Por Antonio D'Eramo

La ciudad capital de Tucumán y otras áreas del Jardín de la República tuvieron una jornada de luto por la cantidad de agua caída en un breve lapso de tiempo y que provocó, además de innumerables destrozos materiales, la pérdida de dos vidas por electrocución producidas por las fuertes correntadas que se desataron por los anegamientos y la imposibilidad de desagotar por el sistema cloacal que, según denunciaron varios ciudadanos, lucen siempre tapados por basura y desperdicios.

Luego de la tormenta comenzó la inoculación de la vacuna de origen rusa y la ministra de salud de la provincia, Rossana Chahla afirmó que hacía el mediodía de este martes ya se habían aplicado las primeras 1.000 dosis de las 5.700 que recibieron desde Buenos Aires.

De hecho, uno de los primeros en vacunarse fue el doctor Miguel González, jefe de terapia intensiva del hospital Eva Perón, de Banda de Río Salí, uno de los hospitales de referencia en la lucha contra el Covid-19 en el norte de nuestro país. El facultativo tiene 56 años y está cerca del límite máximo de 60 años para poder vacunarse teniendo en cuenta que no aparecen los datos que permitan la inoculación de la población que supere esa franja etaria, situación que, según el ministro de salud nacional, Ginés González García, desvela al presidente Alberto Fernández.

Los trabajadores de la salud son los primeros en poner el brazo, al igual que en el resto de las provincias, de manera voluntaria pero, según testigos en la provincia de Tucumán, no lo hacen sin sentir una cierta inquietud. La autorización de emergencia del Ministerio de Salud nacional y la recomendación de la ANMAT, pero no aprobación, por tratarse de una vacuna producida por un laboratorio (Gamaleya) que no tiene filial en el país, sumado a las fotos aparecidas ayer donde se observa una falla en la preservación del frio necesario para el transporte de una de las conservadoras que traían las dosis, prendieron las alarmas de muchos profesionales de la salud que buscaron más información antes de arremangarse para recibir el pinchazo.

Y son precauciones coherentes teniendo en cuenta las idas y vueltas de la comunidad científica internacional a la hora de dar certezas acerca de una pandemia que tiene más preguntas que respuestas a la hora de conocer su causa pero también sus efectos. En el mundo se disparan nuevas cepas de Covid-19 y varios son los países que aprueban todo tipo de vacunas de emergencia sin dar muchas explicaciones y sin asegurar que no tendrán efectos adversos en la salud de la población que, en la mayoría de los casos, se encuentra sana y no trabaja, como los servidores esenciales, en lugares de máximo riesgo.

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EL INCIDENTE TUCUMANO

La inoculación de las primeras 5.700 dosis tucumanas sigue viento en popa y luego, se aguardará una cantidad de dosis similares, para repetir la vacunación de los que hoy están atravesando esta experiencia.

El incidente de la potencial rotura de la cadena de frio intentó ser saldado por las autoridades con palabras que de por sí no explican nada. Se trató de una cuestión técnica repitieron al unísono en la gobernación de Juan Manzur y en la empresa de correo Andreani.

Este cronista pidió algunas explicaciones más a la compañía postal y voceros de la empresa esbozaron una respuesta de lo ocurrido "estamos a cargo del traslado del producto, en todo ese trayecto no hubo ningún problema con la conservación de las dosis. Existe un registro de datos de la cadena de frio cuyos gráficos pueden presentar temperaturas mayores a los -18 grados necesarios para la conservación del producto. Pero esto se debe al proceso manual que requiere el registrador térmico".

Desde el ministerio de Salud tucumano ejemplificaron que "es lo mismo que pasa cuando se guarda una lata de cerveza en la heladera. Si la sostenes en la mano tiene una temperatura, pero cuando la guardas en el freezer y lo cerras, la lata empieza a tener la temperatura del refrigerador. Entonces, cuando el operador recibió las vacunas, e hizo un registro térmico, luego de setear el registrador para desembalar el producto y, posteriormente, poder leer sus datos, supone un proceso manual que de ninguna manera representa la temperatura de las vacunas".

La explicación es similar a la que ofreció ayer, en plena polémica nacional, el encargado del depósito de las vacunas, Eduardo Carrillo pero la duda que no despejó es porque este hecho sucedió en una de las conservadoras y no en todas, cada vez que se realiza el proceso manual descripto anteriormente.

Andreani, al respecto, emitió un documento donde afirmó "todas las conservadoras despachadas desde la central de Avellaneda en la provincia de Buenos Aires, fueron embaladas con materiales que garantizan 60 horas de frío". Respecto al incidente tucumano sostuvo: "los productos fueron entregados en tiempo y forma, en un término de 30 horas, que respetó la temperatura estipulada".

Una cuestión técnica. Así fue resumido el hecho que provocó temor en la población y acrecentó las dudas sobre una vacuna, Sputnik V, a la que todavía se la piensa, en algunos círculos especializados, como floja de papeles.