El periodista Pablo Breecher conoció a Fabian Gutiérrez durante su infancia; mediante una carta presentada en redes sociales, cuenta sobre el alto y costoso nivel de vida que llevaba Gutiérrez luego de comenzar a trabajar para los Kirchner

Breecher tenía 12 años cuando conoció a Gutiérrez. Ambos tenían amigos en común, “Él era algunos años menor. Iba seguido a la casa de una familia amiga, en calle Malaspina. Los chicos del barrio, todos más grandes, no dejaban que los más chicos se sumaran. Cuando él salía a la vereda, algunos lo retaban para que volviera a entrar”.

Pasó el tiempo para los dos, era 1996 y Gutiérrez ya estaba trabajando dentro de la Casa de Gobierno de Santa Cruz como funcionario de Néstor Kirchner. Breecher, en busca de empleo decidió ir a buscarlo allí.

"Cuando volví recibido de la Universidad, fui a Casa de Gobierno a pedir una entrevista con el gobernador porque existe una ley que garantiza un empleo para los profesionales de Santa Cruz que buscan su primer trabajo”. Allí fue recibido por Fabián Gutiérrez, el secretario privado del entonces gobernador.

El periodista le comentó al entonces funcionario que anhelaba una entrevista con Kirchner, a lo que Gutiérrez respondió: “Dejame tu currículum. Te voy a avisar”. Nunca lo llamaron.

Pasó el tiempo, Breecher consiguió otro empleo, y Fabián Gutérrez para ese entonces ya trabajaba como secretario de la entonces senadora, Cristina Kirchner, en Buenos Aires.

Según el periodista, el nivel de vida de Gutiérrez era altísimo, algo inexplicable para el salario de un secretario raso que académicamente hablando solo había terminado el secundario y que provenía de una familia sencilla.

Breecher, como periodista, se cruzaba raras veces con Fabián Gutiérrez: “Intentaba saludarme, pero yo prefería ignorarlo. Desprecio la corrupción y desprecio a este tipo de sujetos” cuenta.

El tiempo pasó, y Gutiérrez se desvinculó de su labor pública en Presidencia. Desde ese momento, según Breecher, Gutiérrez comenzó a ostentar su buen pasar económico. Inversiones en hoteles, locales, concesionarias, eran algunos de los negocios en los cuales el ex funcionario había invertido.

Un día, de paseo por El Calafate, Breecher visitó junto con amigos un local nuevo de muebles modernos y antiguos. Allí había una vieja caja fuerte en perfecto estado. Breecher preguntó por ella y según sus palabras, la propietaria del lugar dijo: “Está reservada. No puedo venderla. Fabián”. A lo que el periodista respondió: “Evidentemente entre clientes no distinguís uno corrupto de otro que no lo es”. Y la respuesta, contundente, explicó todo: “Es un muy buen cliente”.

Una vez que se dio a conocer la causa “Cuadernos”, Gutiérrez declaró y confesó lo que sabía. Su complicidad en múltiples actos de corrupción durante el gobierno Kirchnerista.

El viernes por la noche, Fabián Gutiérrez fue encontrado asesinado en El Calafate. Su familia pidió “Respeto, empatía y paz” a los medios de comunicación. A lo que Breecher, en respuesta pregunta: ¿Nunca les llamó la atención el crecimiento desmedido, grosero, de su ser querido?; ¿No cuestionaron el origen de tanto dinero fácil para un secretario raso?

Según el periodista, a Fabián Gutiérrez lo corrompieron sus superiores y pares. Además eligió corromperse y su entorno más íntimo acompañó esa decisión por beneficio propio. Según Breecher esta es la hipocresía de buena parte de nuestra sociedad.

El periodista remató su carta: "Ojalá ese niño que salía a la vereda a jugar hubiera tenido otra suerte. La corrupción mata. Que el árbol no nos tape el bosque”.