Por Santiago Pérez Chiconi

Con algo de malestar interno por el rol secundario que está teniendo en el Gobierno, la CGT finalmente priorizó su respaldo a la gestión de Alberto Fernández durante su primer año en la Casa Rosada.

El cosecretario general, Héctor Daer, mantuvo su estrecha relación personal con Fernández -teniendo reuniones a solas con el mandatario sin la participación del resto de la plana mayor cegetista- y debió en varias ocasiones salir a contener a otros dirigentes de la central más críticos con el rumbo de la gestión.

Uno de los principales malestares de la CGT, más allá de la complicada situación económica y laboral que la mayoría atribuye al problema de la pandemia, es el rol testimonial que viene teniendo en la toma de decisiones de temas que le impactan de lleno, incluso llegando a enterarse de determinadas iniciativas por lo medios de comunicación, sin consultas previas de funcionarios.

"La CGT va a ser parte del Gobierno desde el 10 de diciembre", había afirmado el entonces presidente electo Alberto Fernández en un acto que encabezó con la conducción de la CGT en la sede de Azopardo días antes de asumir, pero transcurrido un año de esa frase para varios sindicalistas sigue siendo una promesa incumplida.

Además generan enojo en la cúpula cegetista los constantes gestos del Presidente hacia otras líneas sindicales que desafían a la central obrera, como la que encarna Hugo Moyano -a quien Fernández definió como "un dirigente ejemplar"- o el bancario Sergio Palazzo, otro dirigente crítico de los popes de la CGT.

Que el jefe de Estado siga haciendo equilibrio entre las distintas facciones del movimiento obrero y no haya privilegiado a la CGT genera un claro recelo, mientras que otros problemas considerados centrales por los mandamases de la entidad de la calle Azopardo, como la deuda de las obras sociales, siguen sin una resolución de fondo.

No obstante, dentro de la "mesa chica" de la central los influyentes "gordos" e "independientes" mantienen su respaldo, haciendo hincapié en medidas que destacan del Gobierno para atender el impacto de la pandemia, como el ATP y el IFE, o el hecho de haber evitado un colapso del sistema sanitario.

Sólo el otro secretario general, Carlos Acuña, quien responde al gastronómico Luis Barrionuevo, fue muy efusivo en manifestar en público sus críticas al Gobierno.

Otros dirigentes tienen una postura algo cercana a la de Acuña pero plantean sus críticas puertas adentro, aunque meses atrás hicieron deslizar en off the récord que se podría impulsar un paro general, lo cual rápidamente fue desestimado por Daer.

Lo cierto es que en el corto plazo parece improbable que la CGT avance con una medida de ese tenor, más aún teniendo en cuenta que el año próximo los dirigentes cegetistas estarán en buena medida ocupados con las elecciones de nuevas autoridades, aún sin fecha fijada a raíz de la pandemia.