Luego de cubrir en poco más de una hora el trayecto, de aproximadamente 250 km, a una velocidad media de 260 km/h, con un consumo de 8 litros por cada 100 kilómetros, el piloto profesional e ingeniero aeronáutico, Bastien Le Roux, dijo no haber notado la diferencia entre un combustible convencional y este biocombustible.

E inclusive, aclaró al evaluar la prueba que se podría aumentar su velocidad de crucero a 340 km/h.

Consideró satisfactorio el estreno mundial de este combustible vegetal para los aviones ligeros, con el que se apunta a sustituir al Avgas100LL, la gasolina utilizada por la mayoría de las máquinas con motor de pistón.

"Me parece una muy buena alternativa -sostuvo-, aunque, por supuesto, tendremos que ver si la longevidad del motor puede verse afectada. En cualquier caso, en términos de rendimiento, en este avión que conozco muy bien, no noté ninguna diferencia", declaró al canal France 3.

Vuelo ecológico

El test fue seguido muy de cerca por las compañías aéreas europeas, que utilizan 100 millones de litros al año de naftas en sus aviones, los que en Estados Unidos consumen hasta 900 millones de litros.

El combustible producido por una alianza franco-alemana a partir de la remolacha azucarera asoma como una alternativa para morigerar la polución que genera el transporte aéreo con el querosene que quema en los largos recorridos. También lo son los aceites de cocina y las algas.

El diseño de las aeronaves, el motor y el combustible son variables que, combinadas, logran reducir la contaminación que provoca el tráfico aéreo internacional.

"Con el fenómeno de Air Shame (vergüenza de volar), que nació en Suecia y luego se extendió por toda Europa y el mundo, todos somos ahora conscientes de que la aviación contamina enormemente y que hay que encontrar soluciones", explica Marc Delcourt, cofundador y director general de Global BioEnergie.

"Una solución es dejar de viajar, otra es desarrollar tecnologías que permitan contaminar menos", añade el ejecutivo de la startup francesa.