Por Federico Angelini (*)

Los últimos meses no han sido fáciles para los argentinos. La actividad económica se resiente y lejos están de solucionarse los problemas que arrastra el país desde hace varias décadas: déficit fiscal, deuda, elevada presión tributaria, inflación de dos dígitos, desempleo, informalidad laboral y altas tasas de pobreza.

Pasaron 8 meses desde el inicio de gestión de Alberto Fernández y, entre “excusas” políticas para acomodarse y la pandemia, no se presentaron programas concretos de gobierno que lleven soluciones reales a los argentinos.

Por el contrario, en lo económico sólo aparecieron “parches”, en muchos casos mal implementados y de poca ayuda efectiva para pymes, comercios y trabajadores. Y en lo institucional, fuimos testigos de una nueva avanzada sobre la división de poderes, la libertad de prensa y el sistema republicano.

Si bien todos los países sufrirán la pandemia, el impacto y la velocidad de recuperación serán muy diferentes y dependerá de las características propias de cada economía y de las medidas que aplique cada gobierno.

Precisamente, la “foto y la película” de Argentina señalan que tendremos una de las economías más golpeadas, lo que exige responsabilidad, autocrítica y trabajo en equipo. Sólo de esta manera se podrán diseñar políticas públicas que dejen atrás 50 años de decadencia en el país.

Estamos ante una de las recesiones más violentas de la historia y el aislamiento obligatorio ha impactado muy fuerte en todos los sectores económicos, sobre todo en los trabajadores de menores recursos y los sectores informales.

Según los últimos datos, en marzo y abril cerraron 18.000 empresas y comercios, y 300.000 personas perdieron el trabajo. Por lo tanto, es justamente el empleo el principal desafío de cara a los próximos meses. Además, las proyecciones de los consultores indican que la contracción de la economía será cercana 12%, una caída del producto muy similar a la de la crisis del 2001.

Este desplome de la actividad no se da a lo largo varios años como ocurrió en comienzos del 2000, sino concentrado en pocos meses y luego de un proceso económico de cuatro años en los cuales no se pudieron corregir los desequilibrios macroeconómicos heredados tras 12 años de políticas populistas, que desaprovecharon el “viento de cola” por los altos precios de las materias primas.

Precisamente, diseñar políticas de largo plazo requiere reconocer que se cometieron errores durante el gobierno de Mauricio Macri, se subestimaron los problemas iniciales y se sobreestimó la capacidad para resolverlos; pero el rumbo era el correcto en cuanto al respeto por la libertad, el federalismo, la batalla contra el narcotráfico, la transparencia en los procesos de obras públicas y la integración de la Argentina al mundo.

Es importante ser conscientes de que no se cumplieron los objetivos prometidos, porque sólo a partir de una sincera autocrítica se puede construir el futuro y una alternativa al Kirchnerismo, que tiene una visión del mundo que atrasa y dista de las políticas que llevaron adelante los países que muestran resultados exitosos en materia de crecimiento, distribución del ingreso y disminución de la pobreza.

Entramos en una “nueva modernidad”, con la irrupción de nuevos sistemas de comunicación, producción, consumo y logística, que surgieron y se potenciaron en esta crisis sanitaria. Son cambios que llegaron para quedarse y por eso, tenemos que adaptarnos, dejando atrás leyes que retroceden y propiciando nuevas inversiones para generar más fuentes de empleo.

No es un tema únicamente de recursos, sino de visión de país y de cambiar la mentalidad de una vez por todas, porque si seguimos por este camino, lamentablemente más gente va a perder su trabajo, se va incrementar la dependencia del Estado y habrá menos posibilidades para quienes hoy no tienen empleo o están en la informalidad.

En definitiva, esta crisis puede resultar una oportunidad para que finalmente la política destine tiempo y recursos a aquellos programas que son realmente transformadores y mejoren la calidad de vida de los argentinos.

(*) - Diputado nacional y vicepresidente del PRO.