En el Palacio San Martín, sede de la Cancillería nacional, algunos embajadores conocedores de las relaciones internacionales sabían con antelación que no prosperaría la posibilidad que Alicia Castro, azafata y ex embajadora en Venezuela y en Gran Bretaña durante los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner, pudiera asumir la representación nacional ante la Federación Rusa.

Nadie que haya estado cumpliendo funciones en el Reino Unido es bien recibido en la ciudad de Moscú de Vladimir Putin por más gestos insólitos que haya realizado durante su carrera diplomática Alicia Castro, como dar de almorzar a los caballos de la Reina Isabel II, entre otros declamados alineamientos con las potencias emergentes como Rusia.

El nuevo embajador designado por el gobierno del Frente de Todos también tiene su pasado en las administraciones kirchneristas. Fue el número dos de la Cancillería que condujo Héctor Timerman y su nombre quedó implicado como procesado en la causa del memorándum de Irán. Fue embajador de Mauricio Macri, en Paraguay, hasta que Elisa Carrió le mostró la salida de Asunción.

Luego de dirigir el Instituto del Servicio Exterior de la Nación, donde se forman los  futuros  embajadores, este abogado, santiagueño, de 59 años contó con el pulgar hacia arriba de la vicepresidenta Cristina Fernández para conducir una nueva etapa en las históricas relaciones entre Argentina y Rusia, rica en intercambios comerciales y en tramas políticas e ideológicas, en el pasado reciente de nuestro país.

"SIN VACUNAS NO HAY RECUPERACIÓN ECONÓMICA"

Es una de las frases que más se escuchan en los pasillos de la Casa Rosada. El temor a una segunda o a una tercera ola de coronavirus, con mutaciones incluidas del Covid-19, es una realidad como la muestran las noticias que llegan desde el hemisferio norte que atraviesa un crudo invierno boreal.

Los economistas más optimistas hablan de una recuperación del Producto Bruto Interno (PBI) a los niveles pre-pandemia, el año 2019,  para el año 2023 cuando finalice el actual mandato de Alberto Fernández. Este crecimiento modesto puede ralentizarse, aún más, si el Poder Ejecutivo se ve desbordado por nuevas oleadas de contagio de coronavirus y podría decretar nuevas cuarentenas que ahogarían la maltrecha economía nacional.

Por todo esto es que Eduardo Zuain se dirigirá a la gélida Moscú para afianzar los lazos con el gobierno de Vladimir Putin en distintos  temas de la relación bilateral pero teniendo, como norte, la supervisión de los embarques de la vacuna del Centro Gamaleya y la posibilidad de conseguir “la fórmula” para fabricarla en el país.

Así lo confirmó al sitio agendaperonista.com.ar que ante la pregunta por la misión que le encomendará Alberto Fernández en lo inmediato respondió:

-Yo me imagino, primero, un monitoreo y control sobre el tema vacunas. Tratar que los envíos se hagan con regularidad, porque es vital para nosotros. También que empiece a explorar todas las posibilidades de aumentar nuestras exportaciones, de colocar productos argentinos en Rusia. Es un mercado de 145 millones de habitantes, todavía hay mucho para hacer. El otro día estuve hablando con COVIAR, que es el ente privado que regula la producción de vinos de Argentina, sobre la potencialidad del mercado ruso para el vino argentino, que es de una calidad excelente. Yo pienso que me va a pedir eso y que busque inversiones para Argentina con transferencia de tecnología y reforzar la alianza política que tenemos con Rusia.  Un ejemplo: no solo seguir comprando las vacunas de Rusia, sino lograr que esas vacunas puedan ser fabricadas en Argentina.

LA NAVE VIRA HACIA EL ESTE

La Unión Europea está al este de nuestro país pero la administración de Alberto Fernández y Cristina Fernández piensa afianzar las relaciones con países más al este del río Rin. Fundamentalmente China, el Presidente Fernández viajará en Mayo a Pekín para cerrar importantes tratados, y Rusia, en una relación que viene cargada de historia y por la cual Cristina Fernández tiene predilección.

El investigador Salvador Scarpino del sitio de análisis de relaciones internacionales ocipex.com señalaba que la relación se profundizó durante el año 2014  producto del conflicto en la península  de Crimea. “El gobierno argentino de Cristina Fernández manifestó la inaceptabilidad de la doble moral en la política internacional por parte de algunos países occidentales u organizaciones internacionales, las cuales apoyan la posición ucraniana en torno al principio de integridad territorial y sancionan a Rusia pero no hacen lo mismo respecto al mismo principio sobre la cuestión Malvinas y la disputa de Argentina con el Reino Unido al que no sancionan”.

Luego de esta decisión Cristina visitó Moscú para dialogar con Putin, en abril de 2015, y se firmó una Declaración Conjunta entre ambos para establecer una asociación de carácter estratégico e integral entre los dos países para desarrollar sectores como energía, acuerdos entre YPF y Gazprom; energía atómica; comercios y servicios e infraestructura, entre otros.

 El periodista argentino Nicolás Trinchero se encuentra radicado en Rusia ejerciendo el periodismo y desde allí nos comenta “intensificar el vínculo con Rusia será de gran beneficio para Argentina. Tienen mucha experiencia en temas científicos, tecnológicos y en ingeniería civil. Por ejemplo, Moscú ha sido conectada, en los últimos años, con tres aeropuertos a través de líneas ferroviarias de última generación un proyecto que se me ocurre podría replicarse en nuestro país para unir rápidamente Buenos Aires con el aeropuerto internacional de Ezeiza. Rápidamente en Rusia se proyectan grandes obras a gran escala que podrían pensarse, también, para el desarrollo de la Argentina”.

Para Scarpino de ocipex.com “debemos retomar, fortalecer y materializar acuerdos en sectores estratégicos con potencias como Rusia las cuales nos garanticen dar un salto tecnológico para diversificar nuestra matriz productiva agroexportadora y nuestra matriz energética para sustituir importaciones”. En la agenda con Rusia los funcionarios seguramente  hablarán de represas como la del Proyecto Multipropósito Chihuido I, en la provincia de Neuquén, y las represas Néstor Kirchner y Jorge Cepernic, en la provincia de Santa Cruz.

El sitio agendaperonista.com.ar le preguntó a Eduardo Zuain por el intercambio comercial y sostuvo:

Nosotros exportamos unos 650 millones de dólares al año y además importamos por 240 millones. El presidente es consciente de ello y seguro me va a pedir una mirada especial en esto porque es un mercado potencial

RUSIA COMO PUERTA DE EMERGENCIA

La historia diplomática entre las dos naciones tiene 135 años. Se establecieron desde antes de la Revolución de Octubre de 1917 y atravesaron todos los vaivenes imaginables productos de las tensiones propias del siglo XX. Pero basta resaltar un solo período de nuestra historia para comprender porque la lejana Rusia siempre fue una salida en momentos graves de la economía nacional.

En plena Guerra de Malvinas, con la Argentina gobernada por un régimen de facto, violador sistemático de los derechos humanos y profundamente anti comunista en su ideología política, se estuvo a escasos días de pedir asistencia militar a la antigua URSS en plena guerra fría con los EE.UU. Los dirigentes de la extinta Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), leían con asombro las declaraciones de algunos implacables generales anti comunistas como Ramón Camps, explicando en la televisión nacional, la necesidad de intentar un acuerdo con la URSS ante el desplante estadounidense para activar el TIAR. El Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR) del año 1947m había representado un logro de la diplomacia del gobierno de Juan Perón, que previamente debió ceder ganancias en otros terrenos como el económico, pero que obligaba a los EE.UU a defender todo el territorio americano, inclusive las islas Georgias y Sandwich del Sur y las Islas Malvinas, de ataques de terceros países provenientes de otros continente. Por ejemplo, el Reino Unido.

Como sostuvo el periodista Rogelio García Lupo en “Diplomacia secreta y rendición incondicional “…Buenos Aires siempre discute con Estados Unidos”. Galtieri, en los meses previos a la guerra, había afirmado en Washington el alineamiento incondicional de su gobierno con los EE.UU. en su cruzada frente al comunismo pero ni bien iniciada la contienda por Malvinas, quedó claro que Estados Unidos y sus aliados no iban a cumplir con el TIAR de seguridad continental americano. El desplante puso a la Argentina al borde de una alianza militar con los soviéticos.

Alianza que no prosperó en materia de armamento pero que sí lo hizo en materia económica. La Argentina de 1982 vivía con una inflación del 150% anual, mal endémico a esta altura del país, desempleo que llegaba al 15 % de su población activa y con fuertes deudas adquiridas en el exterior bajo la experiencia monetarista de José Alfredo Martínez de Hoz, pero con un cliente que le aseguraba colocar su cosecha agraria. Rusia. En 1981, el 80% de las exportaciones de trigo argentino, fueron a los puertos rusos y el 88 % del maíz tuvo el mismo destino. Ese comercio no se cortó ni siquiera por las profundas diferencias ideológicas de los dos regímenes que gobernaban entonces. Esas diferencias de pensamiento parecen no existir entre los actuales dirigentes y al contrario existen varios puntos de acercamiento geopolítico.