Las muertes civiles en manos de la policía norteamericana siguen siendo moneda corriente: esta vez ocurrió en California y la víctima fue Sean Monterrosa, un joven de 22 años que era hijo de una pareja argentina.

El agente involucrado en el crimen justificó su actuación al afirmar que tenía certeza de que Monterrosa portaba un arma, aunque lo que en realidad llevaba era un martillo en la cintura.

Los oficiales dijeron que Sean parecía ir corriendo hacia un vehículo para escapar cuando lo detuvieron para rendirse, pero al suponer que el joven tenía un arma en la cintura, uno de ellos le disparó cinco veces desde su propio vehículo, matándolo en el acto.

El violento episodio sucedió el lunes pasado durante las marchas contra la brutalidad policial que se activaron en varias ciudades del país luego de conocerse el homicidio del afroamericano George Floyd en manos de un agente de la policía en Minneapolis, Minnesota, un hecho que puso nuevamente en primer plano los estigmas del racismo en Estados Unidos.

Shawny Williams, el jefe del Departamento de Policía de Vallejo, admitió la culpa por el crimen en manos de un agente de su fuerza, al afirmar que Monterrosa estaba arrodillado con las manos sobre la cintura en el momento del tiroteo.

“Lloré. Lloré porque nadie se lo merece. Se estaba rindiendo. Apenas levantaba sus manos y a mitad de camino le dispararon. Lo ejecutaron. No había razón para que mataran a mi hermano así”, manifestó la hermana mayor de Sean, Michelle Monterrosa, en diálogo con la cadena ABC 7.

Sean era carpintero y tuvo algunos arrestos en su registro: "Su aspecto ha sido estereotipado”, dijo otra hermana de Sean, llamada Ashley, porque “tiene tatuajes, se viste de cierta manera y

siempre intentan detenerlo”.