Por Antonio D'Eramo

El partido de La Matanza posee una significación notable que se cristaliza de manera simbólica y electoral. Siempre fue gobernado por el PJ y ha sido, para la fórmula Fernández-Fernández, uno de los lugares donde más votos consiguieron en la última elección presidencial de 2019. El 64,49% de los sufragios, cosechado en octubre de ese año por el Frente de Todos sobre la fórmula de Juntos por el Cambio compuesta por Macri y Pichetto, atestiguan la importancia de la denominada "quinta provincia" por la cantidad de habitantes en condiciones de votar que posee. El peso electoral del distrito es tremendo, en las últimas elecciones, 1.117.152 electores estaban en condiciones de ir a las urnas y marcar tendencia con el resultado.

Hasta allí todos unidos. Agrupaciones políticas, movimientos sociales y referentes barriales militaron para el triunfo de Alberto Fernández ante Mauricio Macri a nivel nacional, provincial y municipal.

El día después del triunfo bonaerense, que llevó a Axel Kicillof a la gobernación de la provincia de Buenos Aires, ya dejó "cesanteados" a una importante cantidad de dirigentes que la "ambulancia" albertista logró rescatar de la intrascendencia. Kicillof privilegió un armado con los funcionarios de confianza que lo acompañaron en su gestión en el Palacio de Hacienda nacional y con sectores de la agrupación La Cámpora dejando de lado muchos requerimientos de puestos y cargos de los intendentes o "barones del conurbano" de los cuales Kicillof parece conocer poco y de los dirigentes sociales como los que integran el Movimiento Evita conducido a nivel nacional por Emilio Pérsico, su esposa, la diputada provincial Patricia "La Colo" Cubría y Fernando "Chino" Navarro.

Acaso sea por viejas rencillas de tipo electoral con la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner, como haber apoyado las postulaciones de Florencio Randazzo en elecciones pasadas, o por afinidades electivas, los nestoristas Chino Navarro y Emilio Pérsico fueron cobijados en el ámbito nacional dentro del Ministerio de Desarrollo Social que conduce, de manera nominal, Daniel Arroyo y que ubica en su grilla a muchos dirigentes alejados de Máximo y Cristina Kirchner.

En pleno invierno de pandemia y cuarentena por el Covid-19, Cristina redescubrió los movimientos sociales, primero a través de la militancia de Juan Grabois pero luego comenzó a convocar a su despacho senatorial a dirigentes como Daniel Menéndez de Barrios de Pie o a las "mujeres argentinas por tierra, techo y trabajo" del MTE. Gesto político que demostró el interés de la Vicepresidenta de intervenir en el debate que se viene de reconstrucción de la clase media baja a través de puestos laborales creados desde el Estado.

EL QUIEBRE DEL EVITA MATANCERO

Gerardo Fernández es uno de los dirigentes más conocidos en La Matanza. No hay nadie que no lo conozca en el mundo de la política matancera y fundó hace varios años la cooperativa Palmar. Desde su histórica militancia en épocas duras de la Argentina pasando por su labor cooperativa desde la crisis del 2001, Gerardo Fernández y su agrupación, que integraba hasta diciembre el Movimiento Evita, fue uno de los referentes que más ha trabajado en el distrito para asistir a los sectores más postergados de una crisis social sin intentar ocupar puestos relevantes a nivel provincial o nacional. "Trabajo en el barrio" dice Fernández quien da sus razones por las que decidió crear una nueva agrupación social: el Movimiento Popular Evita para la Victoria.

"La ruptura fue un proceso largo que nos llevó siete u ocho meses de discusiones porque no estamos de acuerdo con las prácticas donde no se respeta a la militancia y se quiere imponer políticas y dirigentes por encima de las construcciones genuinas de la militancia. Nosotros estamos desde hace 15 años en el movimiento Evita fuimos los fundadores y no aceptamos prácticas de imposición". La referencia está dedicada a la interventora del movimiento en el distrito, "La Colo" Cubría, que quedó al frente de los que decidieron continuar en el movimiento y no acompañar a Gerardo Fernández y Gabriela Luna en la nueva organización.

Pero el argumento más destacado para la ruptura es político y no institucional. "El Movimiento Evita de Pérsico y Navarro no defiende a Cristina Kirchner. Nosotros creemos que Cristina está siendo atacada, de manera feroz, por las grandes corporaciones y nuestra obligación militante es salir en defensa de ella porque, más allá de cualquier diferencia dentro del Frente de Todos, es la compañera que representa el mayor poder popular para darle profundidad de cambio a este proyecto político. Omitir y callar los ataques a la Vicepresidenta es una postura errónea de la conducción del Evita y, por eso, generamos nuestra propia organización para ponerla al servicio del movimiento popular y la defensa de todos los presos políticos del macrismo".

En plena cuarentena los reclamos incumplidos por mercadería trascendieron a los medios. De hecho, la dirigente Gabriela Luna había grabado un video denunciando la parcialidad de Cubría a la hora de repartir ayudas a los comedores, según aceptaran o no su conducción.

Al respecto Gerardo Fernández afirmó: "Fue parte de la discusión con Emilio Pérsico. Ellos reconocieron las cagadas, hablando mal y pronto, que se mandaron en los barrios y dijeron que, a futuro y desde el Ministerio de Desarrollo Social nacional, nos van a ayudar. Ya somos una organización distinta y esperemos que por encima de los intereses y las ambiciones personales prevalezca el espíritu colectivo. Debemos estar más allá de las siglas y de los nombres que la conducen. Pero lo cierto es que desde esta nueva estructura podemos establecer acuerdos con más sectores del kirchnerismo que antes no podíamos hacer por estar sujetos al Movimiento Evita nacional. Queremos construir una organización más pluralista y no estamos de acuerdo en construir el albertismo. Esa es una visión mezquina de la realidad. Hay que construir el poder del pueblo. Tenemos el gobierno pero todavía no tenemos el poder como se refleja, por ejemplo, en el precio de los alimentos".