El ya complicado viaje a Oriente Medio del presidente estadounidense, Joe Biden, tenso de por sí, se vio completamente alterado después de que cientos de palestinos murieron este martes en un bombardeo a un hospital de Gaza.

Tras el ataque, el presidente palestino Mahmoud Abbas canceló rápidamente una reunión prevista con Biden, y el Rey Abdullah de Jordania canceló una cumbre que debía reunir al presidente demócrata con líderes egipcios y palestinos.

Biden, que debía aterrizar en Tel Aviv y Jordania durante el viaje de un día, ahora sólo visitará Israel, anunció la Casa Blanca cuando el presidente se dirigía al aeropuerto para su partida.

Las autoridades palestinas culparon a Israel, mientras que funcionarios israelíes negaron su participación en el ataque, que se produjo durante la intensa ofensiva contra ese enclave y dejó unos 500 fallecidos.

Biden abandonó Washington el martes en lo que se suponía que iba a ser una compleja misión diplomática y cuyo objetivo en gran medida era mostrar su apoyo a Israel, calmar los ánimos en la región y apuntalar los esfuerzos humanitarios en favor de Gaza.

No está claro qué puede conseguir tras el ataque al hospital y los informes contradictorios sobre su autoría.

"Este tipo de sucesos, turbios pero horribles, dificultan la diplomacia y aumentan los riesgos de escalada", afirmó Richard Gowan, director de la ONU en International Crisis Group.

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"La visita de Biden pretendía subrayar que Estados Unidos controla la situación. Un incidente trágico como éste demuestra lo difícil que es mantener la guerra bajo control", agregó.

El hecho de que Biden no se vea las caras con Abbas o cualquier funcionario palestino mientras se reúne con israelíes en su territorio podría socavar el mensaje diplomático estadounidenses y suscitar críticas dentro y fuera del país.

Estados Unidos se está apoyando en gran medida en Egipto para que colabore en los esfuerzos humanitarios.