Por Fabio Tarasow*.

La pandemia nos ilustró de manera evidente y salvaje la importancia de la escuela como espacio privilegiado para el aprendizaje, que atenúa momentáneamente las diferencias sociales y favorece un acceso más equitativo al conocimiento.

Cuando las escuelas se cerraron, vimos cómo muchas familias quedaron a la deriva y la catástrofe social que ello representa.

Al mismo tiempo, quedó demostrado que la tecnología no es una solución "llave en mano" que reconstituye mágicamente este espacio privilegiado para el aprendizaje que es la escuela.

Utilizar tecnologías para crear espacios de enseñanza y aprendizaje que resulten inclusivos y amplifiquen el rol democratizador de la escuela es una tarea compleja.

Involucra diversas acciones que van desde políticas de conectividad hasta el acompañamiento de los docentes para poder construir los territorios en línea que puedan cumplir con esta función.

Mirándolo desde la perspectiva didáctica, las clases virtuales no deberían ser una reproducción de la clase del aula transmitida a través de youtube o zoom.

Trasladar ese formato basado en la transmisión de información del docente a los alumnos, desconoce el potencial que tienen los espacios en línea en este rol democratizador.

Un espacio en línea educativamente valioso es un lugar que el docente va construyendo a partir de sus propuesta de actividades, de los recursos que hace disponibles, de los canales de diálogo que habilita, no sólo para dar información, sino también para poder acompañar, preguntar, corregir, dar retroalimentación, (funciones que cobran mucho más relevancia en el espacio virtual).

En un buen espacio virtual de aprendizaje, los alumnos tienen la posibilidad de hacer diferentes cosas, desde las más comunes como leer o mirar, pero también -y sobre todo- explorar, experimentar, formular hipótesis, diseñar, dialogar y debatir con compañeros y docentes, dado que, en este tipo de propuestas, el espacio en línea es un punto de encuentro que convoca a docentes y estudiantes.

No existe ningún software o plataforma educativa que resuelva todo este proceso de "construir el espacio de enseñanza" que tiene que realizar el docente. Por el contrario, por las limitaciones de la tecnología, en general el software y las plataformas educativas tienden a focalizarse más en los contenidos, en fragmentarlo, en presentarlo y medir respuestas correctas, y a partir de ello "personalizar" el aprendizaje.

Con esto se da por hecho que aprender y comprender se produce solo sumando información, y que se aprende mejor en solitario (personalizando) que en grupo. Estas ideas ya han sido rebatidas por las ciencias de la educación hace casi 100 años.

Entonces, pensando en lo que la pandemia nos obligó a considerar, me parece fundamental implementar estrategias y programas de formación que ayuden y acompañen a los docentes a ser los arquitectos de los espacios en línea que puedan expandir y potenciar la función democratizadora de la educación.

(*) - Máster en Comunicación y Tecnología Educativa por el Instituto Latinoamericano de la Comunicación Educativa (ILCE) de México; graduado en Ciencias de la Educación de la UBA y docente de nivel primario.