Por Sebastián Hadida

En tiempos en que el Gobierno transita momentos de estrés político, y un desgaste continuo por el viento de frente de la pandemia, el Frente de Todos ensaya un movimiento de "peronización" y blindaje alrededor del Presidente para repeler las balas de la crisis.

En este contexto, en que el Gobierno se repliega sobre sí mismo y abdica en su discurso dialoguista y de unidad nacional de la mano de una oposición que también intensifica la polarización y la beligerancia, aparece el "operativo clamor" para que Alberto Fernández sea el presidente del Partido Justicialista.

"Alberto necesita blindarse y los que están cerca de él necesitan blindarlo. Él necesita tener la espalda ancha. esa espalda se la podría dar el hecho de presidir el principal partido de Latinoamérica y columna vertebral del Frente de Todos. Le daría otro vuelo político, y una legitimidad y una fortaleza que por ahí hoy no la tiene", reconocen fuentes del peronismo, en diálogo con NA.

Al igual que Cristina Kirchner, Alberto Fernández siempre se sintió ajeno a la liturgia y la simbología del PJ, más allá de reconocerse en la tradición peronista, y cuando asumió como jefe de Estado dejó claro a los suyos que iba a dedicarse plenamente a la gestión, sin perder un segundo de su tiempo en los asuntos mundanos del partido.

En todo caso, siempre prefirió sobrevolar al Frente de Todos como coalición política variopinta inclinada al progresismo, sin una ponderación diferente por el partido más grande de ese mosaico heterogéneo de fuerzas.

Sin embargo, el pragmatismo siempre manda en su concepción política y el actual contexto de progresiva pérdida de legitimidad, patente en las encuestas que advierten sobre un derrumbe en su imagen pública, podría incidir en un viraje forzoso, más no sea a su pesar.

Que el Presidente sea el jefe del PJ es una tradición de extracción peronista que sólo interrumpió Cristina Kirchner.

Incluso Néstor Kirchner decidió aceptar ese destino en noviembre de 2009 en un contexto muy delicado para el Frente para la Victoria, que venía de perder las elecciones en la provincia de Buenos Aires con Francisco De Narváez.

Y en particular era un momento muy duro para el Gobierno de Cristina Kirchner, a la defensiva, tras la derrota con las entidades del campo por la resolución 125.

Este viernes, el Consejo Nacional del PJ decidió por unanimidad pedirle al Presidente que encabece el partido, por el bien "de la unidad", algo que se hará efectivo el 17 de octubre.

LA CGT y el PJ ya tienen casi armada la puesta en escena: será un multitudinario zoom por el Día de la Lealtad, con la mayor cantidad de afiliados que las posibilidades tecnológicas soporten, en la que participarán el Presidente, sus ministros, gobernadores, legisladores nacionales, autoridades del PJ nacional y de las provincias.

La frutilla del postre, admiten, sería la concurrencia de la vicepresidenta Cristina Kirchner, pero cerca de ella mantienen el hermetismo.

La idea busca empoderar al jefe de Estado para dar un mensaje de fortaleza hacia afuera, dado el actual contexto de fragilidad política por la crisis de coronavirus, pero también una señal de poder hacia dentro de las propias filas, donde el emergente "albertismo" y el PJ tradicional conviven con otras corrientes peronistas como el kirchnerismo duro y el massismo.