Por Federico Giannetti

El equipo de rugby denominado Los Espartanos, originado en la Unidad Penal N° 48 de la localidad bonaerense de San Martín, nació a partir del trabajo de Eduardo "Coco" Oderigo, un ex jugador y abogado penalista que trabajó durante 15 años en el Poder Judicial, pero la vida le dio un vuelco cuando un amigo le pidió visitar una cárcel, sólo por el hecho de poder conocer cómo era la situación por dentro.

La iniciativa, que con el paso de los años se convirtió en una fundación que lleva el mismo nombre, busca "bajar la tasa de reincidencia delictiva promoviendo la integración, socialización y acompañamiento de personas privadas de su libertad", y hoy cuenta con más de 3000 jugadores en 65 cárceles, divididas en 21 provincias del país.

En diálogo con NA, Oderigo recorrió el paso a paso de Los Espartanos y remarcó su "intención de darles herramientas" a los internos para cuando cumplan su condena, "por el bien de ellos, de sus familias y de toda la sociedad".

- ¿Cómo nació el proyecto en 2009?

Yo trabajé en el Poder Judicial durante 15 años, metíamos presa a la gente que secuestraba personas, vendía droga y demás, ese era nuestro laburo. Después empecé a ejercer la profesión de abogado y no tuve más contacto con personas detenidas. Jugaba al rugby en el San Isidro Club y un amigo, al que le gustaban las historias policiales, un día vino con la idea de que quería ir a una cárcel. Insistió tanto que fuimos para poder sacármelo de encima, y lo que vimos ahí eran muchas personas sin hacer nada que nos miraban feo. Esa es la gente que sale peor de lo que entró, por eso se me ocurrió hacer algo. A mí el rugby me hizo muy bien, así que volví otro día, solo, a decirle al director que quería enseñarles a jugar a los presos.

- ¿Cuál fue su respuesta ante la propuesta?

Me sacó corriendo, dijo que era un deporte violento con personas violentas y me puso algunas trabas, pero volví. Llevó a un sólo flaco para entrenar cuando había cientos de pibes detenidos, pero aparecieron otros, que eran los peores de toda la cárcel, y yo les dije que los entrenaba igual. No fue muy linda esa práctica porque no se engancharon tanto, pero empezamos a ir todos los martes.

- ¿Cómo fue tu primer encuentro con los internos?

El primer día, la confianza la generé enseñando a taclear. No querían, "raspate vos", decían, y yo les dije: "Bueno, dale". Le di la pelota a un gigante, le fui a los tobillos y lo tiré. A la segunda, volvió a caer, y ahí empezaron a querer taclear ellos. El primer día eran diez y el segundo ya eran 24, veían que no queríamos sacar tajada de nada, que sólo queríamos dar una mano. En ese segundo entrenamiento, el grandote que era el dueño de ahí, que le decían "El Gordis", me avisó que el equipo se llamaba Los Espartanos porque todas las noches veía la película "300", y "Los Espartanos" no tienen dolor ni sufrimiento.

- Se generó un gran sentido de pertenencia por parte de los internos hacia el equipo...

Hicieron el logo, los colores de la camiseta (amarilla y naranja), algunos hasta tienen tatuado el escudo en su cuerpo. Cuando salen a la calle, van a buscar un laburo y dicen con orgullo que son "espartanos".

- ¿Qué cambios fuiste notando en los integrantes del equipo dentro del mismo penal?

Empezaron a bajar los niveles de violencia interna en la cárcel y el director no entendía cómo. Todo eso lo volcaban adentro de la cancha, canalizaban la violencia de manera lícita, dentro de reglas. Se hicieron compañeros, se empezaron a respetar, a conocer el espíritu de equipo y la confianza. Se comenzaron a necesitar, y no porque yo se los dije, sino porque adentro de la cancha necesitan al de al lado, y eso se fue trasladando hacia afuera.

- La iniciativa se empezó a replicar en otras provincias y países, y hasta viajaron a ver al papa Francisco, ¿Cómo se dio eso?

Fuimos a ver al Papa en 2015, con diez espartanos que estaban libres y 20 voluntarios, nos recibió en su casa y nos dijo que esto había que hacerlo "en todos lados". Se replicó en La Pampa, Jujuy, Salta, Tucumán, Mendoza, hoy hay 58 cárceles en 21 provincias de Argentina donde se juega al rugby, hombres y mujeres. También en otros países, como Uruguay, Chile, Colombia, El Salvador, España, Italia y Kenia. En 2014, además, Los Espartanos jugaron el preliminar de Los Pumas contra los All Blacks, en el estadio Único de La Plata, contra jueces y fiscales.

- ¿Cómo logran trascender los prejuicios y las miradas que piden soluciones rápidas a problemas complejos, como es la inseguridad?

Te empezas a motivar cuando ves reacciones positivas. Está la pata altruista de querer hacer algo por alguien, pero también está la egoísta de evitar que alguno nos mate cuando salga. Haría cualquier cosa para que nunca más vuelvan a delinquir. Además, cambias el entorno, porque un chico de ocho años, si ve el cambio del padre, lo ve trabajar y estudiar, cuando crezca, por lo general, va a copiar ese ejemplo.

- El proyecto está lejos de romantizar la delincuencia, como podría parecer si se lo conoce de una manera superficial...

Yo no quiero que salgan ni un día antes. Hace un tiempo me llamaron de un Juzgado y me consultaron para darle salidas transitorias al capitán del equipo, que es un crack y un pibe que vale oro. El fiscal y el defensor habían dicho que sí, pero el juez quería escuchar mi opinión. Yo respondí que no estaba de acuerdo con que se vaya ni un día antes. Cuando volví a la cárcel, él me preguntó si era verdad y le dije que, efectivamente, era así. Que si salía él, tendría que salir hasta el último 'espartano', ¿y qué dirían las víctimas? No hay que mezclar.

- ¿Cómo es la situación en el penal a raíz de la pandemia de coronavirus?

Cuando empezó la pandemia, se asustaron e hicieron una huelga de hambre. En el penal, donde entran 32, hay 80 o 90 presos. Son cuatro pabellones de 'espartanos', ahora nosotros no podemos ir, pero ellos entrenan y rezan solos, están usando las herramientas ahí adentro. Para los muchachos que entran ahí, es Disney, para ir a la cárcel de San Martín hay una lista de espera de 400 presos. Aunque es algo que nos excede, desde la fundación no arengamos para nada las salidas, no nos metemos en las causas de ninguno.

- También trabajan en la reinserción social, una vez cumplida la condena, a partir de brindar oportunidades laborales...

Hoy hay casi 100 empresas que dan trabajo a "espartanos", son 225 personas que están trabajando en blanco. Cada uno de ellos, que podría haber reincidido en una proporción enorme, hubiese cometido alrededor de tres delitos por día. En un año, más de mil, que por 225, son 225 mil hechos delictivos menos. Las soluciones mágicas no existen, hay que cambiar la cabeza, no es ellos contra nosotros. De ser así, vamos a perder muchísimo. ¿Y si es ellos junto a nosotros? ¿Si nos metemos en las cárceles, en su peor momento, y hacemos que cambien sus destinos? El Papa nos dijo que busquemos puntos de encuentro, las diferencias las ve cualquiera.