Por Sebastián Hadida

La diputada radical, vicepresidenta de la comisión de Legislación General, considera que el proyecto del Gobierno es superador porque recoge algunos argumentos del debate del 2018. Y reconoce que la presentación de la iniciativa en conjunto con el plan de los 1000 días es "una jugada inteligente" que "desarticula enojos" del sector celeste.

- La comisión de Legislación General fue designada cabecera del debate

- Sí, se toma el antecedente del 2018 y se repite. Cecilia Moreau (presidenta de la comisión) es una gran coequiper. Se generó un muy buen ambiente para trabajar. Tuvimos una reunión muy fructífera para fijar las reglas del debate y tenemos el aprendizaje del 2018. Ese aprendizaje tiene que ver con no agredir. La primera regla es el modo en que debatimos tiene que ser de excelencia porque la autoridad enseña.

- ¿El compromiso en el sector celeste es el mismo?

- Sí. En la reunión que tuvimos estaban Carmen Polledo y Marcela Campagnoli. de ambas recibimos esta idea de respeto a las reglas. Son mujeres que tienen mucha trayectoria y experiencia legislativa, muy afables. No son personas fanáticas.

- Luego del escrache a Suárez Lastra, trascendió que hubo un acuerdo para que los diputados denuncien penalmente esas situaciones

- Sí. Hubo una idea del presidente de la Cámara (baja, Sergio Massa) de poner un límite. Una cosa es dar una opinión y otra cosa es un delito penal como un escrache o una agresión pública por la forma en que votás. No se puede condicionar a una minoría con violencia. En 2018 hubo muchos casos que tal vez no tuvieron visibilidad pública, muchas amenazas en las redes. Pero el fin de semana pasado empezaron con una serie de escraches compulsivos. Eso viola aspectos básicos de la representación.

- ¿Qué opina del proyecto del Poder Ejecutivo?

- Es un muy buen proyecto técnicamente. Es el proyecto justo. Eso no significa que esté cerrado y no pueda mejorarse. Yo soy cofirmante del proyecto de la Campaña Nacional por el Aborto Legal, que siempre se presenta con un formato estándar para iniciar las conversaciones. Este proyecto del Poder Ejecutivo recoge toda esa experiencia.

- Al mismo tiempo que el proyecto de legalización del aborto, el Gobierno manda el programa de los 1000 días. ¿Qué opina?

- Es una jugada inteligente del Gobierno porque recoge demandas y argumentos que expresaron en 2018 quienes no están a favor del proyecto de aborto. Hubo una demanda muy fuerte del otro grupo en relación al acompañamiento a mujeres y personas gestantes para que no tengan que ir hacia el aborto. Hay una mirada en la que no hay ganadores ni perdedores sino un cuidado a la salud pública, y a elegir la maternidad. Va en el sentido de fortalecer la elección y que sea absolutamente personalísima.Me parece bueno, desarticula enojos e impotencias.

- ¿Puede motivar objeciones este proyecto o el apoyo es total?

- Nadie está en contra del proyecto de los 1000 días. No hay mucho para discutir. Va a salir por unanimidad y con un tramite expeditivo porque tiene sólo dos giros. Es una estrategia muy interesante y demuestra que fueron leídas las demandas de cada uno de los argumentos.

- ¿Cree que el actual contexto de pandemia que restringe las movilizaciones puede incidir en el resultado final esperado que es la aprobación de la ley?

- El hecho de que el Poder Ejecutivo mande un proyecto es porque hay un poder y legitimidad social independientemente de que el pueblo se movilice, lo cual no quita que pueda ocurrir. Pero no sé si va a ser tan necesario y decisivo para lograr el resultado que es terminar con la clandestinidad del aborto en la Argentina. Hay un clima generacional que mayoritariamente pide avances, no para imponer sino para garantizar un derecho personalísimo. Nadie está obligando a hacer ningún aborto a nadie. La dirigencia política está leyendo que hay mucho poder social en el tema y avanza.

- ¿Cómo está Argentina posicionado en relación al debate que se da en el mundo respecto del aborto?

- Estamos en una velocidad lenta con este tema. En la mayoría de las democracias esto es un derecho personalísimo. En Israel, donde tienen esto hace 30 años, la religión tiene un componente religioso muy profundo. Sin embargo, la moral es privada y los derechos son públicos.

- En el 2018 se dio un debate amplio y profundo pero no alcanzó. ¿Qué significado histórico tuvo?

- Tuvo una potencia enorme porque significó quitarle el barniz de tabú. Fue impresionante. Se instaló el tema.

- ¿Por qué en el Senado es más difícil que en Diputados?

- Diputados es el termómetro del pueblo. En cambio el Senado siempre es más opaco y conservador. De hecho, es la cámara de veto. A veces tienen más peso provincias chiquitas que provincias importantes, como si valiera más los votos de un santiagueño, un jujeño o un fueguino que de un bonaerense. Es muy injusto pero es así porque cada provincia tiene tres senadores. A diferencia de Diputados, ahí tanto el oficialismo como la oposición van a tener que trabajar para que se logre el resultado que se mostró tan esquivo hasta ahora.

- A diferencia del 2018, ahora el Gobierno toma partido y podría hacer valer sus armas para convertir votos.

- Claro. El mejor aporte que pueden hacer los senadores es abstenerse. No tienen por qué estar de acuerdo, pueden abstenerse.