Por Sebastián Hadida

En el Juego de Tronos del Frente de Todos, Máximo Kirchner se posiciona para ser ungido en febrero del año que viene presidente del PJ bonaerense. Se trata de una apuesta fuerte que tiene el aval del presidente Alberto Fernández y que se orienta a dotar de equilibrio a la alianza gobernante de acuerdo al peso específico de cada una de los clanes que la componen.

Con el propio jefe de Estado como titular del PJ nacional en marzo, en reemplazo de José Luis Gioja, y el líder de La Cámpora e hijo de la vicepresidenta a la cabeza del PJ bonaerense desde febrero, el equilibrio de fuerzas al interior del Frente de Todos está garantizado porque los socios principales ocupan los espacios que corresponden a su representación. El cristinismo tiene como bastión central la provincia de Buenos Aires y es desde allí donde busca consolidar e irradiar su poder. Control absoluto en el armado de listas y caja: por la ley electoral, el PJ bonaerense recibirá ingentes cantidades de dinero a raíz de haber cosechado el 52% de los votos en la elección que alzó a Axel Kicillof como gobernador. Negocio redondo.

Claro que el movimiento de tronos no es gratuito y hiere susceptibilidades porque el puesto de jefe del PJ bonaerense siempre perteneció, por tradición, usos y costumbres, a un miembro de la liga de intendentes, casi siempre del conurbano.La relación entre La Cámpora y los jefes comunales siempre estuvo atravesada por sospechas y desconfianzas mutuas, en especial cuando irrumpió la organización juvenil con toda la prepotencia que le daba tener la bendición de la cúspide del poder, en el apogeo del kirchnerismo. El armado de las listas en municipios, consejos deliberantes y en la Legislatura bonaerense siempre fueron terreno de disputas, y lo seguirán siendo porque pone en escena la arquitectura del poder peronista en la provincia más populosa.

Sin embargo, con la maduración de los principales cuadros del camporismo y la conversión de muchos de ellos en interlocutores directos de Cristina Kirchner se aflojaron los recelos. A medida que fue ganando reconocimiento y respeto a fuerza de diplomacia y destreza en la construcción política, Máximo Kirchner empezó a ocupar en cierta forma el rol que había dejado vacante Néstor Kirchner tras su muerte. Cristina Kirchner nunca quiso bajar al barro de la rosca política del PJ y encontró en su hijo un continuador de Néstor, especialmente a partir del año pasado.

Antes de eso, el universo del kirchnerismo más duro representado por Cristina y Máximo iba por un carril y el PJ institucional por otro. A lo sumo, aparecían por Matheu 130 algunas figuras del segundo anillo del kirchnerismo como Agustín Rossi, Daniel Filmus, Cristina Álvarez Rodríguez o Jorge Taiana. La integración del cristinismo al PJ será un hecho cuando Máximo asuma la presidencia.

La resistencia a la entronización del hijo de Cristina la encabezaban los intendentes Gustavo Menéndez (Merlo) y Fernando Gray (Esteban Echeverría), quienes alternan en la conducción del PJ bonaerense, y el jefe comunal de Hurlingham, "Juanchi" Zabaleta, acaso el más cercano a Alberto Fernández. También algunos intendentes del interior.

En un asado en el que el intendente de Lomas de Zamora, Martín Insaurralde, ofició de anfitrión, tras la inauguración el miércoles pasado de un hospital penitenciario en ese distrito, Máximo Kirchner no dudó en mandar al frente a los tres "confabuladores", a quienes acusó de poner piedras y exigir condiciones para su llegada al PJ bonaerense. Ninguno de los tres estaba presente cuando el líder camporista hizo público su enojo y lanzó dardos venenosos contra ellos, según relató a NA un dirigente que estuvo presente en esa reunión.

El jefe del bloque de diputados del Frente de Todos recién pudo relajarse cuando Alberto Fernández le levantó el pulgar como presidente del PJ bonaerense, y lo calificó como "un gran dirigente, con capacidad de diálogo y preparado". "Tiene todas las virtudes para ocupar un cargo de esa naturaleza", aseguró el jefe de Estado el domingo, preocupado por restaurar el equilibrio en su coalición política, luego de algunos meses de tensiones y falta de diálogo con la vicepresidenta. Abrete Sésamo. Esas palabras de Alberto clausuraron el debate y le abrieron las aguas del mar Rojo a Máximo, que ahora tiene el camino totalmente allanado para caminar hacia la presidencia del justicialismo bonaerense, una escala que considera necesaria para una carrera política en ascenso. Resignado frente al verticalismo que baja del presidente, hasta Zabaleta tuvo que salir a congraciarse con Máximo. Escenas de peronismo explícito.