La oportunidad en la pandemia
Por Pablo Micheli
Actualmente el mundo se mueve al ton y son de la pandemia provocada por el Covid-19 y pasa sus días contando cantidad de infectados, de muertos y de recuperados.
En la misma sintonía, la falsa contradicción entre salud y economía ocupa los titulares de los grandes medios hegemónicos, que día a día se contraponen con la realidad de la vida misma.
Mientras tanto, es impostergable pensar y empezar a trabajar de cara a lo que va a ser el resultado de un planeta post coronavirus, donde la aniquiladora "normalidad" en la que vivíamos exige una nueva y necesaria normalidad en la que "el hombre sea amigo y hermano del hombre…": un mundo donde la sustentabilidad y la solidaridad sean las bases y principios de las políticas de los gobiernos alrededor del planeta.
La Argentina no escapa de esta pandémica realidad y traduce fronteras adentro el escenario mundial en el cual se intensifica la injusta distribución de la riqueza, dejando en evidencia que lo pobres están siendo cada vez más pobres, y los ricos, igual de ricos, ya que ni en situaciones extremas de crisis mundial son capaces de aportar un centavo de sus millonarias e históricas ganancias (las cuales han acumulado y fugado fuera del país, sobre todo durante la gestión macrista), y tiene que salir el gobierno a socorrerlos para pagar los salarios de miles de trabajadores y trabajadoras que corren riesgo de quedar sin su trabajo, sin su sustento de vida.
En este marco, es imperdonable que se haya subsidiado a quienes son responsables de la desaparición de compañeros como los Blaquier, dueños de la firma Ledesma, o a quienes fueron parte del brutal ajuste de estos últimos cuatro años como Techint, por ejemplo.
En este sentido, gobierno, movimientos sociales, iglesia, sindicatos y empresarios tenemos que ser capaces, todas y todos juntos, de revertir una gran deuda de la democracia para con el pueblo que una vez más queda a la luz de los ojos de cada una y uno de nosotros.
La realidad de los barrios populares como son las villas y asentamientos que viven en condiciones indignas sin las más mínimas garantías de alimentos ni salud; el hecho de que las crisis siempre la paguen las trabajadoras y trabajadores y se corte así el hilo por lo más delgado; que haya un decreto que prohíba a las empresas realizar despidos y que los empresarios lo desobedezcan; que los precios de los alimentos suban todos los días deteriorando a diario el poder adquisitivo de cada compatriota; que las empresas de energía que nos robaron descaradamente a las y los argentinos durante 4 años digan que por dos meses de cuarentena tienen problemas, deben ser parte de discusiones ineludibles que tengan como fin el compromiso innegociable de revertir esas realidades "normales" a las que pretendieron acostumbrarnos.
Hoy, como mundo inmerso en el capitalismo, estamos pagando esa explotación de las trabajadoras y los trabajadores, esa injusta desigualdad entre los pueblos.
Es urgente mirar hacia el socialismo y poder avanzar hacia una renta básica que ofrezca protección a la población, donde el sistema de salud sea público y universal y no se tome a las y los pacientes como una mercancía evitando de este modo desastres humanos/sanitarios; donde se sienten los pilares en una justa distribución de la riqueza, una fiscalidad más equitativa y en consolidar un estado de bienestar; donde el internacionalismo se practique diariamente de manera global; donde los Derechos Humanos realmente se respeten y sean banderas inclaudicables; donde el feminismo sea protagonista; donde el día que se halle la vacuna del Covid-19 sea considerada de bien público mundial y, por ende, gratuita.
(*) Secretario General CTA Autónoma.