El ex director de Aduanas, su secretaria y dos asesores clave tenían teléfonos encriptados de la AFI
Diego Dávila y tres laderos de él, que siguen trabajando en la Dirección General de Aduanas, tenían celulares encriptados brindados por la Agencia Federal de Inteligencia (AFI).
Por Lucio Di Matteo
El listado de los teléfonos encriptados de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) en la presidencia de Mauricio Macri arrojó algunos nombres sorprendentes, como Ernesto Sanz (que no tuvo cargo alguno), Mario Quintana (que ya había dejado de ser vicejefe de Gabinete) o Nicolás “Nicky” Caputo, el empresario considerado “hermano de la vida” por el ex primer mandatario.
Sin embargo, en un análisis detallado del listado completo, las mayores sorpresas vienen por el lado de la Aduana. No tanto porque Diego Dávila, titular del organismo en 2018 y 2019, esté en el mismo, pues ocupaba un puesto clave; pero sí sorprende que dos asesores suyos, aparentemente sin más función que esa, junto a su secretaria, también tuvieran teléfonos encriptados.
Además, los tres siguen trabajando en la Aduana, y dos de ellos tuvieron manifestaciones de riqueza que no se corresponden con sus sueldos. Ellos son Felipe Viramonte, Carola D´elía y Agustín Laurnagaray. El primero está “escondido” en la escuela de adiestramiento de perros (División Adiestramiento de Canes), aunque lo habían nombrado en un lugar clave como Hidrovía; Laurnagaray está en Reingeniería de Procesos Aduaneros; mientras que Carola D´elía figura como empleada administrativa en la Aduana de Buenos Aires.
En la lista de los teléfonos encriptados de la AFI, Dávila figura como "Aduanas", Laurnagaray como parte de la "Aduana" (en singular), mientras que Viramonte como parte de la AFIP, lo que es correcto, pues la Dirección General de Aduanas es una de las tres de la administración federal. La sorpresa es Carola D´elía, que figura como parte de la "Secretaría de Coordinación Interministerial", cuando en realidad era la secretaria de Dávila.
Casi abogado, auto nuevo, mucha influencia
Felipe Viramonte Noguer, eterno estudiante de Abogacía, es un caso de rápido éxito y prosperidad en la Aduana. Entró al organismo en 2018, de la mano De Diego Dávila, con un sueldo de alrededor de 50.000 pesos, y a los pocos meses se había comprado un automóvil valuado en $ 450.000 en aquel momento, un Volkswagen Golf TSI. Viramonte, que combinaba su ingreso al sector público con almuerzos en “Estilo Campo”, venía de trabajar en un estudio jurídico que justamente litigaba contra la Aduana. Se trata de Pettersen Cotter Moine, que en la Anses figura como su empleador desde el 2012 hasta el 2016.
Cuando trabajaba en ese estudio, Viramonte se dedicaba a pedirle a la Aduana que frene expedientes contra empresas por supuesta subfacturación, con la consecuente evasión impositiva. Por ejemplo, declarando exportaciones como alimento balanceado para animales, que pagaba 5% de retenciones, lo que en realidad eran pellets de soja, que pagaban 35%.
Cuando ingresó a la Aduana, Viramonte estaba vinculado con la misma área a la que antes iba a pedir desde el sector privado. Algunos consideran que había una especie de “Aduana paralela” como en los 90, esta vez con respecto a 200 expedientes que durante la gestión de Dávila prácticamente no se movieron.
Antes del cambio de gobierno, el entonces subdirector de Recursos Humanos de la AFIP, Facundo Rocha, le hizo un contrato anual -por todo el 2020- a quienes habían sido asesores clave de Dávila. Entre ellos Viramonte, a quien le tocó un sueldo superior a 200.000 pesos: $ 167.714 de honorarios, $ 4.054 extras y $ 34.392 por “superación de metas”. La difusión de estos contratos, que también incluía a Agustín Laurnagaray, Bárbara Buchbinder e Ignacio Gastón Federici (hermano del ex titular de la UIF, Mariano), generó revuelo en la Aduana a comienzos de año, pero la administradora federal de Ingresos Públicos, Mercedes Marcó del Pont, decidió no tocarlos.
Sueldos de secretaria, compra de 10.000 dólares
En septiembre del año pasado, cuando aún Guido Sandleris era titular del Banco Central, esta entidad publicó una lista de 800 argentinos que habían comprado más de 10.000 dólares por mes, aunque el cepo cambiario de aquel momento (tan lejano de los 200 dólares de hoy) fijaba esa cantidad como límite. Entre los 800 argentinos de alta capacidad de ahorro figura Carola D´elía, CUIT 27-21072460-0, con un sueldo cercano a los $ 150.000 en aquel momento.
La revelación pudo haber generado una causa por enriquecimiento, pues al igual que el automóvil de Viramonte, nadie explicó cómo con ese sueldo llegó Carola a comprar más de 10.000 dólares. El rasgo común entre ambos es que formaban parte del entramado de la máxima confianza cercano a Diego Dávila.
Otro rasgo común entre D´elía y Viramonte es que ambos siguen trabajando en la Aduana. La ex secretaria de Dávila figura como “empleado administrativa” en la nómina de la AFIP, que es pública. Su destino actual es la Aduana de Buenos Aires, en el área de Sección Operativa y Registral de Exportación.
Además de Dávila, D´elía y Viramonte, el cuarto teléfono encriptado aduanero era el de Agustín Laurnagaray. Otro con acceso frecuente al despacho más importantes del organismo, al cual le prorrogaron la carrera en el organismo durante el 2020. Con una remuneración final de casi 320.000 pesos: $ 278.416 como sueldo regular y más de $ 38.000 en otros conceptos.
En su contrato, a Laurnagaray le dieron un cargo tan largo de nombre, que no vale la pena recordarlo. En la actualidad forma parte del área de Recursos Humanos, en la llamada Dirección de Reingeniería de Procesos Aduaneros. Al igual que Viramonte y D´elía, la AFI no informó si devolvió el teléfono celular encriptado o lo sigue utilizando.
Los contratos de Viramonte y Laurnagaray son los siguientes:
El listado completo de los teléfonos encriptados que brindaba la AFI macrista es el siguiente: