Por Jimena Latorre (*)

La semana que pasó nos dejó una agenda política que al menos debe llamarnos al análisis.

La carta de la vicepresidente, el aniversario del fallecimiento del ex presidente Néstor Kirchner y sus polémicas celebraciones, la sesión por el Presupuesto 2021 en Diputados, las tomas de Guernica y Entre Ríos, el aniversario de la recuperación de la Democracia.

Y a propósito de esta última conmemoración de la que todos recordamos las palabras en aquél cierre de campaña del Dr. Alfonsín, el estadista que nos devolvió la Democracia y su cita al Preámbulo de nuestra Constitución Nacional es oportuno recordar un fragmento no incluido en ese emocionante discurso: "Los representantes del pueblo de la Nación Argentina, reunidos en Congreso General Constituyente por voluntad y elección de las provincias que la componen...".

El miércoles pasado volvimos a reunirnos los representantes del pueblo de la Nación Argentina, pero el escenario resultó muy distinto al de ese Congreso General Constituyente, pues muchos de los representantes olvidaban que estaban ahí por voluntad y elección de las provincias que componen la Nación.

Después de más de veinte horas de debate, el oficialismo con algunos apoyos más aprobó un presupuesto centralista, alejado e ignorante de la realidad de esas provincias preexistentes a un Estado Nacional que contará con la billetera gorda de recursos provenientes de las contribuciones de todos los argentinos, pero también con el látigo para luego cual pater dadivoso o castigador repartir entre sus hijos dependientes premios y castigos. Nada más contradictorio, nada más distorsionado, nada más retrógrado.

Pero para dar una discusión sensata sobre las soluciones concretas que ese Presupuesto no contempla, necesitamos antes reconocer la realidad y su diagnóstico, y en ese sentido el debate pareció más una conversación sorda, incapaz de producir los consensos y acuerdos que este país nos exige para sanear de una vez y en forma sostenible las patologías que hace tantos años nos duelen a los argentinos.

Negar la realidad es muy parecido a decir que las usurpaciones en el interior no son delitos, que en la provincia de Formosa se está cuidando a los ciudadanos, que en los feudos del interior no hay abusos y violencia institucional, que las medidas sanitarias han valido la pena, o que la distribución de los recursos es equitativa y que Axel Kicillof es capaz de administrar el 'dineroducto' que la Nación le inyecta con los recursos que le niega y retacea al resto de las jurisdicciones del interior productivo.

Y el centralismo es consecuencia de ese negacionismo que hoy define a un Frente de Todos obsesionado con concentrar poder, pero que tampoco ha reparado en que ese efímero poder cada día va perdiendo legitimidad como reacción al fracaso de sus medidas, al autoritarismo de su gestión y sobre todo al haber resignado la agenda que prometieron a la ciudadanía por la agenda que comprometieron con Cristina Fernández de Kirchner y su Cámpora.

Para muestra sobra un botón dicen, y de ese rasgo centralista hay muchos ejemplos en el Presupuesto 2021, pero uno de los más elocuentes es el reparto del Fondo Compensador de Transportes.

En este aspecto el Gobierno Nacional mostró una vez más que el Presupuesto del 2021 no es un presupuesto producto de un plan económico, es el mapa de su modelo electoral.

Los recursos están asimétricamente concentrados en el AMBA, el lugar en donde el Frente de Todos entiende que esta el núcleo de su electorado. De los $113.000 millones destinados a ese Servicio Público esencial, $93.000 millones se concentran en el AMBA y sólo $20.000 millones en el resto de las 23 jurisdicciones, que también somos Argentina.

Si la médula espinal de la planificación económica es el Presupuesto, por eso "La Ley de Leyes" el recitado de "poner a la Argentina de pie", con este Proyecto que ya obtuvo media sanción, deviene en una quimera.

(*) Diputada nacional por Mendoza de la UCR.