Por Alexis Chaves (*)

Cuando advertimos que los quiebres ideológicos avizoran cambios, y la asistencia al influjo de la información y las nuevas tecnologías ya corren por el entramado de nuestro sentir y pensar, es que nos cabe preguntarnos:

¿La resistencia burocrática estará en condiciones de reestructurarse?

Ó, ¿estaremos frente a una resistencia contrarrevolucionaria a la economía del conocimiento?

Parecería ser que estamos en presencia de una suerte de liberación de batalla constante contra el mañana. Una carrera del antes y el después, que siempre nos depara angustias, rigideces y cambios de humor.

Es decir, en el llano podríamos graficarlo y generalizarlo con ejemplos tales como docentes que llevan años repitiendo los mismos contenidos, funcionarios, directivos, empresarios y políticos que en muchos casos se siguen aferrando a vestigios obsoletos de una era ya pasada, en ebullición y cambio, no haciendo más que poner de manifiesto el hecho de ampliar la brecha que nos separa a unos de otros.

Como resultado, estamos ideologizando lo trillado, lo conocido, ciertamente lo que muchas veces nos separa al dar opiniones.

Ahora bien, dentro de los ciclos ecuménicos de nuestra sociedad, podríamos definirlos someramente como ritmos rápidos y lentos de la vida. Pero que nos impulsan, en la calle, al devenir de las contradicciones que nos enfrentan en discusiones bizantinas.

Queriendo describir con esto, que son (ni más ni menos) que ritmos propios, pertenecientes a nuestro espectro como sociedad, pero a su vez distintos y cada vez más distintivos, con características propias del ritmo que se va imponiendo a la coyuntura.

Además vamos construyendo y de construyendo imaginarios sociales, ideales, que nos generan altibajos y frustraciones, que son propias del ser humano, pero exacerbadas por el entorno, la vida diaria, la situación económica y las influencias mundanas en las que queramos pensar.

Todo esto va sucediendo - in pectore - mientras algunos dicen “Paren el mundo, que me quiero bajar”, y otros consideran como “lentas las tomas de decisiones” para acelerar la recomposición de los tejidos de las instituciones de la Republica como tales, para poder despegar - en definitiva - del piso y poder ver la tan ansiada reactivación económica.

Así las cosas, es propio mirar muchas veces hacia otras culturas en la búsqueda de un alivio psicológico que nos haga pensar por qué estamos como estamos y por qué nos pasan las cosas a los argentinos, entonces buscamos ejemplos.

¡Tal vez tengan razón los chinos! O sea, ¿pueden coexistir una China, y dos sistemas? Ellos probaron muchos años, con dificultades.

Para intentar resolver este doble desafío existencial en lo criollo, y asociando esta idea a nuestro país “dual” y a las presiones mediáticas para que tomemos una decisión y una postura, sería algo así como: Cristina o Alberto, Mauricio/Horacio, Estados Unidos o Europa, capitalismo o socialismo, derecha o izquierda.

Resultando en definitiva, una pelea cuasi absurda, un juego de suma cero, buscando una uniformidad que no existe más que en las mentalidades calenturientas del hoy en día.

Definitivamente, todo decanta por su propio peso, y estará en cada uno la respuesta. Ya lo dijo cierto estratega y filósofo de la antigua China, tradicionalmente considerado como el autor de “El Arte de la Guerra” - Sun Tzu:

“Si conoces a tu adversario y te conoces a ti mismo, en cien batallas nunca serás derrotado…

Si eres ignorante de tu adversario pero te conoces a ti mismo, tus oportunidades de ganar ó perder son las mismas, perderás una batalla y ganaras otra…

Si eres ignorante de tu adversario y de ti mismo, puedes estar seguro de ser derrotado en todas las batallas”.

(*) Politólogo – Asesor Parlamentario.