El Consejo Nacional del Partido Justicialista se reunió vía virtual con ministros, legisladores,

gobernadores y dirigentes gremiales con el objetivo de ultimar los detalles del acto del 17 de octubre.

El encuentro estuvo encabezado por el presidente del espacio, José Luis Gioja, y participan, entre otros, el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero; y los ministros Ginés González García (Salud), Eduardo de Pedro (Interior) y Agustín Rossi (Defensa).

Según supo NA de fuentes partidarias, también estaban presentes los gobernadores Axel Kicillof (Buenos Aires), Alberto Rodríguez Saá (San Luis), Juan Manzur (Tucumán), Sergio Uñac (San Juan) y Gildo Insfrán (Formosa).

También participaron los líderes sindicales, Héctor Daer, Antonio Caló, José Luis Lingeri, Hugo Yasky, Ricardo Pignaneli, Horacio Ghilini y Víctor Santa María.

Entre otros, estuvieron Verónica Magario, Fernando Espinoza, Daniel Scioli, Fernando Gray, Gustavo Menéndez, Mariano Cascallares, Darío Martínez, Victoria Tolosa Paz, Leonardo Nardini y Lucía Corpacci.

El presidente Alberto Fernández ocupará en el centro de la escena.

El actual presidente del PJ, José Luis Gioja, es el organizador y ya se pronunció a favor de una idea que empieza a madurar y en la que vienen trabajando dirigentes de peso de la CGT y algunos gobernadores como Sergio Uñac (San Juan) y Juan Manzur (Tucumán): ofrecerle la jefatura partidaria a Fernández, quien pocos días antes de ser proclamado candidato presidencial del Frente de Todos se incorporó como miembro de la Mesa de Acción Política del partido.

La propuesta recoge adhesiones inclusive en el mundo kirchnerista, como por ejemplo en el ministro de Defensa, Agustín Rossi, que fue el primero que lanzó la idea cuando recién despuntaba el mandato de Fernández y el Covid-19 era aún una lejana amenaza en China.

El objetivo de quienes alientan la consagración del presidente como sucesor de Gioja es empoderarlo para dar un mensaje de fortaleza hacia afuera, dado el actual contexto de fragilidad política que atraviesa el Gobierno por la crisis de coronavirus, pero también una señal de poder hacia dentro, donde el emergente "albertismo" convive con otras corrientes peronistas.