El aviso a Berni sobre la rebelión, el enojo con su falta de respuesta y la interna del peronismo bonaerense
La crisis, que se podría haber evitado, fue subsanada a último momento con el quite de coparticipación a la Ciudad de Buenos Aires. Los intendentes contra Axel Kicillof.
Por Lucio Di Matteo
La historia de la rebelión policial, y su resolución con una salida por arriba (quitarle fondos a la Ciudad de Buenos Aires), tuvo comienzo, nudo y desenlace, como corresponde al esquema narrativo clásico. Pero también una precuela, al estilo de las últimas sagas de películas, donde se termina explicando el origen -antes no narrado- de la historia en un nuevo y último film.
La precuela del conflicto político más importante de los últimos tiempos tuvo dos factores clave: la interna del peronismo bonaerense; como también la falta de respuestas que mostró el ministro de Seguridad de la Provincia, Sergio Berni. La foto de él y Kicillof, con el choque de puños en alto, apenas alcanzó a disimular todo el malestar que hay con el médico y militar que hace de su marketing político un culto.
Esa foto apenas disimula que, a nivel nacional, Kicillof salió fortalecido por el apoyo que recibió de parte del presidente Alberto Fernández, tomando una medida de fondo contra quien empieza a emerger como el líder de la oposición. En tanto que, por el contrario, aunque desfile por programas de televisión, le inventen romances, y aparezcan operadores políticos hablando de un "armado nacional" en torno a su figura, Sergio Berni luce debilitado. Más todavía que cuando lo echaron a su exótico ex jefe de Gabinete, el mediático Mario Baudry.
"El poder se ejerce de forma delegada. Más cuando gobernás una provincia en constante déficit fiscal y que ya arrastraba muchos problemas sin resolver desde antes de la pandemia. Si tu representante antes las fuerzas de Seguridad no te avisa del conflicto que viene, entonces hay una falla ahí", analiza una fuente del kirchnerismo paladar negro. Por primera vez, desde el cristinismo dejaron trascender un posible enojo de "La Jefa" con "El Loco", como suelen llamar cariñosamente -ahora no tanto- a Sergio Berni. Un fastidio previsible, pues Cristina Fernández de Kirchner vio como lesionaban políticamente a una de sus mayores apuestas políticas de presente y futuro, el gobernador bonaerense.
Sobre el comienzo y desarrollo de la crisis, Berni fue suficientemente avisado por distintos actores políticos, algunos del oficialismo y otros de la oposición. Sin embargo, subestimó el tema, consciente o inconscientemente. El fin de semana anterior hubo un conato de rebelión, con importante participación de policías retirados. El lunes, con el conflicto escalando, Berni fue avisado sobre lo que venía, pero le restó importancia.
Hacia adentro y afuera, le reprochan a quien se considera el "Bolsonaro argentino" su poco diálogo con "la tropa" e inclusive con un buen número de funcionarios jerárquicos de la bonaerense. "Ritondo no fue un gran ministro de Seguridad, pero se tomaba el trabajo de hablar con todos los jefes departamentales, y ver cómo venía la rosca policial. Alejandro Granados también lo hacía. Berni, quizás por su formación militar, sólo se vincula con unos pocos", explicó un actor político de diálogo diario con el ministro bonaerense.
Intendentes: ni Axel ni Berni
El peronismo es un movimiento político en el que son tan importantes las acciones como las omisiones. Por ejemplo, en un acto, es tan importante la lista de los ausentes como de los presentes. De la misma forma, el silencio de los intendentes durante todo el desarrollo del conflicto fue un mensaje más elocuente que mil declaraciones.
El lunes, muchos de ellos disfrutaban socarronamente la situación. El martes empezaron a preocuparse. En tanto que el miércoles, cuando los patrulleros comenzaron a rodear la Residencia de Olivos, muchos vieron ahí móviles y rostros policiales de sus distritos, sin hacer nada para cambiar la situación. "Se hizo evidente la poca estima que tienen los intendentes por Axel y Berni, a quienes consideran dos "extranjeros" en la Provincia, marcó la autoimpuesta inactividad de los intendentes", apuntó un dirigente peronista de la Provincia de Buenos Aires.
No hubo ni siquiera un intendente que se quejara por la menor presencia de policías en su distrito, cuando muchos de ellos se manifestaban en Puente 12 y otros puntos de la geografía bonaerense. Después, por supuesto, nadie iba a rechazar una convocatoria a la foto en Olivos. Aún sin saber que el pato de la boda terminaría siendo Horacio Rodríguez Larreta. Los intendentes ya habían hecho su movimiento, que más bien consistió en falta del mismo, dañando tanto a Kicillof como a Berni.
La naturaleza de alianza política -con distintos sectores adentro- del gobierno nacional, muestra cada vez más las dificultades para tener una adecuada dinámica de gestión. Si, además, las diferencias son hacia el interior de cada grupo importante -kirchnerismo, albertismo, massismo-, los problemas se multiplican. Los próximos tiempos pondrán a prueba la capacidad del peronismo gobernante para resolver situaciones en este contexto.