Por Antonio D'Eramo

El ministro de Educación de la Nación, Nicolás Trotta, se halla atrapado en un océano de indefiniciones apenas disimuladas por las pocas respuestas que la ciencia pudo ofrecer en el combate contra el Covid-19 y tironeado por opiniones divergentes acerca del retorno de los alumnos y docentes a las aulas de los colegios.

La cuestión central a esta altura es saber si la educación, que es un servicio público y como tal es esencial o, según las circunstancias, es prescindible. Porque la seguridad, también es un servicio público, y es esencial desde el 20 de marzo, fecha en la que comenzó una cuarentena estricta en la Argentina.

Un debate similar se dio en torno a los servicios bancarios y financieros, como quedó evidenciado con las filas de jubilados y clientes de los bancos pidiendo ser atendidos en pleno aislamiento estricto el pasado 3 de abril y que puso en jaque a la conducción de la Bancaria, al titular del Banco Central, Miguel Pesce y le costó el puesto en la ANSES a Alejandro Vanoli. Finalmente fue considerado un trabajo esencial, a pesar de la negativa del gremio que conduce Sergio Palazzo que no querían atender al público, ni siquiera en cajas aisladas y separadas por un vidrio que los aleja de los clientes. Transcurrieron los meses y las actividades regresaron prácticamente en su totalidad, incluidos los juegos de azar, que sirven para ilustrar el estado actual de la cuestión. Una sociedad con casinos abiertos y colegios cerrados con candado.

Las tecnologías de la información pueden suplir las necesidades de apostar, existen una gran cantidad de páginas web donde se puede jugar a casi cualquier cosa de manera online, sin embargo, la presencialidad de los apostadores en las casas de juegos parece ser esencial para la actividad del azar. Muchos expertos opinan que la conectividad puede suplir, como sucede en muchas universidades, las clases en las aulas de los colegios primarios y secundarios. Esta última afirmación ha sido puesta en cuestión y suponiendo que la educación a distancia o a través de dispositivos electrónicos fuera suficiente para suplir la concurrencia a las aulas, la universalidad de la conectividad es una barrera que el Estado argentino no ha podido solucionar.

Si la presencia en las aulas no es esencial, la conectividad debería serlo y, quizá, a esta altura de los acontecimientos, debería ser un derecho humano.

El papel de los grandes organismos internacionales

Hoy nos desayunamos con las declaraciones de UNICEF y de la OMS que señalaron la necesidad de abrir las escuelas. La primera advirtió acerca de una posible generación perdida de niños que NA adelantó en una anterior nota publicada dos días atrás(ver:https://www.noticiasargentinas.com.ar/educacion/argentina-se-acerca-una-catastrofe-generacional-provocada-el-coronavirus-n96993), la segunda organización, además, precisó: "La mayoría de los estudios muestran que los colegios no son grandes transmisores del virus".

Hans Kluge es el director para Europa de la OMS, está lidiando con la segunda ola que golpea muy fuerte a Alemania; Italia, España, Reino Unido y Francia, y explicó que "debemos asegurar la enseñanza para nuestros hijos. Los niños y adolescentes no son grandes amenazas de contagio por lo que cerrar los establecimientos educativos no tiene demasiado sustento".

El presidente Alberto Fernández conoce esa opinión de parte de su comité asesor. Varios de los que participan diseñando las políticas públicas de aperturas y regulaciones por la pandemia sostienen, al igual que Ángela Gentile, pediatra del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez que "las distintas opiniones pueden venir por el hecho que al comienzo de la pandemia se dijo que los chicos eran grandes transmisores del virus, pero hoy se sabe que ellos no son una bomba biológica. Los jóvenes tienen formas leves o asintomáticas de cursar el virus que a la vez es diferente a la gripe. Tenemos que trabajar para que las clases vuelvan".

La opinión de los sindicatos

En todo este debate, donde intervienen varios actores, existe una opinión calificada. No tanto, por su autoridad moral, como por su poder fáctico de hacer y deshacer en las políticas públicas educativas: los gremios de la educación.

Los directivos de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) sostienen que "cerrar los colegios debería ser un último recurso". Así lo expresó Marcos Espinal director del departamento de enfermedades transmisibles del organismo en un zoom con periodistas de todo el continente. Las recomendaciones del organismo y de la UNICEF son claras "en países muy extensos quizá las clases puedan estar habilitadas en algunas zonas y en otras no". Un poco lo que sucede, por estas horas, en Nueva York, Estados Unidos, donde el alcalde, Bill Di Blasio, decidió cerrar los establecimientos educativos por 15 días ante la segunda oleada de Covid-19. Las escuelas de la Gran Manzana estuvieron abiertas por menos de dos meses y ante el rebrote nuevamente se impone una restricción. Pero, de 15 días, no por tiempo indeterminado, siempre abriendo y cerrando según las evaluaciones sanitarias.

En la Argentina los números de contagios están bajando a un ritmo sostenido pero en los gremios no parece haber mucho entusiasmo por retomar las clases presenciales.

Sonia Alesso, de CTERA, suele expresar que "los docentes pretenden regresar a la presencialidad, pero sólo si están dadas las condiciones epidemiológicas".

Mirta Petrocinni de la Federación de Educadores Bonaerenses traslada la decisión a las autoridades sanitarias: "Son los doctores los que recomendarán la vuelta a las aulas, contemplando los cuidados y las condiciones necesarios de protección para toda la comunidad educativa".

Unanimidad de criterios se alcanza entre los gremios docentes a la hora de criticar al gobierno porteño de Horacio Rodríguez Larreta por las presentaciones que realiza para abrir las escuelas cuanto antes. "Se trata de falsas polémicas que Larreta y Acuña plantean contra el Gobierno nacional. Que pongan una foto con unos chicos tomando clases bajo unos tinglados no significa que hayan vuelto las clases de manera normal. Es más sencillo que se compren computadoras y se haga un seguimiento para asegurar el contacto con los docentes de manera virtual", afirman.

Al ministro Trotta se le acumulan los informes de expertos y organismos internacionales donde las conclusiones son inapelables, es hora de cortar los candados de las puertas de las aulas. De alguna forma, lo sostuvo en la última reunión virtual junto a sus pares de los 24 distritos, para evaluar el cuadro de situación de cada provincia. "No hace falta la vacuna para el regreso de las clases aunque estoy aguardando datos epidemiológicos objetivos para dar este paso de manera segura".