El fallido atentado que Mario Ishii planeó contra un funcionario estatal
Corría el año 2014, y un funcionario municipal del Gobierno de Jose C. Paz era capturado por la policía, en una camioneta Kangoo cargada de armamento, y en compañía, ni más ni menos, que de uno de los ladrones históricos de bancos de la Argentina, “El Gordo Valor”. El dato era que el entonces Senador, Mario Ishii, los había contratado para terminar con este alto funcionario estatal, quien años más tarde declaró: “Mario Ishii quiso sacarme de encima”.
“Las veces que lo fui a buscar para arreglar las cosas, no estaba”, dijo Mario Ishii en 2017, sobre este funcionario estatal. Era el año 2014, cuando Ishii aprovechó un debate en la cámara alta para exponer a este funcionario, con quien llevaba años de broncas y enojos, buscando vengarse de cualquier forma.
El dato fue que para lograr este cometido, la patota del actual Intendente de José C. Paz, había sumado a un peso pesado, al famoso ladrón de bancos y blindados Luis "El Gordo" Valor, quien acababa de ser liberado de la cárcel de Campana. Valor estaba pagando una condena a siete años de cárcel por un intento de asalto a un country, pero su buena conducta y sus contactos le habían abierto la puerta a una salida transitoria. La mañana del 6 de julio fue la reunión de trabajo entre Valor y los pesados de Ishii, básicamente dos: Daniel «El Sata» Torres, custodio personal del hombre del poncho rojo, y Juan Carlos Denuchi, uno de sus principales armadores en la política de las cloacas.
A las ocho treinta del 6 de julio de 2014, una camioneta Renault Kangoo gris oscura, patente MDM394, fue vista por las cámaras de seguridad de la Municipalidad de San Miguel, que comenzaron a seguirla de inmediato. Cuando se dio el alerta, el vehículo transitaba por la avenida Yrigoyen. Le salió al cruce una camioneta de la bonaerense, pero la Kangoo giró noventa grados y aceleró por una calle lateral. Dos patrulleros se sumaron a la persecución.
La camioneta sospechosa volaba por calles de asfalto y de tierra. Los handys de la policía quemaban entre gritos y pedidos de apoyo. Fueron minutos de adrenalina, vértigo, llantas girando a máxima velocidad, mandíbulas apretadas. Pero la Policía tenía todas las de ganar. Conocía el terreno, tenía más autos y actuaba de manera coordinada. La policía fue empujando a la Kangoo hasta llevarla a un callejón sin salida, frente a las vías del tren. Existía la posibilidad de un tiroteo, de resistencia. Pero eso no iba a ocurrir. Los que viajaban en la Kangoo no eran improvisados. Eran hombres maduros, de mucha experiencia en el hampa, y sabían reconocer una derrota. No se iban a hacer matar por tan poco.
“El Gordo” Valor viajaba en el asiento del acompañante y daba las órdenes. El conductor era Aníbal Benítez, pandillero de la zona, investigado en causas de narcotráfico y empleado del Municipio de José C. Paz, el territorio de Ishii. Lo que llevaban encima no era un arsenal, pero alcanzaba para detenerlos y abrirles una causa por tenencia ilegal de armas: un revólver, tres pistolas nueve milímetros y una radio con la que sintonizaban la frecuencia policial. Para Valor fue un pasaje directo de vuelta a la cárcel de Campana. Para Ishii, un golpe letal a su orgullo y un fallido intento de venganza.
Meses mas tarde, este alto funcionario estatal fue a visitar al “Gordo” Valor a la cárcel para preguntarle quién era la persona que buscaba cortarle la cabeza. La respuesta de Valor fue directa: "Mario Ishii", le dijo.