El Sub 20 avanza, pero no convence
La Argentina le ganó con claridad a Guatemala más por las deficiencias ajenas que por virtudes propias.
No hubo grandes novedades en el Sub 20 que dirige Javier Mascherano: le ganó 3-0 a Guatemala con claridad, pero no mostró una evolución que pueda hacer que uno se imagine el futuro con optimismo.
El resultado fue consecuencia de un lógico devenir de las circunstancias, de la superioridad de un equipo sobre otro, pero no hubo señales precisas de que el equipo haya conseguido consistencia o de un crecimiento como conjunto. Es más: sigue dejando muchas pero muchas dudas, especialmente en la mitad de la cancha. Queda la sensación de que es un equipo que, ante la primera adversidad, se puede llegar a desmoronar.
Argentina fue superior individualmente a su adversario, pero estratégicamente mostró características que preocupan: Mascherano insistió con el doble cinco paralelo a la línea de fondo (Tanlongo-Perrone) y hasta probó un rato con un triple cinco en el segundo tiempo (Tanlongo-Perrone-Redondo), lo que hizo que el equipo perdiera sorpresa y dinámica. Guatemala era un equipo para abrumar futboliísticamente y el equipo jamás pudo hacerlo.
Esta decisión táctica del entrenador parece ser una continuidad del Sudamericano, lo que no deja de sorprender habida cuenta de la mala experiencia que allí se vivió. Es curioso que jugadores con el talento de Perrone, Tanlongo y Redondo no se atrevan a romper líneas, a soltarse sin pelota y a sorprender a la defensa adversaria. Es exactamente al revés: se ven limitados en sus movimientos por la obligación de mantener posiciones. O sea: tocan la pelota pero nunca pasan, jamás se ofrecen, son meros iniciadores de jugadas para luego desentenderse del asunto.
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La curiosidad se extrema cuando encima, en una de las últimas jugadas del partido, Perrone por fin se animó a avanzar vacío, sin la pelota, y la jugada terminó en el tercer gol del equipo, justamente conquistado por Perrone. Es como si el juego mismo le estuviera mostrando a Mascherano el camino a seguir, pero el entrenador, aparentemente obstinado, no puede observarlo. ¿O estamos responsabilizando al entrenador y en verdad es culpa de los jugadores?
Argentina con este esquema le va a ganar a equipos como Uzbekistán, Guatemala o Nueva Zelanda, pero a medida que avance en el torneo se van a ir presentando obstáculos más complejos que, con esta disposición, serán muy difíciles de superar.
Lo dijimos después del debut y lo reiteramos: ya no se juega con el formato de un doble cinco en espejo, algo que nació en el Mundial de 1994 en la Italia de Arrigó Sacchi. Esa forma de disponer de los dos volantes centrales, como Sacchi lo hacía Nicola Berti y Roberto Donadoni, fue furor durante una década, pero luego quedó viejo y se volvió a optar por un volante central acompañado por otros que pudieran romper por el centro y los costados. Y ya con la irrupción del fútbol moderno, con el Barcelona de Guardiola, el concepto de un volante central para distribuir se hizo carne en la mayoría de los equipos. No voy a contarles a ustedes lo que Guardioa y el resto de los entrenadores modernos consiguieron con sus volantes centrales.
Respecto del debut se vio la recuperación del arquero Gomes Gerth, más solidez en defensa (no sabemos si fue por la ineficacia de los guatemaltecos) y la soltura de siempre de tres cuartos de cancha para adelante, más por acciones individuales que por acciones pensadas como equipo.
El equipo aún está en deuda. Igual, le damos un voto de confianza porque estamos seguros de que siempre se puede mejorar. La única condición para hacerlo es no encapricharse.