institucional que recomendaban que hubiera ocurrido de otro modo".

Asimismo, el jefe de Estado desempolvó sus discursos que apuntaban al fortalecer la unidad, y denunció a la oposición, medios de comunicación y empresarios de intentar desestabilizar su gestión. Ni una palabra ni indirecta para la vice, y así parece que será esta nueva etapa que ensaya el Gobierno, incipiente, y que solo el tiempo dirá si logra sostenerse.

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