Por Alexis Chaves*

La pérdida de las oportunidades se suceden desde hace más de cien años en esta bendita tierra argentina, encima estamos nosotros, que debatimos todo el tiempo todo y muchas veces sin construcciones racionales productivas y positivas.

Distintos estudios sociológicos han dedicado amplia bibliografía en tratar de explicarnos que las crisis son oportunidades de cambios.

Es muy difícil escribir estas líneas cuando muchos de los lectores se encuentran propensos a detectar de qué lado se encuentra el narrador de estas reflexiones.

Pues les cuento que no van a poder encontrar más que una idea de por qué nos pasa a los argentinos siempre lo mismo, en donde las oportunidades se nos van de las manos y se desvanecen.

Impera la viveza criolla, sacar ventaja, "zafar", estar en guardia permanente, seguido de ser cada vez más intolerantes entre nosotros.

¿Qué nos va a dejar todo eso? Absolutamente nada. Por una vez privilegiemos con urgencia asuntos imperiosos como el empleo y la educación por ejemplo.

Pensemos que siempre hay buenas intenciones, pero el país ya no puede esperar: el diagnóstico es terminal. Se exige de nuestra dirigencia y de la sociedad toda, el esfuerzo de ser capaces de reconvertir de una vez y por todas las oportunidades perdidas, salir adelante. (A River y a Boca, hasta Diego Maradona los fundió en un abrazo fraterno en la puerta de la Casa Rosada hace un par de días). Como simbolismos bastan y sobran, acomodemos las ropas y salgamos por fin para adelante.

Estructurales, generales, sectoriales, cada disrupción en el ecosistema social debería tomarse como aprendizaje, en donde las fuerzas políticas (al menos) deberían apuntar a consensos básicos aceptados socialmente.

Los argentinos hemos desperdiciado hitos y situaciones que podríamos haber convertido en verdaderas congruencias. Pero fallamos en el intento, por eso intentaremos describir qué nos pasó y nos pasa, para acercar una verdadera reflexión.

Por citar un ejemplo, a partir de 1930, la evolución política argentina se despegó de las tendencias del sistema capitalista mundial.

Mientras estos países abandonaban progresivamente los principios del "laissez faire" de la economía política liberal y le cedían concesiones a los trabajadores y desarrollaban políticas de bienestar social, en la esfera económica local nosotros decidimos marchar en contra de la corriente histórica de Occidente.

La progresiva apertura del sistema político a la participación de sectores de las clases medias urbanas quedó suspendida mientras que el mundo, ya sea desde visiones liberales o corporativistas, ya comenzaba a satisfacer demandas sociales. No solo eso, sino que en Argentina se prefirió reprimir a los movimientos sociales. Los trabajadores vieron que sus derechos se paralizaban.

Lejos de ser tomado como una salida, fue una situación en la que el tren pasó otra vez para nosotros.

Conclusión: la Argentina se sumergió en un anacronismo más.

Pensemos juntos en que los requerimientos para un cambio de base y que sea sustancial, se inician por la renovación de la clase dirigente, cuestión que en nuestro país siempre fue muy dificultosa, (aunque a veces emergen esperanzas juveniles) sumado a un proyecto de país que deberíamos buscar que sea consensuado mayoritariamente para intentar llegar a aprobaciones que apunten a una verdadera y sólida masa crítica política.

Y esto exhorta a que la conducción política (del gobierno de turno que sea) vea oportunidades para el país, no solo acá en el territorio, sino en otras naciones que siempre estarán dispuestas invertir y hacer rendir a esas inversiones, pero con reglas de juego claras, que perduren en los ciclos del tiempo.

Después con Frondizi se desarrolló una política pro Estados Unidos, en donde se adhiere al sistema de préstamos de los "norteamericanos" buscando el desarrollo económico. Y así el país se embarca en hacer crecer a la industria pesada (En donde se alcanzó el autoabastecimiento de petróleo, o sea pasamos de ser importadores a exportadores, lo que impulsó un crecimiento económico ininterrumpido. ¡Ya nos creíamos que se podía!

La inversión extranjera se multiplicó y se produjo un incremento notable del reequipamiento industrial, se crearon empresas locales de envergadura (como por ejemplo la famosa SIAM), además de una importante radicación de firmas extranjeras en en el sector metalúrgico, químico y petroquímico. Eso sin mencionar la enorme pujanza de la industria automotriz que produjo un incremento significativo de cantidad de autos y camiones. Definitivamente sentíamos que eso era el primer mundo...

Después se sancionó la Ley Sindical 14.455 (régimen legal de las asociaciones profesionales de trabajadores) y se reconoció la figura de "Delegado Gremial". Más escuelas de educación técnica, se le dio impulso al Conicet con becas y subsidios para la investigación y el desarrollo.

¡Todas conquistas de un país pensado como proyecto y con una visión estratégica!

Pero en el 62', las Fuerzas Armadas exigen la renuncia del Presidente Frondizi, quien terminó detenido en la Isla Martín García.

¿Los motivos aparentes?

Seguramente pudieron ser los temores al desarrollo de focos guerrilleros por parte de los sectores militares inspirados por Estados Unidos con militares locales, en un contexto mundial de Guerra Fría, sumado a la oposición de algunos sectores peronistas a la gestión del Presidente.

Conclusión: Los temores infundados a una revolución socialista atentaron contra el desarrollo industrial que estaba puesto en marcha, y volvimos a caer. ¡Otra vez para atrás!

Varios años pasaron y la historia triste que todos recordamos a fuego, hasta llegar al retorno de la Democracia con el Dr. Raúl Alfonsín.

Y algunos pensamos que en ese contexto podríamos escribir finalmente, un gran acuerdo nacional, ya con una verdadera carta de navegación hecha con vivacidad, razón y audacia. Es que veníamos del horror... Y reflexionamos una vez más, en que no nos podíamos quedarnos en falsas dicotomías ya que tenemos hijos, nietos, sobrinos, amigos, o simplemente afectos a los que pretendíamos dejarles un legado, una base de país nación y tenía que ser con decisión política. Era el fervor popular, los deseos de salir adelante dejando el pasado atrás que siempre nos pisó los talones.

Todo parecía florecer y las oportunidades surgieron para luego terminar de la manera que ya todos sabemos. Libros enteros, opinólogos, grandes debates, y volvieron las diferencias insalvables en nuestra sociedad.

Pero qué iba a ser peor si somos todos ARGENTINOS, el tiempo todo lo cura y nos queda la democracia, además somos tan particulares, que dejamos casi de lado tan rápido. (Recordemos que muchos países incluso curaron sus heridas después de las Guerras, que por respeto no quiero tocar acá tan sensible punto). Y siempre todo como queriendo dar vuelta la página, ¿Por qué? ...porque Dios es ARGENTINO...(creíamos).

Entonces las cuestiones económicas, sociales y políticas que vivimos y que florecían, se empezaron a complicar nuevamente.

¿Tal vez no asimilamos que le habíamos puesto una "bisagra a la historia argentina" recuperando la Democracia?

¡Porque en ese momento sí hubo unión sincera!

Ni hablar los Presidentes que siguieron a este derrotero, y nosotros con la esperanza de que, al votar, todo iba a cambiar, y de nuevo la conciencia colectiva de saber que, si caíamos, nos levantábamos, porque suponemos que el "eje de la tierra" se basa sobre estas latitudes.

Dejemos las culpas a un lado, de que los políticos son, se hacen, o ambas cosas. Digo algunos dirigentes políticos, sociales, eclesiásticos, culturales, judiciales, empresariales o ¿acaso no son fruto de esta sociedad en la cual estamos todos incluidos?

Y pasaron los años, muchos. Historia harta conocida, otro momento se asomó en el nuevo horizonte esperanzador.

¡La soja a 600 dólares! El "yuyito" (y para nada tiene connotación peyorativa, sino descriptiva, incluso porque muchos no sabíamos ni que era y menos si se comía con algo) que nos iba a dar una mano, como la de DIOS, nuevamente...

Algunos propusieron, que había que sentarse a pensar una "Argentina Unida", con opiniones diversas, pero con "buena gente" (que la hay sin lugar a dudas) con el objetivo de ser grandes de una buena vez...en ideas, en producción, en desarrollo cultural, social, deportivo, entre otros.

Durante la gestión del entonces Presidente Néstor Kirchner pudimos volver al mundo (al menos eso vivimos)...Contamos en el año 2006 con que la actividad crecía al 8% (las famosas "tasas chinas"). La inflación aún era de un dígito: 9,8%, con los salarios, en promedio, subiendo un 18,6%.

El desempleo era 8,7%. El dólar valía $ 3,06. El superávit fiscal era de 3,3% del PBI. Se exportaba más de lo que se importaba y la balanza comercial dejaba US$ 12.400 millones. Las reservas habían crecido casi US$ 4.000 millones en el año. La recaudación le ganaba por 15 puntos al costo de vida.

La deuda del país era un 58% del Producto. Todo con la soja recién llegando a US$ 215 la tonelada promedio, tomando carrera para alcanzar los US$ 600 un par de años después. (Fuente: Perfil).

¡Ya estaba! Más allá de discusiones banales, lo habíamos logrado, UNA VEZ MÁS...nuevamente como el Ave Fénix...surgíamos de las cenizas de tantos errores y desencuentros.

¡El mundo era nuestro de nuevo!

Pero otra vez nos engañábamos a nosotros mismos, el contexto internacional, los datos del INDEC, la coyuntura, o lo que fuera, nos mostraban, que en el "Placard de la Historia", seguíamos escondiendo nuestro pasado de contradicciones, y sin resolverlas.

Siempre fue "mejor tirarle el fardo al otro", y transformarnos en críticos de lujo, sin el menor o nulo esfuerzo, sin autocrítica. Porque somos argentinos, creemos que la cosa gira en torno a nosotros, siempre.

Ustedes sepan disculpar por resumir tan abruptamente cien años de historia, pero hay que hacerlo rápido, el tiempo corre, la pandemia puede ser una nueva oportunidad de unirnos en la desgracia de los seres queridos que se fueron y los miles que están enfermos y la pasan y pasarán mal.

No quiero perder su tiempo, tengo hijos haciéndome preguntas todo el día, las clases, las salidas a la plaza, los amigos, esa rutina ideal que parecía decirme a diario (y con displicencia) que "qué suerte que nací acá y soy argentino", pero créame que no sé cómo explicarle: los años vividos parecieran que no nos definieron aún como nación, ya que no entendemos que lo que le pasa al mundo, nos pasa y si no se dio por aludido, perdió su tiempo, yo "Soy un boludo, creí que la tierra giraba alrededor de la Argentina".

*Por Alexis Chaves, politólogo y asesor parlamentario.