Con un voto muy repartido entre 18 candidatos, las elecciones de primera vuelta en Perú, donde se imponía el izquierdista Pedro Castillo con alrededor del 16 por ciento de los sufragios de acuerdo según mediciones a boca de urna, se encaminaban a una segunda vuelta en la que la incógnita se centraba en los contendientes que intentarán llegar a la presidencia.

Si bien los resultados oficiales se esperaban para la 1:30 (hora argentina), las encuestas por boca de urna indicaban como ganador a Castillo, de Perú Libre, por el 16,1 por ciento de los votos.

Al menos otros seis candidatos tendrían chance de llegar a la segunda vuelta, prevista para el próximo 6 de junio, según las boca de urna.

Las mediciones difundidas por la consultora Ipsos situaban una disputa por el segundo lugar y el acceso al ballotaje, al economista de derecha Fernando de Soto, de Avanza País (11,9%); la derechista populista Keiko Fujimori, de Fuerza Popular (11,9%); Yonhy Lescano, de Acción Popular (centroderecha) (11%); el ultraconservador Rafael López Aliaga, de Renovación Popular (10,5%); y la antropóloga izquierdista Verónika Mendoza, de Juntos Por el Perú (8,8%).

Tras conocerse las encuestas, comenzaron las celebraciones en el búnker del izquierdista y sindicalista Castillo, en la región de Cajamarca, pero el propio candidato pidió calma a sus seguidores hasta conocer los resultados oficiales previstos para la madrugada del lunes.

"Pido calma, pido tranquilidad a mi pueblo" porque "es cierto que hay una efervescencia del pueblo, pero tenemos que ser respetuosos con los datos oficiales", expresó Castillo en diálogo con América Noticias.

El proceso electoral se celebró en el marco de un recrudecimiento de la cantidad de casos de coronavirus en Perú, donde ya se contagiaron 1,64 millones personas y murieron más de 56 mil.

Keiko Fujimori, hija del ex presidente Alberto Fujimori, y Hernando De Soto, compartieron el sentimiento cauto de Castillo frente a los resultados en boca de urna.

Las elecciones en Perú estuvieron marcadas por el hartazgo del electorado, que se tradujo en un 28 por ciento de indecisos. Los electores, en encuestas previas, se habrían concentrado más en los candidatos que en sus ideas.

Además, los comicios se caracterizaron por la ausencia de estructuras partidarias fuertes, lo que se tradujo en una atomización en las preferencias de los electores.